Agresión sexual
Viola y golpea a una amiga en un portal de Murcia y le roba el móvil para que no pida ayuda
El individuo llega a decir que fue sexo consentido y que la víctima simuló la agresión porque dos vecinas les vieron
Ana Lucas
Tal y como se lee en el relato de hechos probados, los jóvenes estuvieron de fiesta por Murcia y bebieron "cantidades muy importantes de cerveza" en varios bares (esto es reseñable porque ir ebrio le serviría luego al violador de atenuante, en la sentencia). Dos de los chicos fueron a llevar a la víctima, que tenía 20 años, a su casa, en una pedanía murciana, y uno de ellos, de 23, se bajó del coche para acompañarla a la misma puerta del domicilio. Sin embargo, lo que hizo fue empujarla a otro portal, violarla y golpearla. Tras perpetrar la agresión, le robó el bolso, en el que la chica llevaba el móvil, para impedir que pudiese pedir ayuda. Los gritos de auxilio de la joven alertaron a dos vecinas, que declararon en calidad de testigos en el juicio.
El individuo fue detenido dos días después de la agresión sexual y mandado a prisión provisional, hasta que salió su juicio, donde la Audiencia Provincial de Murcia lo condenó a seis años y medio de cárcel por violación, teniendo en cuenta la atenuante de intoxicación etílica. Cuando salga del penal, tendrá prohibido acercarse a menos de 500 metros de su víctima durante cuatro años más. Y ha de indemnizar a la joven con 30.286 euros.
Tanto el individuo como la joven recurrieron ante el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Murcia. Ella, porque no estaba de acuerdo con que le hubiesen puesto una atenuante por consumo de bebidas alcohólica y porque la indemnización le pareció poca (pidió que se elevase a 80.000 euros), y el TSJ desestimó su recurso.
El sujeto, por su parte, insistió en su recurso en que el contacto sexual que mantuvo con su amiga fue consentido y alegó que él tiene claro que la chica manifestó que fue violada "para evitar el reproche de su entorno familiar y vecinal", ya que dos vecinas los vieron. En cuanto a los golpes que llevaba la chica, y que confirmó el examen forense, admitió que se los propinó él, pero "como reacción a los inesperados gritos que ella empezó a dar tras el contacto carnal, al verse sorprendidos por unas vecinas".
"Gritos de dolor, no de placer"
El TSJ, al rechazar su recurso, recuerda que las dos testigos dejaron claro que los gritos que daba la chica "eran de dolor, no de placer" y sostiene que la versión que da el violador "resulta extravagante y carente de ninguna lógica".
Las vecinas, en su declaración, no solo hablaron de los gritos: también escucharon los golpes y las peticiones de socorro que lanzaba la víctima. "Constatado lo anterior, la versión del acusado carece de verosimilitud alguna", tiene claro el tribunal.
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