Por el horario del trabajo y por precaución en estos tiempos de coronavirus, son más que otros años las personas que pasarán estas navidades y lejos de su familia. Es el caso de Iker Lucea Preciado, un joven de 27 años de edad. Él llegó a Murcia desde la comunidad foral de Navarra hace poco más de un año y ya se ha establecido en la ciudad. Trabaja de repartidor de comida a domicilio en una moto.

"El año pasado sí me pedí tres días en el trabajo y me hice los 650 kilómetros de viaje, pero es una matada las 14 horas de ida y vuelta", afirma el navarro.

A esto hay que sumarle la voluntad de querer "evitar las aglomeraciones" recomendadas por las autoridades para intentar frenar los contagios de covid. "No me apetece subir y juntarnos más de 20 personas, que es lo que hacíamos antes con los abuelos, los tíos y los primos. Hacer eso ahora es un peligro", narra Iker.

El significado de la Navidad para el repartidor es el reencuentro con su familiares, a los que no ve el resto del año: "En esos días encontrabas hueco para comer o cenar con ellos". Él reconoce que estará más triste en estos días tan señalados por no poder ver a su madre, a quien "han operado hace poco" porque "todavía es una herida abierta lo de vivir lejos de mi familia". Es por ello que él ha declinado poner cualquier tipo de adorno navideño este año en su casa: "Eso es algo que hacía con mi madre y no me sale poner los adornos de navidad con ella en la otra punta de España".

"Me apeno muchísimo"

Iker comparte vivienda con tres chicas y comenta a este diario que harán "algo antes de que ellas se vayan con sus respectivas familias". "Lo cierto es que, por un lado, me siento arropado por mis compañeras de piso y por la gente que he ido conociendo aquí en este tiempo y que han empatizado conmigo invitándome, incluso, a irme con sus familias", reconoce. "Pero por otro lado, voy a echar muchísimo en falta esa cena con la mesa tremenda llena de comida de mi madre y luego los postres de mi abuela" transmite el navarro con nostalgia en un viaje sentimental. Iker regresa a la realidad y puntualiza que cenará una pizza y apostilla que "posiblemente me coja una botella, tabaco y Netflix".

Iker al dar cuenta de su testimonio reflexiona: "Todo esto era algo que lo había pensado y, más o menos, lo llevaba bien, pero ahora que lo estoy diciendo en voz alta, la verdad es que me apeno muchísimo porque, joder, no voy a estar con mi madre, ni con mis hermanos, ni con mi abuela en esta Navidad".