Día de la mujer
El 8M en la era del autoritarismo
El voto de extrema derecha avanza en toda Europa entre los varones jóvenes en un contexto en que el feminismo se presenta como amenaza

Una imagen de la gran manifestación del 8 de marzo de 2018 en Valencia. / Germán Caballero
José Luis García Nieves
“El autoritarismo empieza a cuajar en toda Europa de la mano de una ultraderecha cada vez más empoderada por una generación de jóvenes que se creen postergados por el feminismo”. La reflexión del historiador Antony Beevor, fedatario de los horrores del siglo XX, apunta a un triángulo con ecos del pasado: avance de las políticas feministas, sentimiento de amenaza en un segmento de la población -el varón joven-, y respuesta autoritaria. Diferentes datos apuntan en esa dirección. Chicos y chicas jóvenes están bastante igualados en actitudes políticas, pero la gran diferencia se da en la pregunta de si ‘el feminismo ha ido demasiado lejos’. Otro: un estudio de FAD Juventud concluía en 2021 que un 20% hombres de entre 15 y 29 años consideran que la violencia machista no existe. Lo considera “un invento ideológico”. En 2019, este porcentaje era del 12%.
“Los hombres jóvenes se han convertido en el grupo de población más derechizado de toda la sociedad, algo que no había ocurrido nunca. Esa posición la ocupaban, tradicionalmente, las mujeres de 65 años en adelante”, explica la doctora en Ciencia Política Anna López. Según la serie histórica del CIS, la brecha ideológica crece. Los jóvenes varones son más de derechas que nunca; y ellas, cada vez más de izquierdas. La fractura es nueva, no existía en las generaciones anteriores. Y avanza. En 2023, los hombres de 18 a 24 años se han autoubicado, de media, en el 5,15 de una escala ideológica que va desde el 1 al 10, siendo el 10 lo más a la derecha posible. En 2019 ellos se colocaban en el 4,39.
El género se esté constituyendo como un “clivaje político” más, una división del voto al estilo de la clase social, la religión o la identidad territorial, añade López. Es un fenómeno global, con un correlato electoral indisimulado. En las recientes elecciones alemanas, la mayoría de hombres jóvenes se decantó por Alternativa por Alemania. La brecha de género con este partido fue de siete puntos; en los demás partidos, entre dos y tres puntos. En España, además, sobresale. En las europeas de 2024, los partidos ultra lograron en el conjunto de la UE como promedio dos votos de chicos de menos de 25 años por cada chica. En España, la proporción fue de 4,6 a 1.
El declive del varón joven
“El feminismo es un elemento que está politizando a los chicos hacia la derecha y, especialmente, a la extrema derecha”, señala Javier Carbonell, analista político en el European Policy Centre (EPC). El feminismo, conviene aclarar, no es la causa; el feminismo es el contexto. Carbonell apunta a factores materiales, muy alejados de la promoción de la mujer, que la extrema derecha está exprimiendo. Los hombres jóvenes han perdido en casi todos los indicadores económicos en las últimas décadas. “Pero lo han hecho porque han perdido todos los jóvenes. Ser joven hoy en día es peor que hace unas décadas: poder adquisitivo, vivienda, o precariedad laboral más alta”. Sin embargo, hay condiciones específicas de los hombres: mientras que la tasa de empleo de las mujeres ha ido subiendo, la de los chicos ha bajado. Además, actualmente se gradúan muchas más chicas en la universidad, y eso ha hecho en algunos países que la brecha salarial de género entre los menores de 25 años se ha revertido y ellas ganan algo más.
Carbonell apunta a un grupo muy concreto: “Ha habido un declive enorme de los chicos jóvenes sin estudios y de clase trabajadora. Los chicos con estudios de clase alta siguen teniendo más riqueza que ellas. Pero los chicos sin estudios y clase baja están peor”. Por tanto, este declive del hombre joven tiene poco que ver con las políticas feministas: está más relacionado con procesos globales como la acumulación de la riqueza, la automatización y cambio tecnológico que afecta a sectores más masculinizados.
El miedo y la derecha 'punk'
Ese voto de malestar, que hasta 2017 se refugió en Podemos o Ciudadanos, desde hace tiempo vira a la derecha. “Ahora ganan porque la extrema derecha se presenta como la alternativa antisistema. Y porque la pérdida de trabajo afecta muy especialmente a la identidad masculina. Seguimos teniendo la idea de que el hombre es el proveedor y afecta al estatus social: frente a otros hombres y frente a las mujeres”, señala Carbonell. Es la “derecha punk”, término que ya usó Umbral en la Transición y que se ha puesto de moda los últimos años.
Anna López, especialista en el estudio de esos movimientos, apunta a que los partidos y sus altavoces mediáticos (influencers, youtubers…) “promueven, por un lado, antiguos modelos de masculinidad y que generan contenido misógino; por otro, son altavoz de una reacción antifeminista ante las reivindicaciones y normas que promueven la igualdad. Se apela al miedo de los hombres a perder su posición de poder en favor de las mujeres”.
Las extremas derechas consideran que las leyes de igualdad refuerzan el supremacismo de la mujer y del perjuicio social del hombre al introducir una discriminación positiva hacia la mujer que crea una situación de desigualdad entre géneros, constata la experta. Si esas políticas vienen del Gobierno, y los gobiernos de todo signo están comprometidos con el avance de la mujer, el que se sitúa fuera del marco se consolida como referencia antisistema. De ahí la denuncia de “la dictadura de la políticamente correcto”, por ejemplo en España. Ahí están las referencias de Vox a la “ideología de género”. 2018, año de la llegada de Pedro Sánchez al Gobierno, fue también el de la activación de una marea feminista, huelga incluida.
¿Una nueva masculinidad?
Esa dinámica de ‘avance y reacción’, el péndulo de la historia, tiene otras consecuencias. “El discurso público antifeminista que abandera la ultraderecha también provoca el efecto ‘dique de contención’ y se traduce en la movilización electoral de las mujeres”, cuando se sitúan derechos en el disparadero, como el del aborto, o se niega la violencia machista, apunta López. Ocurrió en España, tras los acuerdos del PP y Vox tras mayo de 2023. Semanas después, en las generales del 23J, destacó la mayor movilización de mujeres, que se volcaron de forma decisiva a favor de PSOE.
¿Cómo se sale del laberinto? La solución parece estar es más y no menos política. Javier Carbonell abre un melón: “El progresismo todavía no ha articulado una buena noción de masculinidad positiva. ¿Cuál es el ideal de masculinidad positiva, que sea atractivo para los hombres? Al mismo tiempo que se critica una masculinidad tóxica, hay que desarrollar un modelo de masculinidad positiva y atractiva. Aún no hemos dado con la tecla. Y a ahí los hombres tenemos mucho que hacer”. Discurso, pero también políticas: tanto socio-económicas para mejorar las condiciones como feministas: “La solución no puede ser que el feminismo se modere, sino que se han de hacer más políticas para mujeres y para hombres jóvenes”, concluye.
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