La investigación del crimen de la pequeña de 12 años Asunta Basterra Porto, cuyo cadáver apareció hace diez días en una pista forestal de Teo, continúa sin pausa a la espera de conocer los resultados de los análisis toxicológicos y periciales remitidos a Madrid. El magistrado compostelano José Antonio Vázquez Taín, instructor de la causa y que envió a prisión provisional a los padres de la menor por presunto delito de homicidio, se centró ayer en el interrogatorio de una docena de testigos. Su objetivo es conocer a través del entorno de la niña como era la convivencia de Asunta con su madre, Rosario Porto, y su padre, Alfonso Basterra. Y es que en fuentes próximas al caso se asegura que en esta relación familiar puede estar la clave de lo ocurrido.

Entre los testigos que pasaron por el Juzgado de Instrucción número 2 de Santiago figuran allegados, amigos de la pareja, profesores y compañeros de la niña asesinada. Una de las declaraciones más importantes fue la que prestó la pediatra de Asunta, si bien no ha trascendido el contenido de su interrogatorio. Su comparecencia era imprescindible para conocer si la niña padecía algún tipo de alergia y esclarecer determinados episodios de posible sedación, denunciados tras la muerte de Asunta por dos profesoras de música que la vieron con la boca pastosa y como "ida" en una clase el pasado mes de julio. Una situación que su padre, al que se lo comentaron, atribuyó a las pastillas que le daban para una alergia.

Entre los testigos que comparecieron ayer figuran los dos hombres que hallaron el cadáver de Asunta en la pista forestal de Teo en la madrugada del domingo, 22 de septiembre. Y uno de ellos, Alfredo Balsa, que conducía con el carné retirado cuando vieron el cuerpo, protagonizó la anécdota de la jornada. El juez Vázquez Taín le recordó que fue él quien le retiró el carné al quedarse sin puntos.

Alfredo Balsa llegó a la sede judicial compostelana a las 18.20 horas de la tarde y abandonó el edificio 35 minutos más tarde. "No puedo hablar nada más, me dijeron que no hablara", dijo a los periodistas que le esperaban a la salida.

No obstante confirmó que ratificó la declaración que prestó el día siguiente al crimen en la Guardia Civil. Alfredo Balsa confesó que conducía el coche del amigo que le acompañaba porque éste había tomado unas copas en un bar cercano. Pasaba la una y media de la madrugada cuando cerca de la pista forestal vieron un cuerpo, pero siguió conduciendo unos minutos preocupado porque iba al volante sin carné.

No obstante, enseguida "apenas recorrí cien metros", asevera, dieron media vuelta y se acercaron hasta el lugar donde estaba el cuerpo, iluminándolo con la luz del teléfono móvil porque estaba muy oscuro.

Asunta Yong Fang Basterra Porto, de origen chino y a la que sus padres adoptaron cuando todavía no tenía un año, estaba como recostada sobre un árbol y tenía un brazo doblado sobre el pecho. Balsa decidió aparcar el coche en el bar y cuando regresó al lugar el cuerpo de la niña "tenía el brazo extendido". Sospecha que quienes dejaron allí el cadáver "estaban observándonos". Esto apuntaría cierta precipitación en los asesinos de Asunta para abandonar el lugar y que se dejaran junto al cuerpo la cuerda naranja con la que se maniató a la niña, así como varias colillas.

Más testimonios

La ronda de toma de testimonios se prolongará durante la tarde de hoy y también el viernes. Por el Juzgado de Instrucción 2 de Santiago pasarán a declarar también algunos de sus profesores del Instituto Rosalía de Castro y la profesora de ballet que recibió un SMS de Rosario Porto, apenas dos días antes del crimen, en el que le informaba de que Asunta no podía asistir a clase aquella tarde porque "está KO" por la ingesta de unas pastillas.

Asimismo, también se ha citado a varios médicos que pueden facilitar información sobre el estado de salud de la madre de Asunta y sobre el episodio que llevó a su ingreso hospitalario el pasado mes de julio.