Un nacimiento que no compensa una pérdida. Un lugar que nadie podrá ocupar. Una llegada inesperada se entremezcla con una ausencia que duele a cada minuto que pasa en el número 11 de la calle Honduras, en la Barriada de Yeoward (Vecindario). Hace sólo seis meses apareció Aday en la vida de Ithaisa Suárez, fruto de una nueva relación con el atleta Jonathan Guisado. Pero hace ya cinco años, mil ochocientos veinticinco días con sus respectivas noches, a veces más largas que los días, que desapareció Yeremi Vargas. Eran las 13.30 horas del 10 de marzo de 2007, tenía sólo siete años y se lo tragó la tierra cuando jugaba con su bicicleta en el pequeño parque ubicado junto a su domicilio, en el que se celebraba el cumpleaños del abuelo de Yeremi. Cinco años después, la desaparición del pequeño es uno de los misterios sin resolver más enigmáticos de toda Europa, junto a la de la joven Sara Morales, también grancanaria, que desapareció pocos meses antes cuando tan sólo contaba 14 años.

Un grupo especializado de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil se ha desplazado a Gran Canaria para trabajar en la aparición de nuevas pruebas en el 'caso Yeremi Vargas'. El pasado jueves, dos agentes del Instituto Armado visitaron la casa de la familia en Vecindario. Al parecer, los investigadores trabajan desde hace semanas en unas pistas que situarían ropa del menor en un vehículo, pero que necesitarán de colaboración ciudadana para que puedan llegar a conclusiones algo más precisas. Por tal motivo, el lunes, la UCO dará una rueda de prensa en Madrid para poner sobre la mesa los detalles justo en la semana en que se cumplen cinco años de la desaparición del menor. Mientras, la familia de Yeremi sobrevive con la angustia.

"Tengo la esperanza de que me traigan a mi niño". Es lunes, 9 de abril de 2007. Se cumplen treinta días de la misteriosa desaparición de Yeremi Vargas y su madre, Ithaisa, muestra signos evidentes de cansancio. Parece una pesadilla, pero no lo es. La Guardia Civil interroga a fondo a la expareja de Ithaisa, con algunos problemas de drogas, en busca de alguna pista que indique el camino a seguir para encontrar el paradero del menor. Los interrogatorios a Juan Francisco Vargas, padre de Yeremi, son durísimos. Gran Canaria en peso vive sobresaltada la angustia de Ithaisa y su familia. José Suárez, abuelo de Yeremi, aún no se lo cree y se levanta cada mañana para participar en los rastreos en busca del niño. "Deprimidos en casa poco hacemos", afirma Milagros Suárez, hermana de Ithaisa, tía de Yeremi Vargas.

Más de cuatrocientas personas rastrean palmo a palmo la localidad de Vecindario, en el sureste de Gran Canaria. Barrancos, descampados, pozos, carreteras poco transitables... La Guardia Civil, el Ejército, la Policía Local, vecinos, Protección Civil, todos se suman a la búsqueda del menor. Tan sólo han pasado 48 horas de la desaparición de Yeremi y los helicópteros del Grupo de Intervención en Emergencias (GIES) sobrevuelan las cumbres de Gran Canaria en busca de indicios. "No he dormido desde entonces", sostiene Milagros Suárez, tía del niño. "Esto es lo más angustioso y horrible que le puede pasar a una familia", afirma. En esos momentos, ninguna hipótesis está descartada y las salidas de Gran Canaria por aire y mar completamente bloqueadas por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. "Creo que a mi hijo se lo llevaron en un coche y lo tienen retenido por la repercusión del caso", afirma la madre. Se desbordan los ríos de tinta. En cinco años de misterio, LA PROVINCIA ha publicado más de trescientas páginas referentes al caso, que sigue siendo eso, un misterio. Un gran misterio.

El crematorio

La detención de un presunto violador propietario de un crematorio de animales en el municipio de Telde, relativamente cerca de la casa de Ithaisa Suárez, angustia todavía más a la familia del menor y a la de Sara Morales, la otra joven desaparecida en Gran Canaria. Es febrero de 2008, ha pasado casi un año de la desaparición de Yeremi y la Policía Científica se adentra en el crematorio en busca de pistas. Monos blancos, en plan CSI, captan la atención de las cámaras, con el presunto violador, Marcos R., presente. Tampoco hay resultados: "Se han analizado las cenizas y otros restos en el crematorio y no hay rastro del niño en ese sitio", aseguro un portavoz de la UCO.

"Mientras no encuentren a mi hijo sin vida, para mí está vivo y seguiré poniendo mi esperanza en encontrarlo", se consuela Ithaisa, muy agradecida por la labor de la Guardia Civil: "Están trabajando duro para darnos una respuesta y confiamos en ellos", afirma la madre. Para entonces, decenas de videntes tratan de sacar tajada de la desesperación de la familia, a la que llaman constantemente para ofrecer información a cambio de dinero.

En el colegio público El Canario, decenas de niños muestran los primeros signos de ansiedad e inquietud. Sólo ha pasado una semana desde que falta a clase uno de sus compañeros y los profesores, preocupados, piden a los padres que se evite hablar con los menores de la desaparición y solicitan la ayuda de psicólogos. "A los niños les provoca angustia ver la silla de Yeremi vacía", afirma José Socorro, director del centro, mientras la Guardia Civil detiene a un joven por extorsionar a la familia y pedir seis mil euros por un rescate. Ya no queda un pozo que revisar, una galería que atravesar ni un sendero que mirar, pero "creemos que todo se arreglará satisfactoriamente", mantiene el entonces delegado del Gobierno en Canarias, José Segura. Mientras, el tiempo pasa sin rastro alguno de Yeremi Vargas.

"El juez ordena registrar y excavar en la vivienda del líder de la secta del kárate". Un contundente titular a cinco columnas levanta de la cama a Ithaisa el 10 de abril de 2010. Hace más de tres años que no ve a su hijo. Y hace tres meses que en Canarias no se habla de otra cosa que no sea la 'secta del kárate', una presunta red de abusos sexuales a menores que da con los huesos del cinturón negro Fernando Torres Baena y dos mujeres más en prisión, después de un centenar de relatos atroces sobre todo tipo de prácticas sexuales con niños. Durante una semana, excavadoras del Ejército ponen patas arriba la vivienda y se intensifican los datos sobre las clases de kárate que en su día recibió Yeremi Vargas, pero no hay rastro de su cuerpo en la casa. Ni en ningún otro sitio.

El 18 de julio de 2011 Yeremi habría cumplido 12 años. Ithaisa recibe a varios periodistas en su domicilio, embarazada de Aday, pero con una amargura que recuerda al inicio de la nueva novela de Paul Auster, Diario de Invierno: "Piensas que nunca te va a pasar, imposible que te suceda a ti, que eres la única persona del mundo a quien jamás ocurrirán esas cosas..."