Un nuevo tiroteo a manos de un adolescente acabó ayer en tragedia y con la conmoción de la comunidad internacional. El joven acabó con la vida de toda su familia, prendió fuego a su vivienda y finalmente se suicidó en el distrito neoyorquino de Staten Island, según se extrae de las primeras indagaciones realizadas por las fuerzas de seguridad.

El cadáver del asesino fue encontrado sobre su cama y según la versión policial, bajo el brazo tenía una vieja cuchilla sin mango. Los cuerpos de sus hermanos Brittany, Melanie y Jermaine –de diez, siete y dos años respectivamente– se hallaron en el salón de la vivienda. El joven degolló a Brittany y Melanie.

Aunque al pequeño Jermaine lo encontraron con vida, falleció camino del hospital. La gravedad de sus quemaduras y las de la madre, Jones, hicieron imposible determinar si también fueron degollados, tal y como publicó ayer el New York Post.

La policía cree que C. J. inició el fuego junto a la puerta de entrada del apartamento la madrugada del jueves, a las 4.14 horas (las 10.14 hora peninsular española). Raquel Sagone, vecina de la planta de abajo, declaró haber oído a un niño gritar y a alguien golpeando la puerta de la vivienda.

Investigación

Si bien en una primera inspección no se encontró nada sospechoso, un examen más cercano de los cuerpos y de otras pruebas hicieron que los investigadores cambiaran de opinión.

En este sentido, los vecinos de esta familia dijeron a los detectives que habían visto al joven quemando papeles en la calle la semana pasada y también el miércoles, pocas horas antes del suceso. Igualmente, otras fuentes apuntaron que el joven fue expulsado de una piscina pública por prender fuego. Por otro lado, recientemente había agredido a un subdirector de su instituto.

Tras enterarse de la tragedia, la abuela del menor, Anderson, no daba crédito a lo sucedido. «No me lo creo (...). Mi nieto no tiene nada de asesino», declaró la mujer a los medios.