La ofensiva anticientífica de Trump amenaza la salud global

En apenas un mes al frente de la Casa Blanca, Donald Trump no solo ha sacudido el orden geopolítico mundial, también ha puesto en jaque instituciones públicas que, desde Estados Unidos, son clave en el control de epidemias y en numerosos proyectos de investigación de impacto global en cáncer, alzhéimer y otras enfermedades. La decisión más escandalosa de Trump, aunque no por ello inesperada, ha sido el nombramiento del activista antivacunas Robert F. Kennedy Jr (RFK Jr) como secretario de Salud, el equivalente a ministro de Sanidad. Todo ello en el país que es ahora el epicentro del mayor brote de la historia de gripe aviar altamente patógena, el virus candidato número uno a pandemia. ¿Qué puede salir mal?

De familia y militancia inicial en el Partido Demócrata, RFK Jr es un abogado ambientalista que ha hecho una fortuna a través de libros, conferencias y demandas judiciales a grandes empresas. En las audiencias de confirmación de su cargo ante el Senado de EEUU se negó a retirar la afirmación que lanzó durante una entrevista en la cadena Fox News en 2023: que las vacunas causan autismo. Este bulo se basa en un estudio fraudulento publicado en 1998 por el médico Andrew Wakefield –pareja de la exmodelo y defensora de las pseudoterapias Elle Macpherson–, que planteaba la hipótesis de que la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola provocaba inflamación intestinal, lo que, a su vez, causaba autismo. Pese al pequeño tamaño de la muestra (12 personas), su diseño no controlado y la naturaleza especulativa de sus conclusiones, el artículo en «The Lancet» tuvo un gran eco y la adherencia a la vacuna triple vírica disminuyó.

Wakefield perdió su licencia médica tras descubrirse en una investigación que había actuado «de manera deshonesta e irresponsable» al elaborar su artículo. Más de una docena de estudios de alta calidad no han hallado evidencia alguna de un vínculo entre las vacunas infantiles y el autismo.

RFK Jr también ha justificado la prohibición de la vacuna DTP (difteria, tétanos y tos ferina), asegurando que causa lesiones cerebrales y muerte en 1 de cada 300 niños. Su activismo antivacunas condujo a un brote de sarampión en Samoa que causó la muerte de 83 personas, en su mayoría niños. Además, ha afirmado que el coronavirus de la Covid está diseñado para atacar a las personas blancas y a las negras, y que la población más inmune a él son los judíos y los chinos.

Finalmente, RFK Jr, tras la audiencia del Senado, fue confirmado en su nombramiento. El único senador republicano que votó en contra fue el veterano (83 años) Mitch McConnell, que tenía un buen motivo para rechazar la postura de RFK Jr sobre las vacunas: le diagnosticaron poliomielitis aguda cuando tenía dos años y fue tratado con éxito en un centro de rehabilitación. Otros de su generación no tuvieron tanta suerte y murieron o quedaron impedidos de por vida, antes de que las vacunas pudieran hacer desaparecer prácticamente el virus de la polio en la inmensa mayoría de los países del mundo.

RFK Jr propone también prohibir el glifosato. Formó parte del equipo legal de las demandas que afirmaban sin base científica que este herbicida –muy utilizado en España– provoca cáncer.

Por si hubiera pocas pruebas de su carácter anticientífico, RFK Jr cree en la teoría de la conspiración de los 'chemtrails', las estelas supuestamente tóxicas de los aviones. "Vamos a parar este crimen", afirmó en X. Es, en definitiva, "un loco indocumentado al volante de la salud pública estadounidense", como ha dicho en esa misma red social el médico internista e infectólogo gallego, además de profesor de la USC, Antonio Antela.

El apoyo de Trump, que comparte RFK Jr, al consumo de leche cruda, sin pasteurizar –que puede causar infecciones graves– pudo haber contribuido a su victoria electoral. El estado de Pensilvania –clave en las elecciones, y cuyo gobernador es del Partido Demócrata– denunció a un granjero de la comunidad Amish, Amos Miller, por vender leche cruda. RFK Jr solo consume leche sin pasteurizar y prometió en campaña levantar las restricciones a su distribución.

La leche cruda puede ser también una vía de transmisión del virus de la gripe aviar, que ha afectado a cerca de un millar de explotaciones lecheras en EEUU. En este contexto, la decisión de Trump de abandonar la OMS –seguida también por la Argentina de Milei– resulta preocupante para la comunidad científica, que ha lamentado también los ataques a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), responsables de la vigilancia y el control epidemiológico; y a los Institutos Nacionales de Salud (NIH), el mayor financiador público de investigación biomédica del mundo, como señala la neurocientífica gallega en Houston Sonia Villapol. Un juez federal de Massachusetts bloqueó el 10 de febrero el intento del Gobierno de Trump de limitar los fondos que los NIH pagan a universidades y organizaciones de investigación para cubrir costes administrativos.

Una reunión sobre vacunas prevista para finales de febrero ha sido pospuesta, y la comunidad científica ha protestado por la eliminación de información sanitaria crítica –con datos de gripe y VIH, entre otros– de la web de los CDC.

Solo una de las decisiones de Donald Trump en materia sanitaria ha sido aplaudida por los científicos: la designación de Gerald Parker al frente de la Oficina de Política de Preparación y Respuesta ante Pandemias de la Casa Blanca. Es un veterinario experto en gripe aviar, lo que ayudaría a capear lo que, en manos de RFK Jr, sería una tormenta perfecta.