La Policía Nacional, la Guardia Civil y la Agencia Tributaria han desarticulado una organización de narcotraficantes que habían creado un tejido empresarial de apariencia legal de importación de carbón vegetal entre Sudamérica y Europa para introducir en España

Según informan en un comunicado los dos cuerpos policiales, han sido detenidas doce personas como integrantes de esta organización a través de los principales puertos españoles y a la que se ha aprehendido 2.065 kilogramos de cocaína.

Las actuaciones policiales se han llevado a cabo en las provincias de Cádiz, Madrid, Málaga, Murcia, Sevilla, Tarragona y Valencia tras más de un año de investigaciones iniciadas sobre varios miembros de la red asentados en Murcia y Sevilla.

Durante las pesquisas, los investigadores constataron que la organización comenzó su actividad a través del Puerto de Barcelona, llegando a introducir decenas de contenedores de carbón vegetal.

Todo ello con la finalidad de crear una apariencia de actividad legítima y preparar un envío posterior de cocaína oculta en el carbón para, después, trasladar la mercancía a una nave que la organización había alquilado en Tarragona, en la que se tenía previsto extraer la droga cuando finalmente se realizara el primer envío.

Tras varios meses, como consecuencia de problemas de logística con el carbón almacenado y por las limitaciones derivadas de la pandemia del coronavirus, los investigados se vieron obligados a cerrar dicha vía de entrada, teniendo que generar toda la infraestructura y logística nuevamente en el Puerto de Algeciras desde mediados de abril.

Durante los siguientes meses se pudo identificar plenamente a todos los componentes de la estructura criminal, estando liderada por dos familias cuyos principales miembros se encontraban en Brasil y Paraguay, desde donde gestaron toda la operativa de la importación de la cocaína.

El siguiente escalón estaba conformado por individuos que creaban empresas con la intención de simular un tráfico de mercancía legal con productos como carbón, arroz, melaza o productos sanitarios.

Estos últimos se encontraban afincados en Sevilla y operaban en las localidades de Marbella, Algeciras, Cádiz y la propia capital andaluza. Los líderes de la organización incluían testaferros en todas las empresas con el fin de ocultar la verdadera identidad de los mismos y obtener abundantes beneficios tras la introducción de la mercancía.

El nexo de unión entre la cúspide de la organización y la rama empresarial se consolidó en Valencia con una experta en blanqueo de capitales que canalizaba el dinero de la organización para capitalizar la operación de narcotráfico, diversificando sus métodos de actuación y ocultamiento con el uso de criptomonedas.

Esta mujer, también detenida, era garantía de éxito, pues muchas mafias de países del este de Europa y de Sudamérica recurrían a sus servicios debido a la facilidad de ocultar el dinero originado con el tráfico de drogas, armas o la trata de personas, y darle salida para seguir financiando el crimen organizado al más alto nivel.

Debido a la alta especialización de la organización, fue necesaria la intervención de más de cien líneas telefónicas.

También se analizaron casi 200 contenedores importados desde los puertos de Brasil y Paraguay hasta España.

Tras un análisis exhaustivo, se procedió a la apertura de uno de los contenedores que la organización había importado desde Paraguay hasta el Puerto de Algeciras, hallándose en su interior 63 fardos que transportaban 2.065 kilogramos de cocaína, los cuales se encontraban ocultos entre 40 toneladas de carbón, con la clara intención de dificultar su localización.