El cuerpo sin vida de una joven rumana de 25 años fue encontrado el pasado lunes en el interior de un maletero de un vehículo calcinado aparcado en la carretera del municipio mallorquín de Muro. El novio de la joven había denunciado su desaparición un día antes, según confirmaron fuentes de la Guardia Civil.

Así, la Policía Judicial de la Guardia Civil está investigando este suceso, que apunta a que puede tratarse de un crimen, debido a que la mujer tenía las manos atadas y se encontraba dentro del maletero del coche de su novio, aunque todavía no se ha practicado ninguna detención.

La llamada de un vecino alertó sobre las 20.49 horas del lunes de la presencia de un turismo que ardía en llamas en la vía que une Muro con Can Picafort. De inmediato, el Servicio de Emergencias del 112 puso en marcha el correspondiente protocolo de actuación y desplazó al lugar a varios facultativos.

Un equipo de Bomberos junto con agentes de la Guardia Civil y de la Policía Local acudieron también al kilómetro 5,500 de la carretera Ma-3431, en la intersección del camino de Son Morell, donde localizaron el turismo envuelto en llamas. Después de que los bomberos sofocaran el incendio, los efectivos localizaron un cuerpo humano calcinado en el interior del vehículo.

Tras realizarle la autopsia, se ha descubierto que el cadáver pertenece al de la mujer de 25 años, cuya desaparición había sido denunciada por su compañero sentimental. Aún así, el forense encargado de realizarle ayer la autopsia al cuerpo sin vida de la joven decidió enviar muestras de ADN del mismo a un laboratorio científico de Barcelona para que se hagan las pruebas de ADN pertinentes, con el fin de certificar la identidad del cadáver.

Así lo confirmaron fuentes de la Guardia Civil, quienes señalaron que pese a que todo apunta a que el cuerpo pertenece a la joven rumana de 25 años, cuya desaparición había sido denunciada por su novio, el mal estado del cadáver, que estaba completamente calcinado, ha impedido que la autopsia pueda revelar su identidad.

Granada

Por otro lado, la familia de la enfermera que murió el pasado 11 de julio en Gran Canaria al ser supuestamente envenenada por su marido aseguró ayer después de su entierro en Granada que no podían sospechar nada y mostraron su indignación por el hecho de que el presunto autor haya podido acceder a esos medicamentos.

En un acto al que acudieron familiares y amigos, la enfermera fue enterrada sobre las 15.00 horas en el cementerio San José de la capital de Granada, su ciudad natal, después de que su cuerpo llegara al mediodía al Aeropuerto Federico García Lorca Granada-Jaén en un vuelo desde Gran Canaria.

El tío de la víctima, José Luis González-Cuadros, dijo que era «imposible sospechar» que pudiera ocurrir un hecho de estas características porque el presunto autor «la tenía entre algodones», lo que a su juicio muestra que lo ha hecho «de una manera premeditada con tiempo, anulando su voluntad mediante psicóticos, según dicen los periódicos». Este familiar añadió que «puede estar negándolo eternamente, lo que no puede negar es la cantidad de medicamentos que tenía porque se le pilló in fraganti» y aseguró que «no lo va a admitir nunca porque es un cobarde», por lo que espera que no prospere su defensa porque «la policía tiene suficientes datos».