¿Puede definir el éxito?

Lo importante es qué es el éxito para cada uno de nosotros. Es una palabra que a veces es incluso vaga pero parece que todos lo perseguimos. En mis conferencias invito a la reflexión, para que cada persona tenga ese momento de pensar: «Qué es para mí el éxito». ¿Y para mí qué es? Es saber realmente quién soy, cuáles son mis talentos y en qué me siento bien. Para mí es un camino, no una meta, y es un camino en el que me tengo que encontrar bien. Y cuando yo estoy bien, ya está, ya lo he encontrado. No se trata de dinero, no se trata de... Cada uno tiene su propia definición.

Y sostiene que la fórmula para lograrlo se basa en el talento y en la emoción.

Está demostrado que un 80% del éxito viene dado por la gestión de las emociones y sólo un 20% por la gestión del talento. Sin embargo, nosotros en el sistema educativo, e incluso con las extraescolares, nos centramos en la parte académica y, generalmente, a nivel de carencia: «Qué es lo que no sabe hacer mi hijo». Y el talento se suple con disciplina, pero la emoción no. Entonces, tenemos que educar en la gestión de emociones y eso, además, es responsabilidad de los padres, no de la escuela. En la escuela podemos ayudar, pero si los padres no estamos educados para saber qué es la gestión de las emociones, para conocer nuestras emociones, ¿cómo vamos a educar en ello?

¿Pero los padres están educados para esto?

Yo creo que hemos perdido bastante. A nosotros no se nos educó como tal, para saber qué emoción sientes, poner nombre o decir dónde la sientes. Nuestra educación fue distinta, pero las emociones las sentíamos. Ahora la diferencia está en que no tenemos tiempo para sentirlas y por tanto no tenemos tiempo para educar en emociones.

¿Cómo deben hacer entonces para educar a sus hijos en emociones?

Tenemos que estudiar. Se puede leer, porque hay muchísimos libros muy buenos que lo trabajan. Hay escuelas de padres en las que se puede trabajar. Hay psicólogos o especialistas. Tenemos que sacarlo fuera de casa. Y primero hay que desaprender muchas cosas, mitos, y después volver a aprender e interiorizar. Debemos aprender qué son las emociones o, por ejemplo, que no son negativas ni positivas, sino que vienen a enseñarte algo.

¿Qué significa gestionar las emociones?

Es súper importante que la gente entienda que no se trata de contenerlas, porque si no, al final explotan y salen, incluso enquistadas. La gestión de las emociones empieza por reconocerlas, sentirlas y entender que no vienen a hacerte mal. Y gestionarlas quiere decir darles espacio para que se manifiesten y entendamos qué están diciendo. Si sientes tristeza es porque necesitas estar triste y, por tanto, debes dar espacio a esa emoción para que salga.

Porque, ¿qué beneficios se obtienen de saber gestionarlas?

Las emociones vienen a enseñarte algo que te está ocurriendo y si sabes gestionarlas, te muestran cuál es tu camino. Si yo estoy nerviosa por una situación significa que tengo que parar y ver qué estoy haciendo que no está del todo de acuerdo con mis valores. Cuando paras, miras y observas, reconduces y actúas en función a tus valías y creencias. Y cuando estás alineado, estás bien.

Decía que eso depende de las familia.

Totalmente.

Pero las familias delegan en las escuelas, en los maestros.

Sí. Vamos todo el día corriendo y muchas veces nos falta ser conscientes de que el peso de la parte emocional de nuestros hijos es nuestra. Y muchas veces nosotros mismos tampoco sabemos gestionarlas, entenderlas y reconocerlas, con lo que al final decimos: ´Bueno, en el colegio pasan tantas horas que casi es más fácil que allí enseñen también esto´. Pero es que los padres somos los que realmente debemos velar por esta parte. Eso sí, siempre digo que en función de tus valores debes escoger el colegio de tus hijos; tenéis que estar alineados.

En los centros educativos se trabajan cada vez más.

Sí, claro. ¿Y por qué? Porque es una demanda. En las escuelas no podemos vivir separados de las emociones y éstas no pueden ser, entre comillas, una parte más, una asignatura o un tic que se hace en clase. Está muy bien que en los colegios apoyemos la gestión emocional, pero si los niños llegan a casa y allí no se trabaja, se produce un choque. Entonces, lo ideal es que todos vayamos a una, en casa y en el colegio.

Entonces, ¿padres y madres son responsables del éxito de sus hijos?

Sí, completamente, así es. Es verdad que todo influye, donde te encuentras y demás. Pero si sabes que hay cosas que no dependen de ti y sabes gestionar tus emociones sabrás decir: «Vale, me ha pasado esto, es duro, pero vamos a seguir adelante». Eso es la resiliencia, lo contrario de la frustración, y también se enseña. Entonces, con la definición que teníamos antes de éxito, con independencia de lo que sucede a mi alrededor, yo puedo decidir ser feliz.

En esa fórmula del éxito, la otra parte era el talento. ¿Es algo innato?

Yo diferencio varias cosas. Una es el talento académico, que es en el que nos centramos, y otra, el talento personal, que sí tiene una parte innata pero también otra que se puede trabajar. Y después, distingo talento de habilidades.

¿Qué quiere decir?

Habilidad es algo que se te da muy bien pero con lo que no disfrutas. Por ejemplo, yo puedo tocar súper bien el piano, la gente se emociona al escucharme, pero a mí me da igual, yo no vibro. En cambio, con el talento yo vibro y tú también, es como un diálogo. Y es innato, pero se trabaja. Aquí yo siempre pongo el ejemplo de Rafa Nadal: es evidente que tiene un talento impresionante para el tenis, ¿pero cuántas horas trabaja? Si no se trabaja, se pierde.

Pero si no lo tienes, ¿lo puedes llegar a conseguir?

Hemos dicho que el talento innato es algo que te hace vibrar. Todos tenemos, pero no somos conscientes de ellos pues, precisamente, al ser innatos es algo que los demás ven y yo no. ¿Qué pasa? ¿Puedo trabajar un talento que no tengo o que tenga a un nivel bajo? Sí. Pero ¿realmente merece la pena? Enfócate en lo que realmente eres bueno y además disfrutarás con ello.

Para usted, junto a talento y emoción, la información y la abundancia son los otros dos pilares de la educación del siglo XXI.

Hoy día, en la economía a la que vamos, quien no sabe manejar la información, ser crítico y comunicar sus ideas o lo que quiere o puede, tiene una posibilidad bastante baja de llegar a algo. Estamos en la era de la información. Y con los niños debemos trabajar su comunicación verbal y no verbal, enseñarles a ser críticos con la información que les llega. En el futuro ellos trabajarán con gente a nivel global y han de saber comunicarse con alguien a quien no ven, de quien no conocen sus valores o creencias.

¿Y la abundancia?

Vamos hacia un modelo de generación económica en la que los niños, cuando sean adultos, deberán saber cómo generar su propio dinero y manejarlo; que no se trata simplemente de comprar, sino de generar.

¿La educación actual ya va en esta línea o cree que estamos todavía lejos?

A nivel de sistema educativo yo creo que estamos bastante lejos todavía. Pero creo que en la conciencia no; cada vez hay más gente, más profesionales, más profesores, más padres, que son capaces de verlo. Depende de las escuelas, de los padres. Y muchas cosas están suplidas con extraescolares.

Y apunta que una de las misiones de esa educación es formar a los líderes del futuro.

Para ser líder y para ser un líder positivo tienes que saber gestionar no sólo tus emociones sino también empatizar con las de la gente que tienes alrededor. Y además, no tienes por qué ser el más inteligente ni el más talentoso sino saber ver y sacar lo mejor quienes te rodean. Para mí es eso ser líder y debemos trabajar para que lo sepan. Vamos hacia una economía o unos profesionales que deben saber cuál es su valor, qué quieren y qué pueden aportar a la sociedad, deben saber que en son buenos y en qué necesitan ayuda. Y saber pedirla.