Resolución de conflictos
Mi hija es muy mandona, ¿qué hago?
Que las niñas den órdenes no tiene por qué ser un problema, te explicamos las razones
Si crees que tu hija es muy mandona, porque has ido al parque y has visto cómo dirige a sus amiguitos, o porque algún compañero de clase le ha proferido esa etiqueta, o por la razón que sea, antes de proponerte algún consejo al respecto, queremos plantearte una pregunta: ¿supone un problema para tu hija? ¿sufre por ello?
¿Mandonas o líderes?
La mentora de familias y escritora del libro “Relájate y educa: soluciones eficaces para los conflictos cotidianos”, Amaya de Miguel, afirma que esta es una queja que se encuentra con frecuencia en sus consultas, especialmente (aunque no únicamente) referida a las niñas.
"Si tu hija no tiene problemas, tiene amigos, es querida y ella sabe querer, permítele ser como es"
Amaya de Miguel nos propone, por lo tanto, “revisar nuestros valores de género”, y añade: “¿Sabías que a las niñas se las llama mandonas y a los niños líderes? Por eso, si tu niña es mandona y feliz, te propongo que empieces a llamarla lideresa, y destierres la palabra mandona de tu vocabulario”.
Por eso es importante que nos centremos en la pregunta que planteábamos al principio de este artículo: ¿tu hija sufre por ello? “Si no sufre, tal vez no sea problema de la niña, sino que su comportamiento choca con tus expectativas. Si tú esperabas tener una niña modosa, tranquila y apacible, y te encuentras con una niña enérgica, asertiva, con ideas muy claras… tendrás que valorar todo lo que tu hija tiene de bueno”, explica Amaya.
Además, también propone que “si tu hija no tiene problemas, tiene amigos, es querida y ella sabe querer, permítele ser como es”.
Cuando ser mandona sí supone un problema
Por otro lado, si estos comportamientos sí suponen un problema para nuestra hija, porque se frustra si no la obedecen, “tendrás que ayudarla a ser una buena lideresa, a negociar y ceder. Sobre todo, tendrá que entender que, aunque sus ideas no sean aceptadas, ella no será rechazada”, indica Amaya.
¿Y cómo conseguimos esto? La mentora de familias nos aconseja que, para que no se sienta rechazada, utilicemos frases como:
- “Los niños sí quieren jugar contigo, porque te quieren y son tus amigos. No les apetece jugar a tu juego, pero disfrutan estando contigo”.
- “Tú no eres el juego que te has inventado. Tú eres María, y a ti te quieren. Tu juego es el pilla pilla, y ahora mismo a tus amigos no les apetece”.
Como señala Amaya, “estas ideas hay que repetirlas para que la niña termine interiorizándolas. No esperes que cambie la percepción de sí misma rápidamente, y no dejes de enseñarle que ella no es sus ideas”.
Cuando las órdenes nos las da a nosotros
Pero, ¿qué ocurre cuando la niña es mandona con nosotros, sus padres? Amaya admite que esta situación es bastante común, “niños que tienen el cetro de mando, y lo tienen porque nosotros se lo hemos cedido sin darnos cuenta”.
Si esto pasa, debemos recuperar la posición de adulto en la familia. “Cambiar de un modelo donde la niña manda a un modelo en el que los padres toman las decisiones es duro: al principio la niña presentará batalla”, afirma Amaya de Miguel. Sin embargo, “vive el conflicto con asertividad y firmeza (y sin agresividad), con el convencimiento de que estás dando a tu hija lo que necesita”.
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