La Agencia Espacial Europea (ESA) todavía no sabe si el módulo de aterrizaje Schiaparelli ha sobrevivido o no al aterrizaje en Marte e intenta restablecer la comunicación, aunque tiene los datos que transmitió durante su descenso y las pruebas de demostración tecnológica.

En una rueda de prensa desde su centro de control de operaciones en Darmstadt (Alemania), el director general de la ESA, Jan Wörner, se mostró hoy muy satisfecho con los resultados obtenidos hasta ahora por la misión.

Sin embargo, el módulo de aterrizaje Schiaparelli no se comportó como esperaban en la parte final del descenso sobre el planeta rojo y se perdió su señal, aunque para determinar qué ha pasado tienen que seguir analizando los datos.

Para la ESA que el módulo no frenara lo suficiente como para realizar un aterrizaje suave sobre la superficie de Marte, es una posibilidad que "no podemos excluir", según el director de la división de misiones solares y planetarias de la ESA, Andrea Accomazzo.

El experto explicó que "va a llevar más tiempo ver la imagen completa de la secuencia de descenso" del módulo, que entró en la parte alta de la atmósfera de Marte, despegó el paracaídas que llevaba para frenar su velocidad, se separó del escudo frontal pero no se desprendió del paracaídas como se esperaba y los motores de frenado sólo funcionaron unos tres o cuatro segundos.

Sin embargo, Accomazzo se dijo convencido de que se podrá "saber exactamente qué ha pasado y explicarlo".

La ESA tiene todos los datos que Schiaparelli transmitió durante el descenso hasta que se perdió la señal y que podrán utilizarse para el análisis científico de la atmósfera del planeta.

"Todavía no se puede decir si la nave ha sobrevivido o no y en este momento se intenta restablecer la comunicación con ella", dijo a EFE el director del departamento de ingeniería de sistemas de tierra, Juan Miró.

Según la secuencia de aterrizaje prevista, Schiaparelli debía entrar en la atmósfera de Marte a las 14.42 horas GMT y descender por ella durante seis minutos.

La entrada en la parte alta de la atmósfera se produjo como estaba previsto, con el despliegue del paracaídas para reducir su velocidad hasta 1.650 kilómetros por hora, tras lo que, mientras seguía frenando se separaba el escudo frontal.

A los cinco minutos del descenso a cerca de 1,3 kilómetros de la superficie y con una velocidad de 240 km/h, se debería haber desprendió del paracaídas, pero no ocurrió como se esperaba.

Además los motores que iban a frenar el módulo hasta los 10 kilómetros por hora solo funcionaron unos segundos, por lo que es posible que no se desacelerara lo suficiente para aterrizar sobre la superficie de Marte de forma suave, según Miró.

ExoMars es un proyecto de la ESA y la agencia rusa Roscosmos para buscar vida de tipo bacteriano en la superficie de Marte. Se quiere comprobar si hay o hubo vida en el planeta, que en su origen tenía condiciones similares a la Tierra y favorables a la vida.

Para ello es fundamental el análisis del gas metano y del agua, elementos que en la Tierra están relacionados con la aparición de la vida.

El proyecto tiene dos misiones: la primera fue el lanzamiento de ExoMars en marzo con el Orbitador de Gases Traza y Schiaparelli y la segunda será el lanzamiento de un rover en 2020, que deberá aterrizar sobre el planeta, se moverá por él y taladrará hasta 2 metros su superficie para sacar pruebas.

La ESA colocó ayer el Orbitador de Gases Traza en la órbita adecuada de Marte desde la que hará las mediciones del metano y servirá de comunicación con el rover a partir de 2020.

La función fundamental de Schiaparelli era demostrar nuevas tecnologías europeas para descenso y aterrizaje, concretamente el control de la orientación y velocidad en el contacto con la superficie.

"Tenemos datos de parámetros de la atmósfera, de trayectoria y de efectividad del paracaídas", dijo Miró, quien calificó el experimento de "éxito, aunque el aterrizaje no haya sido perfecto.

El coste de las dos misiones es de unos 1.300 millones de euros, a los que España contribuye en un 6,7 %, pero la ESA necesita más fondos y solicitará unos 300 millones de euros adicionales en la próxima conferencia ministerial, que se celebra en diciembre en Suiza