Agresión sexual

Un vigilante de la discoteca de Valencia donde se produjo la violación grupal intenta contradecir a la Policía sobre los acusados

El portero dice que fue él quien entregó los sospechosos a los agentes cuando estos fueron claros: los identificó la víctima, uno a uno, desde la calle

Los dos acusados, en el banquillo, el primer día del juicio por la violación grupal en la discoteca.

Los dos acusados, en el banquillo, el primer día del juicio por la violación grupal en la discoteca. / MIGUEL ÁNGEL MONTESINOS

La sesión de este jueves del juicio contra los dos hombres de 25 y 28 años –tenían 22 y 25 cuando ocurrieron los hechos– a quien está viendo la sección segunda de la Audiencia de València por la violación grupal de una chica de 18 años a manos de cuatro desconocidos en los baños de la discoteca Indiana en la madrugada del 29 de septiembre de 2019 tuvo este jueves momentos de tensión. Desde una testigo que se desdijo de declaraciones anteriores y se contradijo varias veces, y que incluso llegó a imputar un delito al abogado de la acusación particular, a un vigilante del local de ocio nocturno que trató de comprometer el trabajo de la Policía Nacional.

El guarda llegó a afirmar que fue él quien sacó a la calle a los dos acusados y que se los entregó a los agentes policiales de Seguridad Ciudadana que acudieron a la Indiana después de que los amigos de la víctima llamasen al 091 denunciando la violación grupal.

Si logran ser absueltos generando dudas en el tribunal, el local dejaría de estar en el punto de mira

Esos mismos amigos contaron en la primera sesión del juicio que pidieron ayuda en dos ocasiones al servicio de seguridad de la discoteca y que las dos veces se la negaron con frases tales como "no es problema de la discoteca", según su declaración en la vista oral.

Ese vigilante, que compareció como testigo, declaró ante el tribunal que fue él quien sacó a los dos hombres juzgados ahora de la discoteca, mientras que uno de los agentes que intervino aquella noche y que detuvo a uno de los dos inculpados fue claro el día anterior: apresaron a los dos después de que la víctima, desde la calle y protegida por una agente de la Policía Nacional, los identificara, primero a uno y, pasados unos minutos, al otro. También especificó que la chica los identificó "sin ningún género de dudas" y que salieron por separado, aunque ellos comprobaron que "habían llegado juntos a la discoteca" y que "eran amigos".

De hecho, el juez que preside el tribunal llegó a advertirle de que su versión era muy contradictoria con la de la Policía Nacional, pero el vigilante se mantuvo en sus trece.

El violador no siempre deja su ADN

Respecto a que la Policía no hallara ADN de los acusados ni en el cuerpo de la víctima ni en el baño, los agentes del laboratorio biológico de la Policía Nacional que declararon este jueves fueron claros: la muestra tomada en la vagina de la víctima no era de origen seminal –podría ser de uno de los dos violadores que nunca llegaron a ser identificados, y que también le introdujeron los dedos en los genitales– y el aseo donde se produjo el asalto sexual fue limpiado con lejía por personal de la discoteca antes de la inspección ocular a pesar de que los primeros policías nacionales les habrían pedido que no tocaran el escenario criminal.

Respecto a que no se hallase ADN de los dos enjuiciados en los genitales de la chica pese a que dos de ellos llegaron a penetrarla, también fueron muy claros. Aseguraron que es perfectamente posible, ya que la duración de la violación fue escasa y esa acción no siempre permite la transferencia de material biológico, algo que se da en numerosas agresiones sexuales con penetración. Únicamente cuando el violador eyacula haya una posibilidad cierta de obtener su perfil genético. En el resto de los casos, puede quedar ADN epitelial -de la piel del pene o de la parte el cuerpo que se haya introducido-, pero no siempre.

Las contradicciones de la testigo

También declaró ayer una joven que aquella noche habría prestado asistencia a la víctima, cuando fue rescatada por un amigo suyo cuando la vio paralizada por el miedo y la angustia, de pie, ante un pilar. Esta testigo, que llegó a acusar, sin éxito porque el presidente del tribunal la frenó, a la acusación particular de haberla obligado a identificar a uno de los autores en una rueda de reconocimiento, realizada en presencia del juez, se desdijo de su primera declaración y ayer insistió en que los dos hombres sentados en el banquillo no eran los que habían atacado a la joven, pese a que la noche de los hechos llegó a afirmar que uno de ellos llevaba una camiseta roja, en referencia a Agustín F. P., descrito por la víctima con esa prenda desde el primer momento.

Durante el incidente, el abogado incluso preguntó a la testigo si su cambio de versión obedecía a que estuviera siguiendo indicaciones de alguien, ya que amigos de los acusados aguardaban ante la sala de vistas, en el mismo espacio en el que estaba ella antes de entrar a declarar, aunque el juez no permitió continuar con esa vía de interrogatorio.

Los dos acusados, tal como ha publicado Levante-EMV, se enfrentan cada uno de ellos a 42,5 años de cárcel por tres agresiones sexuales, una cometida como autores directos y las otras dos, como cooperadores necesarios por sujetar a la víctima mientras se turnaban para violarla.