Un negocio de éxito
En la autoescuela donde los famosos se sacan el carné en 15 días: manuales "adaptados" al examinador y test personalizados
Bayona, Quevedo, Blanca Suárez, Escassi, El Mago Pop o Feliciano López, entre otros muchos, han pasado por la autoescuela San Cristóbal, em Cuenca, que tiene una tasa de aprobados en dos semanas del 75%
"Nos viene gente hasta de Múnich", dice su director, sobre el que se inspiró un personaje de la serie de comedia 'No me gusta conducir'

Maletas arracimadas en el hall de la Autoescuela San Cristóbal, famosa por que te puedes sacar el carné en / JOSÉ LUIS ROCA
Al 'Cordobés' se le recuerda en el humilde barrio del Pozo de las Nieves de Cuenca porque ayudaba a las abuelas a llevar la compra por las escaleras: "Se subía tres plantas con las bolsas el tío". A Paco León le gustó tanto el coche con el que hizo las prácticas y se sacó el carné de conducir, un Mercedes Clase A "verde botella", que se lo compró a Rafael Lozano, el dueño de la autoescuela, y se estrenó con su "L" viajando a Barcelona del tirón: "Salió a las tres o así y me llamó a las once de la noche que ya había llegado".
A Lucas, el de Andy y Lucas, le catearon el examen teórico porque se negó a comprar un pececillo para la enorme pecera del centro de formación -"Mira que se lo advertí a todos", bromea Rafael- y Juan Diego Botto, tras sacarse el carné, se quedó unos días más en el hotel San Julian porque "decía que estaba muy bien allí; es que hacen unos potajes para comer, y unas paellas...".
Bienvenidos a la Autoescuela San Cristóbal, la autoescuela de los famosos, donde sacarse el carné en 15 días no es una quimera, sino una realidad. "Tenemos una tasa de aprobados en 15 días del 70-75%. Aquí se viene a estudiar, ¡eh!. Pasamos lista todos los días, como en los salesianos", advierte Rafael Lozano, su dueño, sobre un centro que se ha especializado sin quererlo en famosos y personajes del papel couché: "Esto es como el Gran Hermano".
Las azafatas del Gran Prix
Desde que allá por los años 90 "las azafatas del Gran Prix de Ramón García" fueran las precursoras, no han dejado de venir. De Feliciano López a Blanca Suárez. De Juan Antonio Bayona a Paquirrín. De Federico Jiménez Losantos a Carmen Portier. De Cayetano Rivera al Mago Pop o Muñoz Escassi. "Es que se fue corriendo la voz, sobre todo entre representantes y conocidos de conocidos", cuenta Rafael, que atiende a EL PERIÓDICO en su amplia oficina decorada de fotografías y reconocimientos.
Varias maletas se arraciman en el hall de entrada. Hoy es día de examen y también de inicio de curso. Unos acaban de llegar y otros se irán tras esta angustiosa reválida sobre ruedas.
Los alumnos vienen de todas las partes de España. De Madrid, de Valencia, del País Vasco, de Cataluña. "De allí cada vez más, hasta de La Jonquera vienen muchos. Es que es una vergüenza lo que está pasando allí, hay ocho meses de espera para poder examinarte". Su fama traspasa incluso fronteras: "Nos viene también mucha gente del extranjero. De París, de Ámsterdam, de Múnich; de Alemania es que nos vienen muchos, parece que allí es muy difícil sacárselo".
La clave de San Cristóbal es que es un método intensivo, lo que permite a los alumnos con poco tiempo quitarse el marrón rápidamente. "Cuando mi padre me dijo de venir a trabajar con él me di cuenta que la gente se desanimaba mucho, lo dejaba y luego costaba volver, así que había que idear algo". Así, establecieron que la primera semana sería de clases teóricas a saco. "De ocho a dos de la tarde y de cuatro a ocho, con media hora de descanso cada hora y media". La segunda semana, si se aprueba el teórico, las prácticas. Cuatro clases de 45 minutos al día y el resto del día, detrás del coche "a prestar atención a las indicaciones del profesor".
Más de mil alumnos al año
Más de mil alumnos se sacan el carné cada año en la autoescuela de Rafael, que ya solo tiene huecos libres para el 30 de julio. Ser el mejor tiene su precio. Estar siempre al quite, entre otras cuestiones. "El método lo vamos cambiando cada poco según la normativa. Los alumnos nos van diciendo las preguntas que van saliendo, las recopilamos y actualizamos el libro, lo adaptamos. Sabemos hasta psicológicamente su forma de preguntar. Aquí cada uno hace su propio libro. Nosotros hacemos un resumen, pero luego cada alumno tiene que tomar sus notas según las explicaciones de las clases. Todo se proyecta. La gente lo pilla más fácil y además al menos te garantizas que una vez al menos se leen el libro".
Tras las primeras clases de contacto, durante dos días se lían a hacer test y un programa acumula en una base de datos qué fallos tiene el alumno para insistirle en siguientes test sobre esos aspectos. Es decir, se personalizan los exámenes para que cada alumno mejore en lo que flojea. "Igual uno que se le dan bien las luces se le dan mal las velocidad, así consigues pasar de 13-14 fallos a cero o uno".
Todos los alumnos hablan delicias de Rocío, la 'profe' del teórico. "Es increíble, aunque no te guste te lo hace atractivo desde el primero minuto", cuenta Xavi, unos 25 años, que ha venido de Barcelona y está esperando el resultado del examen práctico mientras apura una cerveza en el bar de al lado de la autoescuela. Es media mañana de un lunes, pero los altavoces escupen temas discotequeros de los 90 a todo trapo. Hay varios grupos de veinteañeros tomando algo, algunos con la "L" en la mesa. "Aquí se crean pandillas", detalla Rafael al saludar a varios de ellos como si fuera su trío preferido. "Nos hemos conocido hoy", cuenta una de las alumnas, que viene de Madrid, sobre el grupo con el que toma algo.
Fiestas de alumnos
Hay ambiente como de campus universitario. Los grupos conviven durante dos o tres semanas en la ciudad y se montan hasta fiestas en los apartamentos o hostales y hoteles que se pueden alquilar gracias a los convenios que tiene Rafael. Hostales y hoteles desde 27 euros -"muy decentes" hasta 45 con todo incluido. "Hay gente que se queda en el Parador", revela Rafael, que presume de que este año "han salido ya tres bodas" de la que gente que viene a la autoescuela, parte importante de cuyo éxito llega directamente de las manos de Rafael, locuaz, divertido, único. Parece un presentador de televisión.
Tras unos pocos días en la autoescuela, Botto se lo dijo: "De aquí podría salir un guion". Años después, en el 2022, Botto protagonizaba la serie de comedia 'No me gusta conducir', uno de cuyos personajes estaba inspirado claramente en la autoescuela de Rafael. Carlos Areces le interpretaba a él. "A mí no me llamaron, pero estaba claro de donde venía. Yo estaba fuera cuando se estrenó".
Cada curso consta de entre 34 y 40 alumnos [ahora es época de estudiantes, en otoño más de profesionales, más mayores], y siempre suele haber alguno que "necesita quedarse varios días más" o que suspende y tiene que repetir el examen, para lo que hay una sala en el bajo para formar en recuperación. "Todo va en razón de la edad, claro. Con 20-22 años va más rápido. Con 40 años igual ya te tienes que ir a 30 clases", dice Rafael, que asegura que formarte en Cuenca "es muy completo porque tienes que circular por casco urbano, autovía y carretera interurbana".
Entre otras claves de su éxito está "tener una profesora de teórica para dar clase todo el día y tratar a la gente como personas y no como números. Aquí hay colas para entrar de las 7.45 de la mañana, que los comerciales alucinan. Los padres nos llaman para darnos las gracias. Es una enseñanza de calidad. Si es que hay gente que nos viene de Lérida o Zaragoza con cinco suspensos. Eso es que no les han enseñado, ¡joder!", se indigna Rafael, consciente de los problemas del sector y que insiste en que hay que "privatizarlo" para que no haya el "colapso actual que hay en la DGT".
1.300 euros con 15 clases prácticas
El precio por las dos semanas y 15 clases prácticas más tasas es de 1.300 euros. A Rafael, dice, no le interesa que los alumnos se excedan pidiendo clases extra. "Si es que yo vivo de los aprobados, para que me dejen el hueco para otra persona", razona el director de la autoescuela, que cada dos años cambia de flota de vehículos -en la actualidad tiene Audis A1- y que ha tenido este año como celebrity más destacada al mismísimo Quevedo. "Fue a raíz de un conocido, ya no sé si me estoy haciendo mayor o qué pero ya hay muchos famosos ni los conozco. Nos dicen ahora que somos el Walt Disney de los youtubers".
Cada famoso, añade, tiene sus particularidades, como los toreros o novilleros, "que te vienen entre el Pilar, que es cuando acaba la temporada, hasta que empiezan en enero a hacer las Américas. A ellos, por ejemplo, les tienes que ayudar para conseguirles un gimnasio para que entrenen a diario. La verdad es que todo esto es la leche, alucina", se sonríe, consciente de que lo que hace no lo hace nadie en España. Con algunos de los famosos ha entablado amistad para siempre. "Cuando estuve muy malo, ingresado en Madrid, Javier Gutiérrez vino a verme al hospital. Es un figura".
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