A menudo, cuando nos despertamos sentimos la boca seca y necesitamos hidratarnos. Con el corazón todavía dormido cuesta levantarse e ir a por agua nueva, así que bebemos del vaso que habíamos dejado en la mesita de noche.

Pero, su sabor no es el mismo de siempre, tiene un punto desagradable, señal de que algo ha pasado durante la velada y de alguna manera ha alterado el líquido rey. La pregunta que nos surge ante la nueva situación es inevitable: ¿es bueno beber el agua que habíamos dejado en la mesita?

Si el agua es incolora, inodora e insípida? ¿por qué se vuelve rancia en el vaso?

Pueden ocurrir ciertos escenarios; por una parte, que el vaso contenga algún tipo de microbio que altere el sabor. Por otra, que se hayan producido reacciones químicas durante la noche.

Cuando el agua se expone al aire, absorbe una pequeña cantidad de CO2 y una minúscula parte se transforma en ácido carbónico. Éste, forma a su vez carbonatos y bicarbonato, algo que rebaja el pH, volviendo el agua algo más ácida y variando sus características organolépticas.

No obstante, el agua no deja de ser potable tras pasar la noche en el vaso. Su acidez no afecta a nuestro organismo.

El doctor Kellogg Schwab, director de Johns Hopkins University Water Institute, avisa de que ese vaso de agua que se queda a la intemperie en temperatura ambiente, pasa por un proceso de invasión de microorganismos a lo largo de la noche.

El inconveniente más importante es que el agua del vaso está expuesta a bacterias. Por lo tanto, lo más apropiado sería tapar el vaso o utilizar una botella para impedir que se posen insectos, polvo... Resumiendo; cuanto más tiempo esté el agua en el vaso, más probabilidades hay de que algún patógeno aparezca.

Su temperatura

Por otra parte, hay otro factor que influye en ese sabor rancio que detectamos en el vaso; la temperatura. El agua que sale del grifo lo hace a una temperatura fresca y constante. Sin embargo, la del vaso está a temperatura ambiente y su acidez o cualquier nota de sabor parece más fuerte al paladar.

En definitiva, es bueno beber un vaso de agua tibia al levantarse para estimular la expulsión de toxinas, pero mejor no hacerlo del vaso que hemos dejado al lado de la cama ya que puede contener bacterias o patógenos.