Mesas que no se montan hasta que la clientela está sentada, con manteles desechables y cubiertos en bolsas cerradas, y cartas que se consultan con el móvil para no tocarlas con las manos: así están adaptando restaurantes como 'El Camarote' de Valencia para reabrir próximamente.

"Estamos preparando las instalaciones desde mucho antes de que saliera la normativa, porque nos hemos informado mucho de las medidas que estaban tomando países como China o Italia en restauración ante el coronavirus", explica a EFE la encargada de este restaurante ubicado en La Marina, Sheila Leguizamón.

El local ha hecho obras para ampliar sus dos barras, de forma que puedan estar en ellas cinco trabajadores manteniendo la distancia de seguridad y sin cruzarse, y ha comprado mobiliario con puertas para que todo el menaje esté cerrado, además de desinfectar a fondo el local, "prácticamente como si fuera una nueva apertura".

Además, han marcado con vinilos las distancias de dos metros entre personas y han señalizado las puertas para que una sea de entrada y otra salida, con el fin de evitar que los clientes se crucen, y han reforzado el plan de limpieza, de forma que por ejemplo se limpiarán los baños seis veces al día con productos contra el coronavirus.

"Queremos conseguir que nuestro restaurante sea 'Free Covid', un lugar seguro, y para eso hemos creado también una cartelería especial con las medidas que aplicaremos a los clientes", explica la encargada, como la obligación de lavarse las manos con gel hidroalcohólico antes de acceder o la prohibición de estar en la barra.

Asimismo, se tomará la temperatura a la clientela y no podrá entrar quien tenga más de 37 grados, y también a los trabajadores, quienes trabajarán con pantallas que les cubren la cara creadas en una fábrica propiedad de los dueños del restaurante y que estos días han donado a personal sanitario y fuerzas de seguridad.

También se ha adaptado la carta a un código QR, que se podrá escanear en la mesa con el teléfono móvil para evitar el contacto, aunque como funcionan solo con reserva previa cuando esta se formaliza se envía a los clientes en formato digital, y se les informa del protocolo que han establecido frente a la COVID-19.

Otra novedades que van a incorporar es que la mesa no se montará hasta que los comensales estén sentados y se sustituirá el mantel de tela por unos individuales desechables, mientras que los cubiertos se entregarán en bolsitas. También estudian servir la comida en platos que lleguen tapados a la mesa.

"Queremos ofrecer un plus para que los clientes se sientan seguros a la hora de venir con nosotros", indica Leguizamón, quien destaca que de momento tienen "bastantes reservas", incluso para grupos de diez personas, lo cual agradece, pues no sabían si la gente iba a salir o no a comer fuera de casa por "miedo" al virus.

El restaurante, que lleva abierto cuatro años, ha tenido que establecer dos turnos de comida y de cena, ya que al haberse limitado el aforo al 50 por ciento es la única manera de poder atender al mismo número de comensales que antes de la epidemia (150 al día) y que de esta forma sea rentable reabrir.

La encargada de 'El Camarote' admite que han hecho una inversión "bastante grande" para adaptarse a las nuevas necesidades, pero confía en que la gente responda y acuda a estas instalaciones de 500 metros cuadrados -en su mayor parte terraza- ubicadas junto al mar y ayude así a un negocio que ha tenido que cancelar comuniones y numerosos eventos de este verano y aplicar un ERTE.

Además de los guantes desechables y dispensadores de gel que pondrán a disposición de los comensales, a los primeros clientes que acudan con niños les regalarán unas pantallas protectoras similares a las de los camareros pero adaptadas a sus medidas, para que se puedan mover de manera cómoda cuando corren o van en bicicleta.