Catolicisimo, emociones y salud
Abecedario emocional del papa Francisco
El Pontífice dejó escrito en sus memorias un compendio de reflexiones sobre valores básicos del humanismo
Francisco combina vivencia familiares íntimas con enseñanzas filosóficas con decenas de referencias progresistas
"Si un sueño se debilita, hay que volver a soñarlo otra vez, en nuevas formas", proclama

El Papa Francisco gesticula mientras reza el Ángelus , en una imagen de archivo. / Gregorio Borgia / AP
Fidel Masreal
El Papa Francisco ha fallecido este lunes a la edad de 88 años en su residencia de El Vaticano, en Roma. Francisco ha imprimido un giro social a la institución católica, con una mirada humanista y progresista, abriendo la Iglesia a mujeres y gais. También ha descargado guerras entre facciones progresistas y conservadoras del catolicismo. Pero, ¿Cuál es el pensamiento directo del Pontífice sobre lo más íntimo, sobre las emociones propias y ajenas, sobre los problemas psicológicos, sobre la salud mental? Así pensaba y escribía directamente Francisco al respecto.
La amabilidad
"A veces da la impresión de que nuestra sociedad quiere convertirse en una civilización de las malas maneras y de las malas palabras, casi como si fuesen símbolo de emancipación. Lo notamos no solo en el ámbito privado, sino incluso en el discurso público. La amabilidad, el cuidado, la capacidad de agradecer se ven a menudo como muestra de debilidad, suscitan desconfianza, a veces hasta hostilidad.
Hemos de ser intransigentes en la educación para la gratitud y el reconocimiento
Pero esta tendencia ha de ser contestada, en todas partes, desde el núcleo originario de la sociedad, desde el seno de la familia. Hemos de ser intransigentes en la educación para la gratitud y el reconocimiento: la dignidad de la persona y la justicia social pasan ambas por aquí.
La belleza
"[El bautismo] Es un don que nos hace pertenecer a Dios, nos regala la alegría de la salvación, nos dice que no estamos solos tanteando en la oscuridad de la historia, nos adentra en su pueblo. Y nos pide que miremos la vida como la mira Él, que ve siempre en cada uno de nosotros un núcleo indeleble de belleza. La última palabra sobre la historia del hombre no es el mal, no es el odio, no es la guerra, ni es la muerte".
Dios nos pide que miremos la vida como la mira Él, que ve siempre en cada uno de nosotros un núcleo indeleble de belleza
El comunismo
"Una vez dije que los comunistas nos habían robado la bandera, porque la bandera de los pobres es cristiana, y sin duda es verdad: el protocolo con el que seremos juzgados, recogido en el capítulo 25 del Evangelio de Mateo, va antes que Lenin. En todos los sentidos.
los comunistas nos habían robado la bandera, porque la bandera de los pobres es cristiana, y sin duda es verdad
Quien cree en Dios, quien cree en Jesucristo y en su Evangelio, sabe que el corazón del Evangelio es el anuncio a los pobres. No hay más que leerlo
La cultura
"Quien se olvida de su propia cultura, de sus raíces —de una familia de campesinos como aquella de la que procedíamos nosotros, por ejemplo—, tarde o temprano recibirá un batacazo que se la recordará, tal y como le ocurrió a esa muchacha desmemoriada cuando pisó sin darse cuenta las púas de un rastrillo. Es terrible cuando la consagración a Dios se considera un ascensor social. Le dije a aquel joven jesuita: ¡no te almidones el alma, por favor! Sé siempre maya. Jesuita y maya. Inculturarse no quiere decir en absoluto olvidarse de la cultura de uno: al revés, quiere decir hacerla crecer.
Le dije a aquel joven jesuita: ¡no te almidones el alma, por favor! Sé siempre maya. Jesuita y maya
Tenemos que inculturarnos hasta el final".
El diálogo
"Recordar, caminar juntos, proteger. Proteger cada vida, reconociendo su inviolable dignidad. En estos imperativos morales subyace la lección de Hiroshima. Una lección que no es en absoluto utópica. Al revés: es realismo cultural, social, político. Y coincide con la aspiración de millones de hombres y mujeres de todas partes. El camino creativo del diálogo, también en el bendito esfuerzo que supone, es el único antídoto contra la locura destructora que hemos conocido y que todavía conocemos"
El (des)encuentro
"Esto es algo que hoy en día siempre aconsejo a las parejas casadas con que me reúno: si no podéis evitarlo, peleaos, y, si es necesario, romped algún que otro plato, en cierto sentido es muy normal, pero con la condición de que nunca lo hagáis delante de los niños y de que hagáis las paces antes de que acabe el día. Porque la guerra fría del día después es realmente peligrosa. Creo que estas anécdotas contienen el germen de lo que con los años he bautizado con el concepto de cultura del encuentro. En el fondo, se trata de un deseo y una aspiración que llevo dentro desde que era niño".
La esperanza
"Es sobre todo la virtud del movimiento y el motor del cambio: es la tensión que une memoria y utopía para construir como es debido los sueños que nos aguardan. Y, si un sueño se debilita, hay que volver a soñarlo otra vez, en nuevas formas, recurriendo con esperanza a las ascuas de la memoria".
La guerra
"¿Qué deja, insisto, una guerra? Por norma, los gérmenes para un nuevo conflicto, para otra violencia, para otros errores y horrores. Muchos historiadores ponen de relieve que, de distintas maneras, el régimen nazi y el ultranacionalismo, en varias regiones europeas, no son más que producto del conflicto previo. Y tampoco hoy la carrera armamentista, la extensión de las zonas de influencia, las políticas agresivas y violentas conllevan estabilidad. Jamás. No existe la guerra inteligente: la guerra solo sabe causar miseria; las armas, únicamente muerte. La guerra es idiota. Es algo que la gente casi siempre ha comprendido, la gente no es idiota".
La humildad
"Cultivemos magnanimidad, dulzura y humildad: son las actitudes sencillas, las pequeñas cosas señaladas por san Pablo a una comunidad cristiana de los orígenes, la de los Efesios (Ef 4, 1-6), para construir la paz y consolidar la unidad en el mundo, en la sociedad humana. Es una enseñanza siempre eficaz, también hoy".
El juego
"Un gran escritor latinoamericano, Eduardo Galeano, cuenta que un día un periodista le preguntó a la teóloga protestante Dorothee Sölle: "¿Cómo le explicaría a un niño qué es la felicidad?". "No se lo explicaría —respondió ella—, le daría una pelota para que jugara".
No hay mejor manera de explicar a alguien qué es la felicidad que hacerlo feliz".
La memoria
"Es importante que los jóvenes puedan recuperar de sus abuelos, de sus padres y de sus madres aquella memoria y aquellas raíces, para que no haya un vacío o para que no se cometan los mismos errores. Que conozcan, por ejemplo, cómo nace y crece un perverso populismo, el soberanismo que se resguarda y se aísla: solo hay que pensar en las elecciones federales alemanas de 1932-1933 y en Adolf Hitler".
El odio
"Vivimos tiempos en los que parece que resucitan y se difunden sentimientos que muchos consideraban superados: de recelo, de temor, de desprecio, incluso de odio hacia individuos o grupos a los que se considera diferentes por su etnia, nacionalidad o religión. Son sentimientos peligrosos e insanos, que inspiran además actos de intolerancia, discriminación, violencia y negación de la dignidad de las personas y de sus derechos fundamentales. Me preocupa que en el mundo de la política se caiga en la tentación de instrumentalizar los miedos o las dificultades objetivas para ofrecer falsas promesas y por intereses electorales miopes".
El populismo
"Que los jóvenes sepan de qué modo empiezan los populismos. Y de qué manera pueden terminar. Las promesas que se basan en el miedo, el miedo al otro ante todo, son las proclamas habituales del populismo, y el principio de las dictaduras y de las guerras. Porque, para el otro, el otro eres tú".
Las promesas que se basan en el miedo, el miedo al otro ante todo, son las proclamas habituales del populismo
Las villas
"En esos extrarradios que para la Iglesia deben ser cada vez más el centro, un grupo de laicos y de sacerdotes como el padre Pepe viven y dan testimonio del Evangelio todos los días, entre los descartados de una economía que mata. Quien dice que la religión es el opio del pueblo, un tranquilizador relato para alienar las conciencias, haría bien en ir un día a las villas: vería que, gracias a la fe y a esa dedicación pastoral y cívica, han mejorado de manera increíble, pese a las enormes dificultades. También conocería una gran riqueza cultural. Experimentaría, como con la fe, que toda ayuda es siempre un encuentro, y que podemos aprender mucho de los pobres
El romanticismo
Los largos sollozos de los violines del otoño hieren mi corazón… La niebla, la nebulosidad de la existencia, es un lugar de relación. Cuando me adentro en ella, sucede algo importante, es una señal que me advierte de que preste atención: algo está ocurriendo y la vida me exige una respuesta.
La niebla, la nebulosidad de la existencia, es un lugar de relación
También he aprendido a dar un paso hacia delante. Por eso siempre me han gustado los románticos, tanto en la música como en la literatura".
La tristeza
"La melancolía siempre ha sido una compañera de vida; aunque de manera no constante, desde luego, ha formado parte de mi alma y es un sentimiento que me ha acompañado y que he aprendido a reconocer. Me he sentido identificado muchas veces con los versos de Paul Verlaine: 'Les sanglots longs des violons de l’automne blessent mon coeur…' (...)
Dios
"Aunque sea una vida desastrosa, destrozada por el vicio, la droga o cualquier otra cosa, Dios está ahí. Se puede y se debe buscar a Dios en cada vida humana. Aunque un terreno esté lleno de maleza, siempre queda un espacio donde puede crecer la buena simiente. Y Dios no se limita a tranquilizarnos psicológicamente, como si fuera un ansiolítico. Va mucho más allá: nos ofrece la esperanza de una vida nueva. Uno no se queda atrapado en su pasado, sea el que sea, sino que empieza a mirar el presente de otra manera".
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