Esta mañana, mi hijo de ocho años comentó que los osos del zoo se habían «pareado» y explicó que eso era ponerse uno encima del otro y que así tendrían hijos. ¿Usted cree que en un caso así habría que dar una explicación más detallada?

Este tipo de comentarios son ideales para aprovechar a explicar algo más a los niños, ¿por qué no? Quizás, en este caso habría sido bueno explicarle que los humanos no solo se ponen uno encima del otro, que los humanos nos amamos, nos damos caricias, besos...

Muchos padres pueden pensar que hablar a los niños de sexo puede animarles a querer probarlo antes de tiempo...

Pues es incorrecto. Ocurre lo contrario; los chavales que reciben educación sexual suelen tener su primeras relaciones más tarde y de forma más segura. En los sistemas educativos de los países del norte, donde la educación sexual forma parte del currículo tienen el índice de embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual más bajos de Europa.

¿A qué edad sería adecuado comenzar a hablar a los niños de sexo en casa?

No hay ninguna edad adecuada; habría que tenerlo integrado como el resto de temas que respectan a su educación, de una forma natural. Igual que no tenemos un día una charla con los niños para explicarles lo importante que es comer sano, sino que casi a diario les contamos que hay que comer frutas y verduras.

Uno de sus tutoriales en YouTube en el que explicaba cómo ponerse un preservativo fue censurado.

Está claro que no querían enfadar a ciertos sectores de la sociedad. Pero es una pena que estemos aún así... Muchos chavales saben cómo ponerse el condón pero no saben negociar con su pareja cuando él o ella no quiere... No tienen seguridad, no saben comunicarse bien. Y en eso tenemos que insistir mucho. Enviamos miles de firmas y no se han querido retractar, así que volveremos a subir el vídeo.

¿Por qué ese miedo en las familias a tratar estos temas? ¿Sería mejor que los profesores tomaran las riendas?

Es una pena que los adolescentes tengan que recibir información fuera de sus casas. Quién mejor que tus padres para explicarte tus dudas. Pero para conseguirlo, hay que trabajar muy bien la comunicación en familia.

¿Su libro puede ser una ayuda para romper el hielo?

Lo ideal sería utilizarlo como una herramienta y decir a los hijos algo así como: «Mira, he comprado este libro porque creo que puedes aprender con él más que solo conmigo, pero cualquier duda que tengas, aquí estoy». Pero la comunicación, familiar, insisto, es lo esencial. Hay un momento en la adolescencia en que pensamos que nuestros padres no saben nada y, por otra parte, muchos padres no se adaptan a la realidad de sus hijos. Por eso estas conversaciones suelen resultar raras e incómodas.

Y en la escuela, ¿cómo debería ser la formación?

Falta mucho por avanzar a nivel político y social. Con los recortes, la financiación en las escuelas públicas para abordar esta temática es totalmente nula aunque, en realidad, no sería necesaria mucha inversión. Habría que formar a los profesores ya que, en la mayoría de las ocasiones podrían ser ellos mismos los que impartieran esta formación. Habría que entender la educación sexual no solo como prevención de riesgos, que es lo que se está haciendo hasta ahora.

Cuando ofrece charlas en los colegios, ¿qué es lo que más le sorprende?

Me llaman mucho la atención la persistencia de una serie de mentalidades que pensábamos que estaban superadas. Muchas chicas jóvenes siguen pensando que sus parejas les quieren más si son celosas y aceptan que les controlen sus móviles o les digan cómo deben de vestir. Con todo lo que habíamos logrado a nivel de igualdad, me parece que ahora nos hemos relajado y que hay que seguir trabajando mucho estos temas. También la emigración, series de televisión y algunas nuevas tecnologías están fomentando esa desigualdad.