El especialista gallego Luis Rodríguez Cao lleva veinte años dedicado a la orientación a profesores y centros escolares para mejorar las condiciones de los niños y niñas a los que se les identifica como personas de alta capacidad intelectual. Cao defiende que esa identificación debe conllevar una actuación con el sujeto que le beneficie siempre, dejando atrás estereotipos sobre esta calificación, asegura que no es algo ligado al fracaso (ni al éxito) escolar.

«Es muy importante identificar a una persona con alta capacidad y actuar, pero se trata de actuar con la persona y en beneficio de ella. Se les identifica para que estén mejor y sean más felices que antes, si se consigue el efecto contrario no se ha hecho bien; era mejor no haber identificado a esa persona», dice.

Luis Rodríguez Cao, catedrático de Educación Secundaria y psicólogo, responsable del área de Superdotación Intelectual de A Coruña desde su puesta en marcha en 1998 hasta su jubilación el año pasado, fue el encargado de impartir una jornada organizada por el Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia para abordar las necesidades del alumnado con altas capacidades. Una actividad que repetirá en abril dado el éxito de asistentes.

La tendencia educativa actual es más integradora que segregadora, se favorece que se refuerce el sistema educativo ordinario frente a la tendencia anterior a los años 70, que buscaba escuelas especiales. «El reto es cómo atender de forma eficaz a los niños cuyas necesidades educativas se apartan en un grado más o menos grande de lo que a priori está establecido en los programas», destaca Cao.

Para eso hacen falta, además de un área como en la que trabajaba este psicólogo -que se ocupa del diagnóstico y de la orientación educativa del alumnado con alta capacidad intelectual de los centros educativos- una dotación de servicios, personal y material adecuado para los colegios e institutos desde la Consellería.

Reconocimiento legal

En España se reconoce legalmente que existen personas con una alta capacidad intelectual desde el año 1996, hasta entonces los profesores actuaban como podían cuando se les presentaba un caso (si es que lo detectaban).

La distribución de la inteligencia se mide con una campana de gauss, la mayor parte de los sujetos estaría en los niveles medios y muy pocos en los extremos. A la izquierda se sitúan aquellos infradotados intelectualmente y, a la derecha, quienes tienen una alta capacidad. «El coeficiente intelectual medio se sitúa en 100, si en un test sacas entre un 70 y un 130 estás entre el 90% de la población, así que por encima hay algo más de un 2% de personas y por debajo, otro 2%», explica Cao. «En términos psicométricos se entiende que puntuaciones a partir de 130 son intelectuales de alta capacidad», añade.

Criterio

Sin embargo, Cao hace hincapié en que este criterio por si solo no basta para identificar a una persona con un nivel mayor de inteligencia y poder ayudarla. «Se vio que personas que no habían sacado niveles tan altos tenían posibilidades reales de alcanzar niveles altos de actuación en su vida y en sus profesiones», apunta el experto.

«Se introdujo una segunda variable para sumar a los test de inteligencia. La creatividad. El problema es que no es fácil medirla a través de test desde un punto de vista psicológico, pues es más fácil medir la creatividad viéndola que imaginando cómo podría llegar a desarrollarse», señala.

Finalmente, se descubrió que los rasgos de la personalidad de un individuo interfieren en si su potencial inteligencia llega a fructificar. «Se necesita motivación, ganas y esfuerzo, porque se certificó que personas con niveles intelectuales medios podían alcanzar a base de constancia los mismos resultados que otros con un número más alto de coeficiente intelectual», detalla Cao.

No todos los niños con un alto potencial intelectual llegan a ser identificados, incluso se puede cometer el fallo de identificar a alguien erróneamente. «La identificación es un proceso acumulativo de datos, se debe seguir a la persona y es bueno que antes de certificarlo haya varias actuaciones por parte del profesional», resalta el psicólogo.

Lo que ha intentado Cao estos años es que los profesores abran los ojos sobre aspectos que igual no ven en clase, y que se incluyan programas pensados para niños con alta capacidad en las aulas, pues asegura que favorecen también a uno de cada cinco alumnos de la clase.

«Quiero despertar la inquietud en los profesionales para que tengan en cuenta que estos niños necesitan actuaciones por parte de los servicios de psicopedagogía de los colegios e institutos, o de servicios externos de psicología. Espero que los psicólogos encuentren un área de trabajo que les motive y que también les ayude a detectar a adultos no diagnosticados», sostiene el experto.