Ascienden ya a 30 los mineros muertos en las explosiones de grisú ocurridas en la madrugada del pasado domingo en una mina en la región de Kemérovo, corazón de la cuenca hullera siberiana, informaron ayer las autoridades rusas. "Los equipos de rescate han encontrado a otros 17 mineros. Por desgracia, todos están muertos", afirmó ayer el ministro de Situaciones de Emergencia de Rusia, Serguéi Shoigu, citado por las agencias rusas.

Añadió que continúa la búsqueda de otros 60 mineros y miembros de los equipos de salvamento que descendieron a las galerías accidentadas tras la primera explosión y que aún se encuentran atrapados bajo tierra.

"Seguimos buscando. Esperamos salvar al resto", dijo Shoigú, que reconoció que los equipos de rescate tienen menos de 48 horas para salvar la vida de los atrapados.

El ministro señaló que los sistemas de drenaje de agua de la mina resultaron inutilizados por las explosiones, por lo que existe amenaza de inundación, lo que pondría en mayor riesgo la vida de los mineros y complicaría las labores de rescate.

En el momento de la primera explosión en la mina Raspádskaya, 359 trabajadores se hallaban en su interior, de los cuales la mayoría pudieron ser evacuados en un primer momento.

Kemérovo ha sido escenario en los últimos años de los mayores accidentes mineros ocurridos en Rusia, uno de los mayores productores mundiales de carbón.

El mayor accidente minero de los últimos 60 años en este país tuvo lugar en marzo de 2007, cuando 108 mineros murieron debido a una explosión de grisú en la mina Ulianóvskaya.

Dos meses más tarde, otros 38 trabajadores perdieron la vida a causa de una explosión de metano en la mina de carbón Yubiléinaya, también en Kemérovo.

El presidente Medvédev también ordenó al fiscal general, Yuri Chaika, que comience las investigaciones en la causa de las explosiones y que encuentre al responsable de la tragedia.