Investigadores españoles han descubierto que los neutrófilos, las células más abundantes de nuestro sistema inmune innato, tienen muchas más funciones en el organismo de las que se pensaba, hallazgo que abre nuevas posibilidades terapéuticas para el tratamiento de múltiples enfermedades, como el cáncer.

Los responsables del trabajo son científicos del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y los resultados se publican en la revista Cell.

En concreto, estos muestran que los neutrófilos adquieren nuevas características cuando acceden a los tejidos y dichas particularidades ayudan a mantener las funciones vitales de los órganos.

En una nota, el CNIC recuerda que las células del sistema inmune nos defienden contra patógenos externos; es decir, protegen contra microorganismos que originan y desarrollan enfermedades y, además, ayudan a reparar daños en el organismo como heridas o fracturas óseas. Dentro de estos tipos celulares están los linfocitos y las células del sistema inmune innato.

Los linfocitos producen anticuerpos específicos contra virus o bacterias para desarrollar inmunidad ante estos patógenos. Las células del sistema inmune innato, sin embargo, nos proveen de una respuesta rápida pero inespecífica, que en ocasiones pueden provocar una respuesta inflamatoria incontrolada, como la observada en los pulmones de pacientes graves con covid-19, explica Andrés Hidalgo.

La médula ósea fabrica cada día ingentes cantidades de neutrófilos y desde ahí llegan a la sangre y se distribuyen a prácticamente todos los tejidos del cuerpo. Estas células tienen una vida muy corta, menos de 24 horas, por lo que siempre se ha pensado que su capacidad para adaptarse y adquirir nuevas funciones era muy limitada.

Pero en el estudio ahora publicado, el equipo de Hidalgo ha encontrado que la incorporación de estas células de la sangre a los tejidos provoca que adquieran propiedades desconocidas anteriormente.

"Lo fascinante es que cada órgano parece adquirir funciones que son útiles para ese tejido en concreto. Por ejemplo, en el caso del pulmón, hemos visto que los neutrófilos obtienen la capacidad de ayudar en la formación de vasos sanguíneos, mientras que en la piel podrían favorecer la integridad del epitelio cutáneo", apunta el líder de esta investigación impulsada por la Fundación "la Caixa".

Esta plasticidad para producir cambios en las propiedades de las células se ha identificado en individuos sanos, lo que sugiere que estos leucocitos participan en una gran variedad de funciones normales en el organismo y que no sólo se limitan a luchar contra las infecciones.

"Algo particularmente excitante es que si logramos descifrar los mecanismos que controlan la función de estas células podremos desarrollar nuevas terapias para explotar su plasticidad en nuestro propio beneficio", detalla por su parte Iván Ballesteros.

En el caso del cáncer, por ejemplo, los tumores necesitan generar la formación de nuevos vasos sanguíneos para crecer y, para frenar el desarrollo tumoral, es preciso identificar cómo los tumores afectan a la plasticidad del sistema inmune para promover la formación de estos vasos.

Andrea Rubio concluye: "En esencia, demostramos que, a pesar de tener una vida corta, los neutrófilos pueden cambiar su función y que lo hacen precisamente al entrar a los tejidos. El haber identificado estos cambios nos permite comprender mejor el papel de distintos tipos de células inmunes en el desarrollo de enfermedades".