El estado de salud de la democracia de un país se mide en el termómetro de su libertad de prensa.

Cuando las sociedades se dotan de una información libre e independiente florecen los derechos ciudadanos, se respetan la diversidad y la pluralidad, se abona el terreno a la convivencia y se forjan hombres y mujeres comprometidos con el progreso y con el conocimiento.

Voltaire dijo una vez que "si hubiera habido censura de prensa en Roma, no tendríamos hoy ni a Horacio ni a Juvenal, ni los escritos filosóficos de Cicerón".

Allá donde hay libertad de prensa emerge la verdad. Y allá donde imperan la coacción, la censura o la injerencia terminan irrumpiendo, sin pedir permiso, la corrupción, la propaganda y la desinformación, lacras que conducen al totalitarismo.

El pensamiento y la personalidad de los pueblos son, en buena medida, el reflejo sociológico de lo que sus ciudadanos leen, ven y escuchan en los medios de comunicación, reproduciendo comportamientos con una sorprendente capacidad de mímesis. El editor estadounidense Joseph Pulitzer decía que "una prensa cínica, mercenaria y demagógica produce un pueblo cínico, mercenario y demagógico". Del mismo modo, una prensa libre y un periodismo de calidad producen mentes que piensan en libertad y sociedades que prosperan. Solo un ciudadano bien informado puede ser libre.

El Día Mundial de la Libertad de Prensa, que hoy celebramos, es un aldabonazo en nuestra conciencia colectiva y debe recordarnos que se trata aún de un bien escaso. Solo trece de cada cien habitantes en el mundo disfrutan de estándares aceptables de libertad de prensa.

Informar sigue siendo una profesión de alto riesgo. Cerca de 900 periodistas han muerto asesinados en la última década y más de 300 están hoy presos por hacer su trabajo. Otros 50 reporteros permanecen secuestrados.

Son cifras inadmisibles para quienes pensamos que el libre ejercicio del periodismo es un pilar esencial de toda sociedad democrática. La Asociación de Medios de Información, que me honro en presidir, publica hoy un manifiesto en el que llama a los gobiernos y a los organismos internacionales a proteger a los periodistas, preservar su seguridad y su vida, e investigar hasta el final los crímenes por resolver.

Es urgente tomar medidas eficaces para poner freno a las formas de censura que imperan en numerosos países y acabar con la ola de asesinatos que sufren los periodistas en lugares como México o Siria.

Atentado en Kabul

El mundo despierta aún conmocionado por la muerte de varios periodistas el pasado lunes cuando, informando de un atentado suicida en Kabul, se vieron sorprendidos por una segunda deflagración. Decenas de inocentes perdieron la vida. Una acción terrorista y miserable que se suma al reciente secuestro y asesinato de tres profesionales del diario El Comercio de Ecuador y al crimen cometido la semana pasada contra un periodista nicaragüense mientras transmitía en directo unas protestas contra el Gobierno. "No se mata la verdad matando periodistas", se leía en uno de los carteles exhibidos en un acto de homenaje en Managua. Todos ellos simplemente cumplían con su deber de informar.

En Turquía, que aspira a ser miembro de la Unión Europea desde hace 20 años, el cierre de medios de comunicación y el encarcelamiento de periodistas están a la orden del día.

Son innumerables las medidas represivas y las amenazas que se ciernen sobre la libertad de prensa en el mundo. La propagación de las llamadas fake news, y su utilización como herramienta de comunicación política, o las tramas de espionaje, como la urdida por hackers rusos a periodistas de todo el mundo, hacen saltar las alarmas y han de impulsarnos a redoblar esfuerzos para blindar la función que en toda sociedad avanzada desempeñan medios y periodistas.

Una prensa verdaderamente libre es aquella cuya independencia se respeta y cuya situación económica se desenvuelve en parámetros sostenibles. En un día como hoy, en el que el periodismo es protagonista, cabe reivindicar el papel de la prensa como soporte creíble de información y publicidad. Lectores y anunciantes, al confiar en la prensa, contribuyen a la construcción de una sociedad libre.

Haríamos bien en buscar referentes en el norte de Europa. Los países nórdicos lideran año tras año todas las clasificaciones sobre libertad de prensa. Adelantándose incluso a la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos, Suecia fue el primer país en adoptar una legislación -la Tryckfrihet- que protegía la libertad de prensa. Aquello fue en 1766, casi doscientos años antes que la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Fueron pioneros y siguen estando a la vanguardia.

Los suecos organizan su sociedad en torno a tres pilares: el debate parlamentario, el sistema judicial y la transparencia informativa. Un modo de entender la democracia que no solo consta en sus textos legales sino que impregna su forma de entender la convivencia.

Camus creía que "una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala".

Javier Moll es presidente de Prensa Ibérica

Lee el manifiesto de la AMI (Asociación de Medios de Información) en el Día Mundial de la Libertad de Prensa.