Investigación

El hombre torturado en Mallorca realizó prácticas similares otras tres veces en dos años

La víctima manifiesta que los detenidos le amenazaron cuando les dijo que no iba a pagarles porque se habían excedido

Varios de los detenidos por la Policía al ser conducidos al juzgado de Manacor.

Varios de los detenidos por la Policía al ser conducidos al juzgado de Manacor. / Manu Mielniezuk

Xavier Peris

El hombre de 34 años y con una discapacidad intelectual que el pasado fin de semana fue torturado durante dos días por un grupo de jóvenes en la localidad mallorquina de Manacor admitió haber realizado prácticas similares en otras tres ocasiones entre 2018 y 2020. Es uno de los datos aportados por la investigación de la Policía, que arrestó a los siete presuntos implicados, cuatro mujeres y tres hombres, de entre 20 y 30 años. Los jóvenes habían respondido a una convocatoria de la víctima para participar en una especie de concurso, en el que debía realizar una serie de pruebas y ser castigado si fallaba. En este tiempo le tatuaron penes en la cara y un sujetador en el pecho, le pegaron los labios con cola y le cosieron los dedos de los pies.

Tras denunciar lo ocurrido, el pasado domingo, el hombre admitió que le gusta el "sado light" y las situaciones de riesgo, por lo que había contactado a través de redes sociales con diferentes personas, ofreciéndoles la posibilidad de participar en un concurso que denominó Cambia mi look o destrózalo, en el que podían ganar premios de hasta 3.000 euros.

La idea era grabar las escenas de las vejaciones y torturas para colgarlas en el canal que la víctima tiene en Youtube.

El pasado 24 de febrero realizó una especie de casting en la plaza del Tubo de Palma, en la que le rompieron la ropa y le ataron a una farola.

El viernes de la semana pasada quedó con los siete jóvenes que aceptaron participar en el concurso , en una especie de sesión de sado. "Pensaba que sería como un juego, pero yo no supe parar. Se fue de madre y ellos tampoco pararon. Lo permití por miedo a represalias. Dos de ellos parecían violentos y tuve miedo de que me pegaran", manifestó.

El hombre admitió que se fue con ellos voluntariamente y que aceptó las prácticas que le hicieron entre el viernes y el domingo, pero que ese día se quiso ir. Consideraba que habían sobrepasado los límites de lo pactado, por lo que no quería pagarles. Entonces uno de ellos le amenazó con denunciarle. Finalmente le dejaron marchar y avisó a la Policía.

El denunciante manifestó que tenía una incapacidad intelectual reconocida de un 38%, y que los participantes en el supuesto concurso lo sabían.

En la tarde del viernes de la semana pasada dos de las concursantes le recogieron en Palma y le llevaron a Manacor, al domicilio de otra de las participantes. Durante el viaje fue disfrazado de mujer y les entregó su móvil y su cartera. Una vez en el piso, acordó con los siete jóvenes reunidos el tipo de pruebas y los castigos que sufriría si no las superaba.

Las pruebas consistían en preguntas de cultura general, liberarse después de que le maniataran con unas bridas, permanecer despierto toda una noche atado a una silla o bailar y cantar vestido de mujer en un supermercado. Al no superar las pruebas fue sometido a castigos como ser tatuado en la cara y el cuerpo, ser rociado con agua fría en la terraza, que le cosieran los dedos de los pies, que le pusieran piercings en las orejas o que le pegaran los labios con cola.

Una testigo interrogada por la Policía, familiar de dos de los detenidos, manifestó que había participado en el proceso de selección de los "concursantes", aunque finalmente no participó en las prácticas. Esta mujer aportó mensajes de la víctima en el grupo de WhatsApp en el que concretaron los castigos, en el que hombre comentaba que eran demasiado blandos, e insistió en que le podrían hacer tatuajes en la cara. El hombre insiste en sufrir "alguna putadilla que me quede para siempre, así conseguís más puntuación".

"Con quince años nos pagó 200 euros para que le atáramos"

La víctima protagonizó en 2012 un caso similar . May, otra joven mallorquina, recuerda perfectamente cómo conoció a la víctima de las torturas de Manacor en el verano de ese año. "Yo tenía quince años y estaba una tarde con mis amigos en la Plaza de España de Palma. Este hombre se nos acercó y nos dijo que había perdido una apuesta con unos amigos, y nos ofreció 200 euros si le depilábamos las cejas y le maquillábamos".

La joven recuerda que él era bastante mayor que sus amigos, todos de unos quince años. "Nosotros éramos unos críos. A mí me daban diez euros de paga, así que cuando dijo que nos daría 200 euros ya no me planteé nada más. ¿Qué hay que hacer? Nos dijo que le teníamos que vestir de mujer, depilarle las cejas con cera y maquillarle".

El grupo, de unos cinco menores, le acompañó a una tienda, donde compraron unos leggins y una camiseta con lentejuelas. Luego adquirieron cera de depilación y maquillaje. Pero lo que parecía una broma se fue volviendo cada vez más incómodo. "Él me miraba todo el tiempo, y cada vez se ponía más rojo y sudoroso, y nos hacía fotos. Al final nos pidió que le atáramos a una columna del mercado del Olivar. Lo hicimos, le cogimos los 200 euros del bolsillo y le dejamos. Se notaba que era una persona desequilibrada".