La televisión es tan grande que sobrepasa el formato mismo de la televisión. Las series y las películas se han liberado y ha caído la dictadura del programador y del anunciante, que fueron, durante años, los muñidores de los ocios de los televidentes en este país. «Pero todo esto cambió hace como diez años», señala Juan Cueto, el primer director de Canal Plus y el inventor de la crítica televisiva en España. «Fue entonces cuando dejamos atrás las cutreces de los años 90», subraya el periodista.

Aquella década fue la primera en que convivieron las producciones de la televisión pública con las de la televisión privada y ambas con los productos que llegaban del otro lado del Atlántico. Los cambios ensayados durante años en los Estados Unidos llegan a pleno sol a las parrillas locales, ahora, de tal modo que estallan los pases a la carta en las páginas web y crecen las suscripciones a plataformas tan grandes como Netflix o, en fechas venideras, HBO y Amazon. El manto de la buena televisión, pues, está cubriendo el deseo de no molestar a ningún grupo social que expelían las emisoras generalistas en el principio de los principios. «Hemos pasado de las series de tramas blancas y para todo el abanico de públicos, a las historias de calidad indiscutible que han hecho emerger a los espectadores que apagaban la tele cuando daban comedias familiares», subraya otro cineasta metido de hoz y coz en la televisión: Marc Vigil, el director de El Ministerio del Tiempo.

«Hubo en un momento un campo sin cultivar al que nadie miraba», apunta Cueto. Se refiere al que generó los espectadores que se convertirían posteriormente en seguidores de Los Soprano, The Wire o Deadwood. Quedó claro a partir de entonces que no todos los que encendían el televisor lo hacían para pasar el rato. «La edad de oro de la televisión es aquella en que ésta compite en igualdad de condiciones con el cine», subraya Cueto. Eso empezó a suceder en los Estados Unidos hace cinco lustros. «Pero no fue el comienzo de todo», recalca Marc Vigil antes de mencionar títulos señeros de la BBC o de Televisión Española como Yo, Claudio o La forja de un rebelde. «El talento era un signo diferenciador en este tipo de televisiones», apostilla Vigil.

Tiempos de cutreces

La presencia de las televisiones privadas avillanó las producciones de ficción. Aquí están de acuerdo Cueto y Vigil. «Eran tiempos de cutreces», insiste Cueto. Y entre estas sobresalen Médico de familia o Farmacia de guardia. Abuelo, padre, hijo, cuñada, amigote€ «Todos estaban representados», dice Vigil. «Había que gustar a todo el mundo», apostilla el director de El Ministerio del Tiempo. O sea, se pasó de una época talentosa, a una más triste y avejentada. «Ahora regresa tiempos mejores, aunque con retraso», subraya Vigil. «Parecía que con la llegada de las privadas iban a llegar también los buenos tiempos, pero no fue así», se lamenta el cineasta asturiano. «Hay circunstancias particulares en el modo de ver televisión en España: el prime time comienza a las 22.00 horas y llega a la una de la madrugada. En Estados Unidos y en el Reino Unido comienza a las 21.30 y a las once todo el mundo está en la cama. Además: cuanto más se alarga el prime time más trampas se hace en la medición de los shares: un 25 por ciento a las 22.00 horas no es lo mismo que a la una», recalca Vigil. «Esto provoca que las emisoras obliguen a las productoras a sacar capítulos que llenen todo el arco del prime time. O buena parte de él. O sea, nuestros capítulos tienen 70 u 80 minutos, mientras que los de Juego de tronos no llegan a una hora. Así que pueden poner dos capítulos de alguna comedia: 50 minutos. Y un drama: otros 50», apostilla el cineasta.

Y aquí está otro de los problemas cruciales al ser de la televisión actual: ¿Los share miden de verdad la televisión? «Parece que no», subraya Vigil. Lo que sucede es que, por el momento, es el único elemento más o menos neutral para vender la publicidad, que es lo que, a todas luces, da de comer al sector de las producciones audiovisuales. Los anunciantes compran segundos a un precio que fluctúa en virtud de los televidentes que encienden el televisor. ¿Todos lo encienden? «Ensayamos nosotros en Canal Plus las suscripciones: pagas por ver televisión, algo que no se había hecho nunca en España. Lo que hicimos fue una copia monda y lironda de lo que hacían en la HBO americana. Y no nos fue mal», cuenta Cueto. Desde luego que no: estrenos de cine, grandes producciones, series€ La evolución de todo aquello ahora se llama Movistar Plus. «La demanda de ficción es cada vez mayor», comenta Vigil. A esto se llama view on demand, o sea, ver televisión con la libertad más engañosa.

La oferta de Netflix

Netflix oferta suscripciones a una plataforma de contenidos inabarcables: series completas de House of Cards, de Stranger Things, de The Walking Dead€ ¿El abanico da para tanto? Netflix no ha alcanzado el número de suscriptores que había ansiado cuando aterrizó en España, el otoño pasado: previó 2,5 millones de abonados antes de llegar el verano, pero se ha quedado en 1,7 millones. Nada en comparación con el resto del mundo: 80 millones de domicilios ven el catálogo de esta plataforma que nació en California, también, a mediados de los 90 y que permite a los usuarios ver todo tipo de contenidos cortando los hilos del programador. El televidente es usuario y programador a la vez. Los anuncios pasan a la historia.

Lo más cercano a lo que se vivió en Estados Unidos se vive en España con los pases a la carta en las páginas web. «¿No cuentan los clics?», se pregunta Vigil. Lo natural es que los medidores de audiencia terminen siendo objeto de museo. Netflix ha dado el primer paso, el segundo lo darán Amazon y HBO. La televisión ya no es el fuego del hogar€ «La ficción se puede ver de mil maneras distintas», recalca director de la serie El Ministerio del Tiempo. Televisión, pantallas de ordenador, de tablet, de móvil€ «Lo que empieza haber ahora es sólo el fruto de una evolución», recalca Vigil. Movistar Plus, que se desarrolla a imagen y semejanza de HBO, por ejemplo, ha llamado a directores tan singulares como David Trueba para hacer ¿Qué fue de Jorge Sanz? En Netflix tienen las dos temporadas de El Ministerio del Tiempo en el catálogo», cuenta Vigil. ¿Y cómo reaccionan las generalistas, es decir, Atres Media y Mediaset? «Compran producciones que vienen de fuera, pero no dan un paso más allá. Es llamativo el caso de Crematorio, una serie maravillosa en Canal Plus que no funcionó en La Sexta. Siguen en la misma ola de los 90. ¿En qué se diferencian Velvet de La embajada?», se pregunta el cineasta. Y Televisión Española, mientras tanto, continúa sin decidir si dará nueva vida a El Ministerio del Tiempo. Eso sí, ha renovado Cuéntame y ha matado El Caso. El mundo de la televisión actual requiere respuestas que las emisoras generalistas todavía no han encontrado: webseries (Paquita Salas), nuevos nombres en la escena€ La televisión se abre de par en par a un mundo que sólo salía en los libros de ciencia ficción, pero la ficción es cada vez más real.