Seis años de prisión para los dueños de la tienda de mascotas de los 'horrores'

Un juzgado de Valencia condena a los tres socios por el tráfico ilegal de cientos de cachorros desde Eslovaquia, por falsificar su documentación y por el maltrato animal y muerte de al menos una treintena

Así es la tienda de mascotas de los 'horrores'

Así es la tienda de mascotas de los 'horrores' / Eduardo Ripoll

Con garantía de reposición, si pasados unos días se te muere el perro te damos otro. Así actuaba la bautizada como

tratando a los animales como si fueran un aparato electrónico que si está defectuoso se devuelve a fábrica, te entregan otro nuevo y aquí no ha pasado nada. Un Juzgado de lo Penal de València ha condenado ahora a los tres socios propietarios de este turbio negocio desmantelado en 2016 a penas que ascienden a seis años de prisión para cada uno de ellos, una de las mayores condenas por delitos relacionados con el maltrato animal impuesta en España.

La sentencia considera probado el tráfico ilegal de centenares de cachorros, camadas de diversas razas, que eran traídos desde Eslovaquia por carretera en pésimas condiciones, enfermos o en proceso de incubación. Una vez aquí eran puestos a la venta, sin guardar cuarentena alguna, ocultando su procedencia y edad real a los compradores, haciéndoles creer que ya estaban vacunados.

«Hacinados en vitrinas o boxes de dimensiones insuficientes para el número de cachorros que albergaban y para el tamaño de los mismos», según detalla el fallo, un gran número de ellos antes de ser vendidos ya desarrollaban síntomas de las enfermedades que padecían, y pese a ello no eran debidamente aislados, provocando así contagios masivos.

De los animales vendidos hay al menos una decena de muertes acreditadas a los pocos días de su entrega. En algunos casos, después de que los responsables de la tienda, situada en la avenida Cardenal Benlloch de València, le entregara al cliente otro cachorro tras la muerte del primero, éste también fallecía, generando así una «situación de zozobra e inquietud que alteró y afectó la tranquilidad moral» del denunciante. De hecho, la sentencia también obliga a los tres condenados a pagar en concepto de responsabilidad civil 8.154 euros a tres de los perjudicados personados como acusación particular por los gastos de atención médica a los animales y daños morales.

Los hechos se remontan a entre noviembre de 2014 y junio de 2016. Además de las muertes que figuran detalladas en el relato de hechos probados, la Guardia Civil ya halló 21 cadáveres dentro de un congelador en una primera inspección, realizada en diciembre de 2014. Tanto el Seprona como la Policía Local de València comprobaron con estupor que la tienda no cumplía con las mínimas medidas sanitarias y los animales estaban hacinados entre orín, heces, y bajo un fuerte calor.

Los agentes vieron que algunos perros tenían vías y goteros, pese a que la tienda no tenía la consideración de clínica ni hospital veterinario. Es más, el bajo ni siquiera tenía concedido el permiso como «núcleo zoológico».

La Fiscalía especializada en Medio Ambiente y las acusaciones particulares, entre ellas la ejercida por la protectora Modepran,

contra los tres propietarios de la tienda y para un trabajador. Finalmente para este cuarto acusado retiraron los cargos al no haber constancia de que hubiera participado en el maltrato animal ni en el resto de delitos.

Los perros se encontraban enfermos y hacinados en pequeñas vitrinas provocando así contagios masivos

El Juzgado de lo Penal número nueve de València condena a los tres socios a seis años de cárcel por los delitos de maltrato animal, estafa, un delito continuado de falsedad documental y hasta la pertenencia a grupo criminal. Por el primer delito también les impone la inhabilitación especial para el ejercicio de profesión, comercio u oficio que tenga relación con los animales y para la tenencia de los mismos por un plazo de tres años y tres meses.

El fallo establece que los condenados «no eran meros espectadores de la situación» en la que eran traídos los animales y las condiciones en las que se encontraban, sino que actuaron de común acuerdo para llevar a cabo dicha actividad ilegal «de forma continuada, reiterada, concertada y asumida conjuntamente».

Así, ocultaban deliberadamente la edad de los cachorros para poder realizar su tránsito internacional y para que los compradores los adquirieran «atraídos por su pequeño tamaño y por la creencia de que eran españoles y estaban correctamente vacunados». Apenas llegaban al domicilio, los perritos empezaban a mostrar síntomas de las enfermedades víricas. Muchos de ellos fallecían pese a los tratamientos veterinarios. Pero eso sí, estaba la garantía de que en caso de muerte, la tienda te daba otro.