"Un juego entre amigos", así ha descrito el joven acusado de abusos sexuales, muchos de ellos continuados y con acceso carnal, a 26 menores de entre once y quince años, los retos a los que sometía a sus víctimas en los vestuarios de un polideportivo de l'Horta, en su propio domicilio y en descampado de un polígono. El procesado, profesor especializado en educación primaria y entrenador de fútbol de varias de las víctimas, se enfrenta a penas que ascienden a los 248 años y ocho meses de prisión, según la petición del Ministerio Fiscal.

Por su parte, algunas de las víctimas han explicado que todo comenzaba como un juego de fútbol y "quien perdía le tocaba hacer esos retos". En los mismos había tocamientos, desnudos, masturbaciones, felaciones, e incluso penetraciones anales, según han reconocido varios de los menores que han declarado detrás de un biombo para no tener que enfrentarse de nuevo al rostro de su agresor, a quien consideraban un amigo al no ser conscientes en ese momento de la gravedad de los hechos a los que eran sometidos.

El acusado, de 24 años, ha reconocido que participaba en los "retos", pero como uno más y que en ningún momento intimidó o condicionó a los menores a participar. "Yo nunca he pretendido abusar de ellos, era un juego entre amigos, una relación entre iguales", ha remarcado el presunto pederasta, quien solo ha querido responder a las preguntas de su letrado, Javier Boix.

"Solo jugábamos porque nos lo pasábamos bien, en ningún momento pensé que fuera delito lo que hacíamos", ha insistido. Asimismo ha negado incluso que fuera entrenador de fútbol de las víctimas y ha tratado de justificarse diciendo que no sólo jugaban con él, sino entre ellos y con otra gente. "Si alguna vez he hecho daño a una persona o se ha sentido mal quiero pedir perdón porque no era mi intención", ha concluido el acusado.

La Fiscalía solicita 248 años y ocho meses de prisión, una de las mayores penas para un pederasta valenciano, tal y como adelantó en exclusiva Levante-EMV. Los hechos, juzgados en la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de València, ocurrieron entre 2015 y 2018. Los presuntos abusos se produjeron tanto en los vestuarios del polideportivo de un municipio de l'Horta donde entrenaban al fútbol como en una pista de motocross próxima a València, así como en el propio domicilio del acusado cuando sus padres no estaban en casa. Allí se llevaba a los menores, como si fuera uno más de la pandilla, con la excusa de jugar a la videoconsola, y les proponía tocamientos y masturbaciones.

Además, les mostraba a los niños, la mayoría de ellos de doce años de edad, películas pornográficas, de ahí que se le imputen además de una larga lista de delitos de abusos -17 de ellos continuados en el tiempo-, dos delitos de exhibición de material pornográfico.

Con al menos diez de las 26 víctimas el procesado llegó también a tener presuntamente acceso carnal. Por estos delitos de abuso sexual a persona menor de 16 años con penetración, todos ellos con la agravante de abuso de superioridad, la Fiscalía le pide 96 años de cárcel para ocho que fueron continuados y veinte para otros dos hechos puntuales.

Asimismo, solicita 102 años de cárcel por 17 delitos de abuso sexual continuado y otras penas cuya suma total asciende a los 248 años de cárcel por otros delitos contra la libertad sexual, entre ellos exhibicionismo ante menores.

Según la fiscalía, el acusado habría aprovechado su condición de entrenador de fútbol del equipo local en el que militaban varias de las víctimas. Bajo la apariencia de un buen chico, estudiante con excelentes notas, de buena familia y que desempeñaba también actividades con menores como monitor de una escuela de verano y en un casal fallero, el acusado, que tiene ahora 24 años, se habría ganado la confianza de sus víctimas y de los padres de éstos, quienes no podían sospechar de los "retos sexuales" a los que instaba a los menores.

"Con la finalidad de satisfacer sus deseos sexuales", según detalla el fiscal en su escrito, José Vicente C. F. proponía a los adolescentes jugar al 'culet'-consiste en marcar goles con el balón en el aire- variando las reglas del mismo y marcando retos de índole sexual a los perdedores como mostrar sus genitales. En caso de ser él el perdedor, el acusado era quien les enseñaba el pene a los menores.

Poco a poco estos retos fuera de lugar fueron subiendo todavía más de tono y obligaba a los perdedores a que le realizaran felaciones o a que eyacularan sobre alguna parte de su cuerpo. Si alguno de ellos se negaba lo excluía del grupo con expresiones como eres un "mierda" o "un cagao".

"Nos comía la cabeza poco a poco a todos y nos decía que era algo normal", ha argumentado una de las víctimas, quien reconoce que accedía "por miedo a que los demás te rechazaran si no participabas en los retos".

Varios de los menores presentan secuelas psicológicas "como consecuencia de la obstrucción psicosexual sufrida y sentimientos de angustia y malestar", según los informes de las psicólogas forenses del Instituto de Medicina Legal de València que examinaron durante meses a las víctimas.