Memoria histórica

"¿Nos hacen leer a Ana Frank y no nos explican nuestra historia?"

Treinta niñas de un barrio obrero de Asturias 'bailan' el dolor de las fosas comunes en su tierra en el emocionante 'Tiraña en la memoria'

Candela Guerrero.

Candela Guerrero. / Laura Guerrero

Helena López

El sentimiento fue de haber sido engañadas. Timadas. ¿Cómo podía ser que les hubieran hecho leer el diario de Ana Frank y no les hubieran explicado aquellas historias? ¿Qué democracia se construye sobre la muerte? ¿Cómo podemos avanzar como país si esta gente sigue aquí, sin reparar? Las preguntas se las hicieron un grupo de 30 niñas de una barriada obrera de Asturias, alumnas de la escuelita de baile de la asociación La Caracola, sacudidas por Candela Guerrero, su queridísima profesora de danza y directora de ‘Tiraña en la memoria’, espectáculo que las marcaría para siempre.

Trabajadora social con la mirada puesta en la educación popularGuerrero recuerda lo mucho que implicó (y significó) el proceso de creación del montaje en el Ateneu Popular Nou Barris, espacio que inspiró a La Caracola. En un viaje a Barcelona hace una década, Guerrero conoció el Ateneu y se dijo que era "exactamente aquello" lo que querían montar en Asturias. Circo social -en su caso, también danza- en un barrio obrero.

La inspiración de Nou Barris

La Caracola nació en el año 2012. "En Asturias hay poquito trabajo y poca gente joven. Habíamos salido un grupo de personas que acabábamos de terminar la carrera y teníamos claro que queríamos quedarnos en Asturias. Si toda la gente que quiere hacer algo un poco diferente nos vamos de Asturias, Asturias no cambia nunca. Yo quiero tener futuro en mi tierra. Creo que es un derecho que tenemos, y un derecho que tenemos que construir porque no nos lo va a construir nadie", se presenta Guerrero.

Montaron el colectivo, y mientras tanto, Guerrero se puso a dar clases de danza en el mismo espacio y todo se mezcló. "En un año revolucionamos el barrio de La Luz, pero totalmente", apunta.

Visita de La Caracola a la fosa común de Tiraña.

Visita de La Caracola a la fosa común de Tiraña.

"Hay un poema de Laura Casielles que dice algo así como que 'si yo tengo este dolor, tengo barro en las manos que tengo que ponerme a hacer el mundo'. En mi familia había un dolor muy grande con lo de la fosa común de Tiraña. A mi bisabuelo lo fusilaron y fue algo que atravesó siempre el dolor de las mujeres de mi familia. Aunque fusilaron a mi bisabuelo, cuando fusilaban a una persona en la casa, cómo sostenían la vida las mujeres, cuando estaban señaladas por rojas y les habían matado al marido, el sustento económico de la casa… Año tras año, mi abuela iba al cementerio el 21 de abril, el día que los fusilaron, a hacer un acto de memoria", narra Guerrero. Una historia que, hasta el nacimiento de 'Tiraña en la memoria', nunca había contado en público. "Era algo muy privado, me costaba mucho verbalizarlo sin emocionarme. Y fíjate que soy ya la biznieta", prosigue la activista asturiana, nieta de una de las impulsoras de la asociación por la memoria de la fosa.

"Caminar la memoria"

"La abuela Mercedines tenía claro que no había olvido. Que lo iban a recordar siempre e iban a caminar la memoria y que las generaciones que venían detrás iban a saber qué había pasado y por qué había pasado. No solo que les fusilaron sino por qué les habían fusilado. Mi bisabuelo era comunista, aunque luego sí que es verdad que la memoria de la fosa la cuidó mucho la agrupación socialista de Laviana. Mi abuela y así eran socialistas de los antes, de los que eran bastante cañeros", cuenta Guerrero.

Mercedines, abuela de Candela Guerrero, en 1992.

Mercedines, abuela de Candela Guerrero, en 1992.

Además de Mercedines -quien murió sin llegar a ver el montaje- hasta hace dos años participaba todos los años en el homenaje uno de los señores a los que lo iban a fusilar aquel 21 de abril. Tenía 15 o 16 años y como lo vieron tan jovencito le dijeron, "vete para casa, que todavía puedes servir a España". Volvió para casa, pero no a servir a España, sino a exiliarse a Francia.

Desde la asociación por la memoria de la fosa pidieron a Guerrero "hacer algo". El primera año hicieron una danza muy sencilla, de tres minutos, en el cementerio. "Yo escribí un texto sobre mi bisabuela Mercedes [la madre de Mercedines], quien del miedo que tenía miraba por la ventana y se movía, se mecía. Y de ese movimiento me inventé un baile con tres de mis alumnas", rememora. El impacto fue tal que se animaron a pensar algo más grande.

"Mi bisabuela Mercedes, del miedo que tenía, miraba por la ventana y se movía, se mecía; ese movimiento inspiró la pieza"

Lo planteó en La Caracola -físicamente en la otra punta de Asturias- y las familias -sobre todo las madres- se volcaron (como siempre). Pese a que no son de tradición militante como Guerrero, son gente de barrio normal y corriente; muchas madres jóvenes que no estudiaron porque criaron pronto; su confianza en Candela es tal que pensaron que si lo proponía ella, estaría bien.

Y así, empezó a nacer 'Tiraña en la memoria', fruto de una "investigación de acción participativa" protagonizada por 30 alumnas de entre siete y 20 años. Una de las primeras cosas que hicieron fue ir a conocer la fosa. "Fue muy bonito porque llovió; hacía un día muy asturiano, e hicimos todo el ritual. Quedamos en la iglesia y fuimos subiendo. Después, en la casa de la cultura de Laviana los familiares contaron por primera vez en su vida, públicamente, lo que había ocurrido allí", relata Guerrero. Para todas aquellas personas fue muy emocionante poner palabras al dolor. "Traspasar el terreno de lo privado y hacerlo delante de un montón de niñas que les miraban sorprendidas y emocionadas; fue un momento muy especial. Son una maravilla de criaturas", sigue contando desbordante de orgullo por 'sus niñas'.

Al regresar empezaron con los talleres. Vino una profesora de la universidad a darles el marco histórico y pidieron a las niñas que preguntaran en casa qué estaba haciendo su familia aquel año. Ahí 'Tiraña en la memoria' pasó de ser "un problema de Candela personal" a un asunto colectivo. Asturias está llena de cunetas.

A partir de todo lo que sintieron durante la investigación crearon el espectáculo, que estrenaron en el teatro del pueblo en el que sucedieron los hechos, que además era la vieja cárcel. "Las crías estaban nerviosísimas. Sentían que estaban haciendo algo importante. Aunque fuera algo pequeñito, es eso que decía Allende de que la historia es nuestra y la hacen los pueblos. Vale, es algo humilde, pero era la primera vez que íbamos a hablar de la fosa común en público y además lo íbamos a hacer con el cuerpo, -concluye-; íbamos a sacar el dolor fuera del cuerpo de la gente y lo íbamos a dejar en el escenario".

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