La publicidad de productos poco sanos, básicamente refrescos y bebidas azucaradas, ha crecido un 66% en los últimos cinco años en España, lo que contribuye a aumentar el consumo infantil de estos productos y no ayuda a combatir la obesidad infantil.

Es una de las conclusiones de un estudio liderado por Mireia Montaña, profesora e investigadora de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), que ha investigado la relación entre los valores nutricionales de los refrescos y bebidas azucaradas y las estrategias publicitarias para captar consumidores.

Según la investigación, en la que también ha participado la investigadora de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) Mònika Jiménez-Morales, "la publicidad es uno de los factores que favorece en gran medida el entorno obesogénico" porque "los niños españoles están expuestos a un promedio de 9.000 campañas publicitarias de televisión por año, y muchos de estos anuncios tienen como protagonistas productos de poco o ningún valor nutricional".

El estudio constata que ha habido un aumento anual en el gasto en publicidad de refrescos y bebidas azucaradas, que ha pasado de casi 32 millones de euros en 2013 a más de 53 millones de euros en 2018.

Según la investigación, del total gasto publicitario de los productos analizados, solo 812.061 euros (0,3%) correspondieron a productos con un alto valor nutricional, mientras que el 62,7% del gasto publicitario fue "para bebidas con un contenido muy bajo de valor nutricional".

"Se estima que un 81% de los niños y niñas españoles consumen refrescos y bebidas azucaradas cada semana, uno de los consumos más altos de Europa", ha destacado Mireia Montaña.

"Aproximadamente un 7% de los menores de nueve años los consume a diario, un 16% entre cuatro y seis días a la semana, un 56% entre uno y tres días semanales y solo un 19% los consume menos de una vez por semana", ha detallado.

Según Montaña, la publicidad es uno de los elementos que afectan a la obesidad infantil. "Uno de los principales aspectos psicológicos que influye en la obesidad es que los sujetos atribuyen emociones o sensaciones a los alimentos, sobre todo a los más calóricos y de menor calidad nutricional, creando un vínculo", explica la experta.

El poder del lenguaje

"Por este motivo -añade- empezamos a estudiar qué dicen los anuncios alimentarios o de bebidas azucaradas, especialmente aquellos dirigidos a niños, por ser más vulnerables. La conclusión es que cuanto más insano es el producto anunciado, más se asocia a cualidades extrínsecas del producto: ser divertido, aportar felicidad, ser valiente, ser único...".

La investigación concluye que la semántica más utilizada se refiere a cualidades de las bebidas anunciadas (sabor, burbujas, sin azúcar o light, auténtico, ecológico...), mientras que la segunda categoría más usada es el estado de ánimo derivado de su consumo (disfruta, sé único, sentirte bien, felicidad).

La tercera más usada es la referente a la acción, con frases como "despierta tus sentidos", "dar un giro" o "romper con lo establecido".

Según Montaña, si se quiere prevenir la obesidad infantil en España es necesaria una regulación más estricta de la publicidad, especialmente en el lenguaje utilizado para presentar productos.

"Creemos que se debería revisar el Código PAOS, que pretende proteger a los menores, porque se vulnera continuamente. También se debería ampliar, ya que no tiene en cuenta el discurso y lenguaje de los anuncios, que puede confundir a los niños atribuyendo cualidades a los productos que no son ciertas", afirma.

Montaña también es partidaria del impuesto sobre bebidas azucaradas, "que se ha visto que funciona. Cuando entró en vigor en Cataluña, el consumo de este tipo de refrescos bajó un 39% respecto a Madrid, por ejemplo, donde no se aplicaba esta normativa".