Juicio

El jurado popular declara culpable al asesino de Lorena Dacuña, pero considera que no se ensañó

Ahora la jueza deberá dictar sentencia de una pena que oscilará entre los 20 y lo 25 años de cárcel

José Manuel Sánchez Merino, asesino confeso de Lorena Dacuña, durante el juicio.

José Manuel Sánchez Merino, asesino confeso de Lorena Dacuña, durante el juicio. / Ángel González

Sandra F. Lombardía

José Manuel Sánchez Merino ha sido declarado culpable por el asesinato de Lorena Dacuña, pero no se ve probado que pueda concurrir un agravante por ensañamiento. Así lo ha fallado hoy el jurado popular, reunido desde por la mañana y después de cuatro jornadas de juicio. Que el propio Sánchez Merino aceptase, por mediación de su letrada, adherirse a la petición de condena y relato de los hechos del Ministerio Fiscal simplificó la decisión del jurado, que ya no tuvo que entrar a valorar si el gijonés había planificado o no el crimen. 

Dada por probada la alevosía que se precisaba para tipificar lo sucedido como asesinato y no como homicidio, el único matiz jurídico que quedaba por probar era el ensañamiento, un condicionante que ayuda a endurecer la condena y que no interpretaban de igual manera la acusación particular y popular respecto al Ministerio Fiscal, la Abogacía del Estado y la Defensa. Estos últimos sostenían que no concurría un agravante por ensañamiento porque la agresión, pese a las 20 heridas por arma blanca que recibió la víctima, se habían producido en una única acometida y sin la intención -al menos que se pueda probar- por parte del gijonés de prolongar el sufrimiento de Dacuña.  

Las representantes de Abogadas por la Igualdad y de la familia de la fallecida, por su parte, sí creían que, viendo el historial de maltrato hacia ella y que la propia agresión comenzó en el hall y acabó en un dormitorio de su piso, sí podría entenderse que el gijonés infringió un dolor “innecesario” a su expareja. 

El resto del relato de este caso que conmocionó la ciudad sí estaba ya bastante claro. El camarero, que ahora tiene 51 años, fue pareja de Lorena Dacuña durante unos ocho años, hacia quien tuvo siempre, según el entorno de ella, “una actitud celosa y controladora”. Rompieron a finales de 2019, pero mantuvieron el contacto, y Sánchez Merino seguía pendiente de la vida personal de la víctima. 

La noche del crimen el gijonés estaba trabajando, y uno amigos en común de ambos, que desconocían que la pareja había roto, le contaron a Sánchez Merino que habían visto a Dacuña con otro varón. Esa madrugada del 2 de febrero de 2020 el gijonés fue a su casa de la calle San Luis a coger dinero y un cuchillo que se guardó en su mochila. Tras consumir -según él- alcohol y cocaína en la zona de Fomento, a hacia cinco de la mañana puso rumbo a un karaoke de La Calzada que Dacuña solía frecuentar. Allí la vio hablando con otro hombre, el siempre citado portugués que acabó huyendo de la escena del crimen.  

El asesino les siguió sin ser visto hasta la vivienda de ella, colándose por la puerta entreabierta del portal y subiendo por las escaleras aprovechando que la pareja lo hacía en ascensor. Cuando Dacuña abrió la puerta de su casa, el gijonés los empujó a ambos, cayendo ella al suelo. El portugués declaró que lo único que entendió -apenas habla español- fue cómo el gijonés la llamaba “puta” en repetidas ocasiones. Dijo que salió corriendo creyendo que era su marido y que jamás vio cuchillo alguno, aunque Sánchez Merino –que en su última carta asegura que llevaba el arma para intimidar al acompañante- insiste en que sí lo vio.  

En cualquier caso, este primer cuchillo se rompió solo y Sánchez Merino se fue a la cocina para coger otro, ambos de grandes dimensiones. El relato fiscal cuantifica en 13 las puñaladas que recibió la víctima. La autopsia refleja hasta 20 heridas de arma blanca, y los forenses confirman que buena parte de ellas, por la fuerza con la que tuvieron que ser causadas, no pudieron responder a un acto “casual” como el supuesto forcejeo con el que el acusado explica lo sucedido. La herida mortal fue una puñalada en el corazón que rasgó el ventrículo izquierdo de la gijonesa. Sánchez Merino huyó y apareció días después en su domicilio de la calle San Luis. Primero confesó los hechos, luego intentó retractarse, hace unas semanas dijo que se “conformaba” con 15 años de cárcel y durante el juicio de esta semana decidió acatar una condena por asesinato. Declarado ahora culpable, la jueza dictará en las próximas semanas la pena que deberá cumplir.