El Día de Todos los Santos, que se celebra cada año el 1 de noviembre en España y en el resto de países católicos de origen latino, es la festividad cristiana elegida para honrar a los difuntos. A lo largo de esta jornada, los cementerios se llenan de flores y de personas que aprovechan esta festividad para visitar y adornar las tumbas de sus familiares y amigos. Eso sí, este año quizás los camposantos estén menos concurridos y más lúgubres que en épocas anteriores debido a las nuevas restricciones para combatir la pandemia.

Esta festividad conmemora la completa santificación de los difuntos que, tras haber superado el purgatorio, han conseguido la visión beatífica y pueden gozar ya de la vida eterna según las creencias cristianas. ¿Pero por qué se eligió este día para venerar y recordar a los fallecidos?

El origen histórico del Día de Todos los Santos se remonta a principios del siglo IV, en el contexto de la Gran Persecución liderada por Diocleciano. El Imperio Romano llevó a cabo un asedio contra los cristianos, el más sangriento de todos, que dio como resultado miles de muertos, a los que la Iglesia católica consideró como mártires.

Con la intención de venerar a todos estos mártires, la Iglesia decidió buscar un día en su honor. Inicialmente no hubo una fecha fija para rendir tributo y homenaje a todos estos muertos y no fue hasta la llegada del Papa Gregorio IV, a mediados del siglo IV, cuando se fijó el 1 de noviembre como el Día de Todos los Santos.

Sin duda, una festividad que hoy en día sigue muy presente entre los fieles cristianos que cada año llenan los cementerios para recordar a sus seres queridos ya fallecidos. Aunque este año, debido a la pandemia, puede que los creyentes no veneren a sus familiares cómo les gustaría.