Con sus casas de piedra caliza, sus paisajes, entre áridos y mediterráneos, y un idioma propio pero que ha tomado préstamos de todos los que han pasado por allí, Malta es un país que se mueve entre aires europeos, del norte de África y de Oriente Medio. Por momentos es un lugar cosmopolita, nocturno, playero, rural, cálido para sus visitantes pero también misterioso.

Es lo que tiene acumular siete mil años de historia y estar formada por unas islas enclavadas en un punto clave del Mediterráneo, que a lo largo de los siglos han visto pasar por su suelo a distintas civilizaciones que le han dado una mezcolanza difícil de encontrar en otro lugar. Árabes, cristianos, franceses, caballeros de la Orden de San Juan, británicos... todos vieron el potencial de este archipiélago, de poco más de 300 kilómetros cuadrados y que hoy es una república parlamentaria, mayoritariamente católica.

Para el ciudadano español, Malta forma parte de su historia futbolística (con aquel 12-1 de 1983), pero también es conocida entre las generaciones más jóvenes por haberse convertido en un destino muy demandado para aprender inglés y de paso disfrutar del buen clima y la fiesta. Malta es, además, para el sector financiero un lugar buscado por sus beneficios fiscales y ya son muchas las empresas de juegos online allí radicadas. Pero el archipiélago quiere ser mucho más. Quiere ser un destino turístico en el que el potencial visitante pueda disfrutar de sus vacaciones con una oferta diversificada que va más allá del sol y playa. Y Málaga tiene ahora mucho más fácil descubrir las bondades de las tierras maltesas, ya que desde esta primavera un vuelo directo une los dos destinos todos los lunes y los viernes de la mano de la compañía Air Malta, en una acción que ha supuesto para la firma volver a entrar en el mercado español.

En poco menos de tres horas, el turista puede aterrizar en la Valeta, además disfrutando de unos precios muy competitivos, que se mueven a partir de los 39 euros, y teniendo la oportunidad al mismo tiempo de convertir esta nueva línea en una conexión con otros destinos como Israel o Italia. Para Air Malta es una fuerte apuesta con el objetivo de captar a diferentes tipos de turistas, desde el vacacional, al de idiomas o al religioso.

Una vez en Malta, las opciones son múltiples. En sus tres principales islas, Malta, Gozo y Comino, la oferta es variada. Hay espacio para los amantes de la historia, de la naturaleza, de las aguas cristalinas, de los deportes acuáticos, de la vida nocturna, de la arqueología e incluso del turismo cinematográfico, pues las islas han servido de particular escenario para numerosas grabaciones. Como casi todo destino mediterráneo, es fácil encontrar huellas megalíticas en Malta, unas huellas que la convierten en uno de los puntos poblados más antiguos de Europa, pero también hay restos fenicios y romanos. De hecho, se cree que en el año 60 d. C. el apóstol San Pablo naufragó en sus playas y la leyenda sitúa en Gozo el naufragio de Ulises y su encuentro con Calipso en su largo viaje de vuelta a Ítaca.

A los ataques otomanos hizo el archipiélago frente de la mano de los Caballeros de San Juan, que moldearon a su gusto Malta para dejar un legado de varios siglos que aún es evidente en muchos rincones del país, que hasta 1964 dependió de Reino Unido -aún sigue dentro de la Commonwealth y el inglés es uno de sus idiomas-. En la isla de Malta es donde se respira más esa mezcla que da la historia y el bullicio turístico. Fortificaciones, edificios imponentes, vistas al mar desde grandes hoteles, plazas donde pasar las largas tardes de primavera y verano y zonas donde se mezclan la oferta gastronómica y los bares de copas, para todos los gustos, pero casi siempre tomados por veinteañeros de toda Europa ávidos de diversión en las siempre primeras recordadas vacaciones de juventud.

Parada obligatoria en Malta es Mdina, la primera capital, un recinto amurallado que alberga la catedral de San Pablo y bonitas viviendas con los tradicionales balcones cerrados malteses, cuyos colores contrastan con el blanco de las piedras usadas en las construcciones. La Valeta, la capital actual del país, guarda en su interior numerosas sorpresas. La más llamativa, la Concatedral de San Juan, fundada por la orden de los Caballeros de San Juan en el siglo XVI y que deja ver hasta que punto llegó la riqueza de estos hombres dispuestos a luchar contra el invasor árabe. En su interior, se pueden ver las ocho capillas, una para cada sección de la Orden -entre ellas la de Castilla y la de Aragón, de la que formaron parte la familia mallorquina Cottoner, aún recordada en la isla-. Y el punto álgido llega al poder disfrutar de la maestría del gran Caravaggio. En el oratorio se puede ver La decapitación de San Juan Bautista, una de las obras maestras del genial pintor, que tuvo una complicada relación con la Orden.

Merecida visita tienen también los jardines de Barrakka, con unas vistas espectaculares sobre la bahía. Y, cómo no, las tres ciudades Cospicua, Senglea y Vittoriosa, situadas frente a La Valeta, en el distrito de Cottonera, y que mantienen casi intacto su sabor antiguo. Allí es posible tomar algún barco para recorrer las aguas más cercanas e incluso hacer recorridos en vehículos eléctricos para no perderse ni un detalle de su historia.

Tras vivir la historia maltesa, nada mejor que ir a alguna de sus bahías para disfrutar de una gastronomía en la que se mezclan los sabores mediterráneos, con especial saber hacer tanto en la pasta como en sus pescados. En la zona de San Julián, en la bahía de San Jorge, por ejemplo, se puede comer y cenar a precios muy asequibles y continuar la noche en algunos de los numerosos bares que llenan sus calles.

Para un turismo que quiere alejarse del bullicio, más familiar y tranquilo, la isla de Gozo es más que recomendable. Está comunicada con Malta por ferry y en apenas media hora se puede disfrutar de otra vertiente del destino maltés. Con una imponente fachada litoral, nada mejor que hacer una parada en sus azules aguas para un baño refrescante para después disfrutar de sus terrazas, las calles de sus pueblos y pasear por el interior de la isla, que ofrece recorridos en segways más que recomendables. No hay que perderse sus salinas ni tampoco renunciar a una visita a la antigua Ciudadela, otra de las ciudades fortificadas del país, que vivió su esplendor en la Edad Media. Para conocer la gastronomía de Gozo, no viene de más hacer una parada en Ta’Rikardu, en plena Ciudadela. En Gozo también se puede visitar la basílica de Ta’Pinu, construida en el lugar donde se apareció la Virgen María.

Desde Gozo y desde Malta se puede llegar a Comino, donde se encuentran las aguas de la Laguna Azul y donde se puede fondear con el barco. Y aunque la Ventana Azul se derrumbó hace unos años, aún es posible encontrar construcciones similares en otros puntos de la costa maltesa.

Un sinfín de posibilidades las que ofrece Malta, ahora mucho más cerca de Málaga.