La defensa de Ana Julia Quezada, autora confesa de la muerte del niño Gabriel Cruz, ha modificado su escrito de calificación y, aunque mantiene su petición de tres años por un homicidio imprudente, eleva de diez a quince años la que solicita por un homicidio doloso, que contempla de forma subsidiaria.

El nuevo escrito del letrado de Quezada, Esteban Hernández Thiel, al que ha tenido acceso Efe, señala que en la Nochevieja de 2016 la acusada comenzó una relación con el padre de Gabriel, iniciándose la convivencia entre ambos en septiembre de 2017.

Una convivencia que "no siempre era aceptada de buen grado por el menor, llegando éste a manifestar a su madre sus reticencias a dicha relación, lo que consultó la madre con el psicólogo que la atendía por otros motivos".

Indica que el 27 de febrero del año pasado, la acusada y la abuela del pequeño lo recogieron de la casa de una prima, a la que propuso irse a comer con ellos a Las Hortichuelas Bajas, en Níjar (Almería), si bien la niña no lo hizo porque su hermana se encontraba indispuesta.

Añade que sobre las 15:30 horas Quezada pidió a la abuela y a Gabriel que la acompañasen a pintar a una finca de Rodalquilar (Níjar, Almería), pero que ninguno de ellos quiso ir.

El niño abandonó la casa y pasados unos "diez minutos", Quezada tomó su vehículo para ir a esta finca y se encontró en el camino con el menor, quien le habría dicho que estaba haciendo tiempo para ir a casa de sus primos, por lo que le dijo que la acompañase a Rodalquilar y que lo acercaría más tarde a jugar con ellos.

El pequeño habría accedido y una vez en la finca, mientras la acusada "abría las ventanas del cortijo", habría cogido un "hacha para jugar" y al decirle la mujer que la soltara porque era "peligroso y podía hacerse daño", habría entrado en la vivienda diciéndole que "se callara, que siempre le estaba diciendo lo que tenía que hacer, que quería que su padre estuviera con su madre y no con ella, que era una negra fea".

Asegura el letrado que el pequeño se negó a darle el hacha y que Quezada intentaba quitársela poniéndole la mano en la boca para que "se callara" y no profiriera "más insultos".

"Presa de la ira y sin medir las consecuencias de su acción, continuó tapándole boca y nariz, presionándole contra la pared a pesar de la fuerte resistencia del menor", hasta darse cuenta de que había dejado de respirar.

"Presa del pánico"

"En el momento de estos hechos, Ana Julia se encontraba en un estado pasional que disminuía su capacidad de comprender y controlar las consecuencias de sus actos, sin llegar a anularlas", dice.

Afirma que se quedó "presa del pánico" y "bloqueada sin saber qué hacer", que hizo un agujero de diez centímetros y enterró ahí al niño y que "incapaz de afrontar lo acontecido y sin saber cómo explicarlo a su pareja" ante la "desmedida repercusión mediática y al estar bajo los efectos de medicación ansiolítica", para evitar las consecuencias de lo que había hecho, lo continuó ocultando hasta su detención.

Sostiene que al ser detenida la acusada prestó declaración ante la Guardia Civil confesando lo ocurrido e indicándoles que había "ocultado la ropa del menor en un contenedor para vidrio".

Por ello, considera que los hechos son constitutivos de un delito de homicidio por imprudencia grave por el que interesa tres años de cárcel, o subsidiariamente de homicidio doloso, por el que solicita 15 años de prisión.

Descarta circunstancias agravantes y considera que concurren las atenuantes de confesión, de arrebato en el caso del homicidio y la incompleta de haber actuado bajo la influencia de drogas si fuese declarada culpable de los dos delitos de lesiones psíquicas por los que la acusa la Fiscalía.