Muere el “James Bond de Pakistán”, padre de la bomba nuclear islámica

Muere el “James Bond de Pakistán”, padre de la bomba nuclear islámica

Muere el “James Bond de Pakistán”, padre de la bomba nuclear islámica

Eduardo Costas

Acaba de morir el ingeniero nuclear Abdul Qadir Khan.

Comparada con su extraordinaria historia, incluso la vida de James Bond puede parecer tan vacía de aventuras como la de una novicia de clausura.

Al este de Holanda, en la llanura de la provincia de Overijessel, se encuentra la pequeña ciudad de Almelo. Sus hermosas calles cruzadas por canales, con profusión de bicicletas y magníficas edificaciones bajas, dan ante todo una sensación apacible.

Parece un lugar de paz, seguro y tranquilo donde nada malo puede ocurrir.

Nada más lejos de la realidad.

En sus afueras, ocupando una superficie enorme, se alza una colección de edificios colosales. Es la sede de URENCO, la fábrica donde se enriquece uranio y otros radioisótopos para usos civiles -y militares- de buena parte de los países de occidente.

El lugar más secreto de Europa

El lugar más secreto de Europa Sin duda alguna, las plantas de enriquecimiento de radioisótopos SP4 y SP5 de URENCO son el lugar más secreto de Europa.

Entrar en URENCO es extremadamente difícil. Y desagradable.

Los registros a la entrada y especialmente a la salida traspasan con mucho el umbral de la dignidad.

Los paranoicos controles que tienen lugar en su interior seguramente superen a los de la más severa cárcel de máxima seguridad. ¡Ni siquiera se puede ir al WC sin el acompañamiento del servicio de seguridad!

Doy fe de ello, pues he tenido que sufrir los controles de URENCO como consecuencia de mi trabajo con microorganismos que enriquecen uranio.

Es del todo punto imposible que de URENCO nadie pueda sacar el menor de los secretos nucleares. Tengo la absoluta certeza que hoy nadie conseguiría sacar de URENCO ni siquiera un chicle usado de una papelera.

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Khan sí pudo burlar la seguridad

 Khan sí pudo burlar la seguridad Sin embargo, acaba de morir la única persona que consiguió robar lo más sustancial de la tecnología más secreta de URENCO.

Se trata del físico nuclear Abdul Qadir Khan, padre de la bomba atómica pakistaní, de la de Corea del Norte, y principal responsable de transferir los secretos nucleares a los Ayatolas Iraníes y a la Libia del coronel Gadafi.

Sorprendentemente, Abdul Qadir Khan nació el 1 de abril de 1936 en Bhopal, India, la archienemiga de Pakistán. De familia acomodada, de joven emigró a Karachi, en Pakistán, donde estudió ingeniería.

Luego vino a Europa a ampliar estudios y se doctoró en ingeniería de materiales en la Universidad Católica de Lovaina. La casualidad hizo que empezase a trabajar en una pequeña empresa de ingeniería especializada en centrifugadoras.

Y aquí es donde se juntan los destinos de la gran empresa y el joven ingeniero.

URENCO es, en esencia, un gigantesco almacén de centrifugadoras donde enriquecen uranio y otros radioisótopos.

En plena Guerra Fría, URENCO tenía que suministrar toneladas de uranio enriquecido. Necesitaba grandes cantidades de centrifugadoras. Y la empresa donde trabajaba el Dr. Khan fue subcontratada por URENCO.

Así fue como al Dr. Khan se le abrieron las puertas del gran secreto.

Un gran “seductor”

Un gran “seductor” Además de ser extremadamente inteligente y capaz, el Dr. Khan era un hombre afable, dicharachero y servicial. Cuentan en URENCO que era extremadamente gracioso contando chistes de moritos.

Y así fue como el Dr. Khan pronto se hizo habitual en URENCO.

A pesar de que solo tenía una autorización de seguridad de muy bajo nivel y en teoría no podía acceder a las zonas más restringidas, hizo muchos amigos entre los empleados de alto nivel con acceso a los secretos nucleares.

Con el tiempo se ganó la confianza de todo el mundo y nadie se extrañaba de ver a Khan en cualquier zona de URENCO. Era considerado “uno de los nuestros”.

Pero el 18 de mayo de 1974 India detonó con éxito su primera bomba atómica.

Ese día algo cambió en el interior del Dr. Khan.

Sintió que su vida tenía un sentido transcendente. Era un elegido. Conseguiría que Pakistán tuviese su propia bomba atómica y no se quedase rezagado en la carrera nuclear con la India.

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Su carrera de “espía”

Su carrera de “espía” Estaba en el lugar idóneo. URENCO era la sede de los secretos nucleares europeos.

Poco a poco el Dr. Khan empezó a compilar la información necesaria para conseguir la bomba.

Hoy en día cuando pasas por las centrifugadoras de uranio te ponen unos complejos auriculares para que no puedas oír ni el menor ruido. Porque en URENCO incluso temen que por el sonido alguien pueda intuir a cuantas revoluciones por minuto giran sus preciadas centrifugadoras.

Pero el Dr. Khan consiguió recopilar una ingente información secreta.

En un viaje a Pakistán durante sus vacaciones, el Dr. Khan consiguió hablar con el primer ministro Zulfikar Ali Bhutto. Le dijo que él podía conseguir que Pakistán tuviese un arma nuclear. Y Ali Bhutto contestó: “si hace falta comeremos hierba, incluso pasaremos hambre, pero tendremos nuestra bomba atómica”.

De vuelta a URENCO, Abdul Qadir Khan aceleró su nuevo “trabajo” de recopilación de secretos.

Y un fin de semana en el que se celebraba una importante fiesta en Almelo, consiguió engañar al servicio de seguridad.

El Dr. Khan logró permanecer en el interior de las instalaciones de URENCO y fotografió lo que necesitaba.

El héroe de Pakistán

El héroe de Pakistán Cuando llegó el lunes, a la gente de URENCO le sorprendió que el Dr. Khan no apareciese. Y cuando el miércoles seguían sin noticias, empezaron a sospechar.

Dieron aviso a la policía, que solo pudo constatar su desaparición.

Para entonces el Dr. Khan ya había llegado a Pakistán con todos los conocimientos necesarios para convertir a su país de adopción en una potencia nuclear.

A partir de ese momento, ante la sospecha de que los Estados Unidos pudiesen intentar asesinarlo, el Dr. Khan pasó a vivir rodeado de impresionantes medidas de seguridad. Se desplazaba con una escolta mucho mayor que la del propio presidente del país.

Para Pakistán valió la pena semejante dispendio. El Dr. Khan cumplió.

Y en 1998, coincidiendo con una demostración de poderío nuclear por parte de la India, Pakistán asombró al mundo con sus ensayos nucleares asombrosamente exitosos. Las bombas atómicas pakistaníes eran magníficas.

Khan fue aclamado como un héroe en Pakistán. Llegó a convertirse en el personaje más famoso del país. Incluso los partidos religiosos más radicales lo llamaron el padre de la bomba nuclear islámica.

El Dr. Khan llegó a ser considerado el mejor de los musulmanes por los grupos islamistas más extremos.

La extensión de la bomba

La extensión de la bomba Entonces Pakistán dio un paso más. Disponían de bombas atómicas, pero les faltaban los misiles para lanzarlas. Así que Pakistán decidió vender su tecnología de armas nucleares a Corea del Norte a cambio de los misiles coreanos No-Dong, diseñados para transportar ojivas nucleares.

Finalmente, ante la presión de los grupos musulmanes más extremistas, el Dr. Khan cedió sus secretos nucleares a Irán. Los Ayatolas podían poner en marcha su programa nuclear e Irán podría llegar a tener su propia bomba atómica en una fecha tan próxima como 2023, o incluso antes.

Ni qué decir tiene que tanto los Estados Unidos como Israel intentaron terminar con la vida del Dr. Khan. Pero al contrario de lo que ocurrió con Bin Laden, no lo consiguieron.

Sin embargo, lo que no logró ni el Mosad ni la CIA, lo consiguió el SARS-CoV-2.

Paradójicamente a finales de Septiembre el Dr. Khan fue ingresado en el Hospital de Islamabad que lleva su nombre y el 10 de octubre, murió.

Foto superior: Abdul Qadir Khan en un acto celebrado en 2017. Waiza Rafique.

Foto superior: Abdul Qadir Khan en un acto celebrado en 2017. Waiza Rafique.