Ciencia y sociedad

El método científico se puede aplicar al amor: una historia de éxito en "Love is Blind"

El amor y la ciencia no solo pueden coexistir, sino que pueden complementarse de manera sorprendente y hermosa

La pareja unida por el método científico aplicado al encuentro del amor.

La pareja unida por el método científico aplicado al encuentro del amor. / Universidad Johns Hopkins

Redacción T21

Madrid

Es una bonita historia que combina la ciencia con el romance: Taylor Krause, graduada de Johns Hopkins University, ha demostrado que el método científico puede ser una herramienta valiosa incluso en el imprevisible mundo del amor.

Krause, quien obtuvo una maestría en política energética y clima, participó en la séptima temporada del popular reality show de Netflix "Love is Blind" en 2023. El programa, que se emitió en otoño de 2024, presenta un formato único donde los participantes se conocen y se enamoran sin verse, comunicándose a través de "cápsulas" separadas.

Para Krause, participar en el show fue como embarcarse en un experimento científico. "Soy científica de corazón, así que decidí probar este experimento", comentó. A pesar de sus dudas iniciales, Krause abordó la experiencia con la mentalidad analítica y objetiva que había cultivado durante sus estudios.

Preparación metódica

Antes de ingresar al programa, Krause aplicó un enfoque sistemático: realizó una introspección profunda sobre lo que buscaba en una pareja; definió claramente los límites de lo que estaba dispuesta a compartir en cámara y preparó a sus seres queridos para la posibilidad de un matrimonio repentino.

Esta preparación meticulosa le permitió ser más intencional durante su participación en el show, según explica en un comunicado de su universidad.

El "experimento" de Krause tuvo un éxito inesperado. Conoció a Garrett Josemans, con quien compartía una peculiar coincidencia: ambos tenían tatuajes relacionados con la ciencia. Krause lucía una molécula de hidrógeno en su muñeca, mientras que Josemans tenía una ecuación cuántica en su brazo.

La pareja se conectó rápidamente y, para sorpresa de muchos (incluida la propia Krause), terminaron casándose al final del programa. Más tarde, la pareja admitió que inicialmente no se sintieron atraídos predominantemente el uno por el otro durante su primer encuentro cara a cara. "Se supone que es algo hermoso y maravilloso; es impactante, eso es lo que es", explicó Garrett, describiendo la intensidad y la presión del momento.

Lecciones aprendidas

Un año después de la experiencia, Krause reflexiona sobre cómo su formación científica influyó en su experiencia. Piensa que la comunicación efectiva, crucial en su trabajo sobre política climática, fue fundamental para conectar con personas de diferentes perspectivas.

Añade que el proceso le enseñó sobre variables que influyen en las relaciones y que normalmente pasan desapercibidas, y que la experiencia aumentó su empatía, una habilidad que ahora aplica en su trabajo sobre la crisis climática.

Actualmente, Krause y Josemans viven en Washington D.C., donde ella trabaja en políticas de energía limpia, demostrando que el amor y la ciencia pueden coexistir armoniosamente. Desde luego, han tenido que enfrentar juntos varios desafíos, incluyendo decisiones sobre dónde vivir y cómo equilibrar sus carreras. "Tuvimos muchas noches sin dormir y lágrimas mientras discutíamos cómo superar este problema", compartió Taylor, refiriéndose a su "mayor lucha" como pareja.

¡Eureka!

La historia de Taylor y Garrett es un testimonio de cómo el amor puede florecer en las circunstancias más inesperadas. Su éxito demuestra que, con la mentalidad adecuada, incluso un "experimento" de citas puede conducir a una conexión genuina y duradera. Como dice Taylor, "No puedes predecir lo que sucede en la vida. Solo quieres encontrar una pareja con la que puedas resolverlo todo juntos".

Esta pareja ha demostrado que el amor y la ciencia no solo pueden coexistir, sino que pueden complementarse de manera sorprendente y hermosa. Su historia nos recuerda que, a veces, los mejores resultados vienen de los experimentos más improbables, tal como ocurre cotidianamente en la investigación científica. Como diría Arquímedes, ¡eureka!

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