Qué hacer si tu hijo adolescente quiere dedicarse a ser influencer

Elegir la profesión tras finalizar los estudios obligatorios sigue siendo complicado: uno de cada tres jóvenes en España dice querer ser creador de contenido y, además, tener notoriedad pública

Ángeles Castellano

En España, dos de cada tres adolescentes quisiera elegir para su futuro, como profesión, la de influencer. Es la conclusión de un estudio publicado recientemente por la empresa Remitly a partir de los datos acumulados por las búsquedas en internet sobre Cómo ser un (nombre de la profesión). Si bien en otros países de nuestro entorno eligen profesiones como la abogacía, el pilotaje de avión o la escritura, en España la opción vencedora es la de influencer, esto es, creadores de contenido digital con poder de influencia sobre el comportamiento de los demás: una persona que utiliza sus perfiles en redes sociales para promocionar productos o servicios a su comunidad de seguidores, a los que muestra un estilo de vida centrado en el ocio y a los que ofrece, además, consejos y trucos en diferentes campos.

¿Deben las familias preocuparse si su hija o hijo adolescente quiere ser influencer? ¿Qué hacer ante esto? «Nada. Creo que no tenemos que hacer nada como adultos». Verónica Pérez Ruano, psicóloga experta en terapia infanto-juvenil y directora del centro Raíces Psicología Infantil Respetuosa, es bastante rotunda. «Mi opinión, desde la experiencia como profesional, es que esto es más un deseo que una realidad».

Pérez Ruano afirma que quizás lo que sí estamos viviendo es un cambio generacional. La tecnología se transforma de una manera muy rápida, transforma los entornos laborales, y los jóvenes son más permeables a las novedades que los adultos, que suelen ver con rechazo sus propuestas. Pero en el fondo ocurre lo mismo que ha ocurrido siempre. «Tradicionalmente, las criaturas siempre han elegido profesiones rodeadas de fama y glamur. Los niños querían ser futbolistas o estrellas del rock, y las niñas cantantes, actrices, modelos...». Lo que cambia ahora, explica esta experta, es muy poco. «En estas profesiones vemos a gente que aparentemente tienen mucho dinero trabajando poco».

Adolescencia y redes sociales

«El mundo está cambiando muy de prisa y hay incluso profesiones que están desapareciendo y apareciendo otras», explica Pérez Ruano. El cambio respecto de generaciones anteriores está marcado por el desarrollo tecnológico. El acceso a internet desde dispositivos que los adolescentes utilizan desde niños y las redes sociales, esa supuesta ventana a la vida de los demás que no refleja la realidad. «Las redes sociales proyectan una falsa imagen», explica Pérez Ruano, «en el sentido de que lo que se muestra es un estilo de vida que no se corresponde con la realidad». Es importante, por esto, que la juventud sepa cuál es el trabajo real de los influencers, y que lo que muestran en sus perfiles no es más que una parte de su día a día.

Y de la misma manera que las redes sociales no reflejan una realidad compleja y concreta, los adolescentes tampoco son capaces de entender la complejidad del mercado laboral. «Hay profesiones que son más atractivas a los ojos de una persona de 15 ó 16 años que otras. Nadie elige dedicarse de primeras a ser técnico de laboratorio, el mundo laboral está lleno de puestos que no conocemos de primeras», explica Pérez Ruano.

Qué hacer con su futuro

A qué vas a dedicar tu vida laboral, que puede llegar a abarcar cerca de cuatro décadas, es una decisión compleja. Quizás por esto más del 50% de los jóvenes no sabe qué hacer al terminar de estudiar bachillerato. Es la conclusión de otro estudio publicado recientemente por el centro de estudios CEAC.

«Creo que es una decisión muy compleja que hay que tomar a una edad muy temprana», reflexiona Pérez Ruano. «Es lógico que con 18 uno no tenga mucha información para saber hacia dónde encaminar su futuro». Lo normal, explica, es elegir un área, un campo profesional, una decisión que tiene más que ver con la propia experiencia escolar que con un conocimiento real del mundo laboral. Y pone un ejemplo: «Es difícil entender que el mínimo común múltiplo, en matemáticas, luego tiene una aplicación en programación de videojuegos, esto realmente tiene una implicación real, pero con 14 años es muy complejo entender para qué me sirve memorizar esta gran cantidad de datos que no veo que tenga una correlación real con mi mundo de fuera».

Un problema que Pérez Ruano y el equipo de Raíces Psicología Infantil sí encuentran a menudo en sus consultas tiene que ver con la propia capacidad para aprender. «Tenemos la sensación de que el sistema académico les obliga a asimilar mucho contenido, pero no se les enseña cómo aprenderlo y muchos jóvenes se ven en dificultades para hacerlo y empiezan a sacar malas notas». De hecho, su gabinete ofrece un servicio de reeducación pedagógica, que no es otra cosa que aprender a estudiar. «Nuestra experiencia nos hace pensar que el sistema educativo vomita mucha información, pero los jóvenes realmente no saben qué hacer con ella. Vienen a nuestro centro porque quieren aprobar los exámenes, pero no tienen estrategias de aprendizaje».

¿Tiene esto alguna conexión con esa indecisión de muchos jóvenes en relación a su futuro? Pérez Ruano cree que sí. «Los jóvenes sienten una cierta indefensión a la hora de elegir un camino profesional o de estudios y la prueba es que una de las frases que más oímos es: «¿Y yo por qué me tengo que aprender esto?», o «No sé para qué me va a servir saber todo esto». La realidad es que sí tiene una función, y «creo que la escuela tiene que hacer un esfuerzo por explicar a los adolescentes la implicación que tiene lo que están aprendiendo en el mundo real. Ahí fallamos como adultos». Hacerles entender que lo que están haciendo ahora tendrá sentido en el futuro es responsabilidad de los adultos, finalmente. «Con 14 años les exigimos que se pasen muchas horas almacenando información y ellos no entienden para qué sirve, creo que debemos explicarles la relación con el mundo real».

Pérez Ruano cree que esa proyección que viven con los influencers, que aparentemente trabajan poco y viven una vida holgada, en el fondo ocurre a todas las edades: «Los adultos también tenemos esas ideas de proyección, de poder avanzar y dedicarte realmente a algo que te permita vivir una vida más acorde a lo que tú quieres hacer, que no suele ser el trabajo que normalmente estamos acostumbrados a tener».

Suscríbete para seguir leyendo