Asesinato

"He perdido los nervios y he matado a mi tío"

El detenido por el homicidio de Inca confesó el crimen a un vecino mientras esperaba la llegada de la Policía

Imagen de archivo de la Guardia Civil.

Imagen de archivo de la Guardia Civil.

Lorenzo Marina

Juan Carlos R.R., de 59 años, no tuvo reparos este miércoles en confesar espontáneamente el homicidio de su tío lejano Jorge, de 79 años, a un vecino cuando le vio rodeado de agentes de la Policía Local de Inca. "He matado a mi tío. Me ha puesto de los nervios", aseveró al estupefacto residente en el mismo edificio. 

El tío y el sobrino se instalaron en un piso de alquiler en el número 10 de la calle Jardín de Inca el pasado mes de diciembre. El parentesco era algo más lejano. La víctima era hermano del padrastro de su asesino confeso.

Hasta entonces estos dos nuevos residentes habían pasado casi inadvertidos a la mayoría de los vecinos de la capital del Raiguer. "Los dos eran unas personas muy educadas", señaló una vecina.

Las discusiones entre ambos no eran especialmente relevantes para el vecindario en los tres meses que habían residido allí. "El sobrino se enfadaba a veces cuando salían a pasear. El le tenía que esperar a su tío por la diferencia de edad", apuntó una residente.

Jorge, el fallecido, se había destacado en el vecindario por su afición a tocar el acordeón. Mientras, Juan Carlos salía con frecuencia a la calle para fumar y no inundar de humo la vivienda.

"Si fumaba en la calle para no molestarle a su tío me parece muy considerado por su parte. No creo que se llevaran tan mal si se preocupaba mucho por el otro", indicó un vecino del edificio.

La noticia del crimen ocurrido en la mañana del martes en un domicilio del número 10 de la calle Jardín de Inca poco a poco se fue propagando por todos los rincones. Máxime después de que el presunto autor lo confesara a la Policía Local. 

Curiosidad vecinal

Al ver llegar al lugar numerosos efectivos de la Policía Local y de la Guardia Civil, los operarios de una obra cercana se quedaron estupefactos al enterarse del homicidio ocurrido a escasos metros. Asimismo, los alumnos de un colegio próximo se arremolinaron en una esquina de la calle Jardín sin acertar a entender qué ocurría. Una madre se quedó atónita nada más averiguar el verdadero motivo de ese despliegue.