Crisis del coronavirus

Los superhéroes del geriátrico

Treinta ancianos de una residencia de Alicante reciben la segunda dosis de la vacuna disfrazados de personajes de cómic

Los superhéroes del geriátrico.

Los superhéroes del geriátrico. / Rafa Arjones

J. Hernández

"Estoy muy contenta, ya lo creo, porque con la que nos ha caído...". Loli Bonilla, de 82 años, se sentía feliz tras recibir ayer la segunda dosis de la vacuna contra el coronavirus convertida en Capitana Marvel, uno de los personajes de cómic elegidos por el geriátrico en el que reside para celebrar con espíritu de Carnaval la inmunización tanto de las personas mayores usuarias como del personal del centro.

Los 32 ancianos de la residencia El Pilar de Mutxamel (Alicante) se disfrazaron de superhéroes para recibir la segunda dosis de la vacuna Pfizer festejando que en casi un año desde que empezó la pandemia no se ha contagiado ni uno solo ya que los trabajadores sanitarios están logrando mantener el virus a raya.

Los superhéroes del geriátrico

Los superhéroes del geriátrico

Además de la Capitana Marvel, se vacunaron Batman, Superman, Superwoman, la Mujer Maravilla, Tormenta, los Cuatro Fantásticos, y personajes de X-Men como Cíclope, encarnado por Emilia Pastor, que cumplirá 95 años en septiembre, convencida de que "hay que pasarlo bien porque es Carnaval". Los disfraces utilizados por los 32 residentes fueron confeccionados por ellos mismos con materiales reciclados y plástico de colores bajo la batuta del técnico de Animación Sociocultural Hugo Ortega, que se encarga de los diseños. "Llevamos todo el año nombrando a los héroes sin capa, así que pensamos en celebrar el Carnaval con superhéroes de capa y corona. Estamos muy contentos de recibir la segunda dosis y de empezar a ver la luz", dijo. En Hogueras plantaron un monumento sobre la COVID.

La coincidencia entre la vacunación y el Carnaval fue casual puesto que realmente los ancianos de El Pilar tenían que haber recibido la segunda dosis el 30 de enero tras ponerse la primera el día 9 de ese mes. Sin embargo, un positivo por COVID entre el personal obligó a todo el centro a estar en aislamiento preventivo y a retrasar la segunda dosis, inoculada ayer a los 32 residentes y a los 22 trabajadores, que se abrieron los uniformes para mostrar una camiseta con la "S" de superhéroe. "Para nosotros todo nuestro personal lo está siendo porque gracias a ellos hemos conseguido que no entre el virus. Se nos ocurrió mezclar las dos ideas, de ahí el lema del Carnaval de este año: aquí no vas a entrar, ¡¡bicho!!", explicó Nuria Laforga, que dirige con su hermana Eva este centro, fundado por sus padres en el año 2000 y que ahora regentan ellas.

Los superhéroes del geriátrico

Los superhéroes del geriátrico

Nuria Laforga incidió en que gracias a la inmunización "seremos más fuertes, como los superhéroes. Ellos (las personas mayores) están aguantando y el personal está haciendo todo lo que está en su mano para frenar el virus. Hemos tenido algún positivo entre los trabajadores pero lo hemos podido frenar y no se ha contagiado ningún residente. No podemos agradecérselo más, en cuanto han notado cualquier cosa, lo han dicho. Más vale prevenir que curar y ante cualquier síntoma nos hacemos la prueba. Con una pizca de suerte lo conseguimos hasta ahora".

La codirectora destaca que gracias a ese esfuerzo el geriátrico El Pilar es centro COVID cero en lo que respecta a los ancianos desde el inicio de la pandemia. Para conseguirlo están siendo determinantes estrictas medidas de seguridad. Los mayores estuvieron meses sin recibir visitas de sus familiares, aunque la tecnología permitió que a los 15 días del estallido de la pandemia pudieran comunicarse con ellos gracias a las tabletas. Ahora no se permiten las visitas en el interior del centro, aunque en el exterior sí, pero a través de la reja. "El residente se queda detrás y la familia delante. Las videollamadas está bien pero no es igual a verse personalmente".

La travesía de la pandemia está siendo muy complicada para este negocio familiar, "en todos los aspectos. Anímicamente hablo por los residentes, por el personal y por nosotras, que como directoras tenemos aparte una presión extra a nivel económico". Nuria Laforga se refiere a las plazas que han tenido que dejar libres para tener habitaciones de aislamiento de residentes que enfermen de covid, como marca la Generalitat. "Para un centro pequeño como el nuestro, que solía tener 35 residentes, quedarnos con 32 supone una merma porque es un negocio familiar. Pero todo lo que invertimos lo hacemos con gusto y con todo el orgullo esforzándonos al máximo. No te puedes descuidar un segundo, porque ahora estamos así pero la semana que viene no lo sabes. Aunque no vemos el final, hay que seguir en la carrera", afirmó.