Robótica
Cada vez más cerca de los robots emocionales y empáticos
Los especialistas buscan dotar de “estado fisiológico” a los robots para humanizar su interacción

Con robots y agentes artificiales cada vez más implicados en nuestra actividad cotidiana, los investigadores buscan "humanizarlos", logrando una interacción más real, cercana y significativa. / Crédito: artvizual en Pixabay.
Pablo Javier Piacente / T21
Una startup creada por un joven entusiasta de la tecnología de 19 años promete robots capaces de "imitar" las emociones humanas y los movimientos corporales a través de los cuales nos comunicamos, llevando a la robótica a una nueva fase de su desarrollo.
Intempus, fundada en septiembre de 2024 por el joven emprendedor Teddy Warner, busca dotar a los robots de un estado fisiológico similar al humano, para hacerlos más previsibles y mejorar su integración en entornos de trabajo y espacios cotidianos. La propuesta consiste en añadir “un paso B” entre la observación y la acción, de modo que estos dispositivos expresen emociones mediante movimientos cinéticos y sensoriales, generando datos útiles para el entrenamiento de modelos de Inteligencia Artificial (IA).
Warner, de 19 años, proviene de una familia con tradición en el ramo de la robótica y afirma haber “crecido” trabajando en un taller durante su preparatoria en Estados Unidos. Su visión de negocio nació mientras colaboraba en el laboratorio de investigación en IA Midjourney, donde observó que muchos proyectos de “modelos mundiales” se basan en datos procedentes de robots carentes de razonamiento espacial o emocional. En ese contexto, identificó la ausencia de un estado interno (“B”) en las máquinas, que en los humanos estaría asociado a sensaciones como estrés o diversión.
Para Warner, “los robots actualmente pasan de A a C —observación a acción—, mientras que los seres vivos incluyen un paso intermedio B, que llamamos estado fisiológico: no tienen diversión, ni estrés. Si queremos que comprendan el mundo como lo hacemos los humanos y se comuniquen de manera menos inquietante y más predecible, hay que darles ese paso B”, afirmó el joven emprendedor a TechCrunch.
Mejora en la precisión de las tareas
Para mostrar expresividad en los robots, Intempus emplea microactuadores que modifican la cinemática de brazos y torso, inspirándose en cómo los gestos transmiten señales subconscientes tanto en humanos como en animales. En la fase inicial de investigación, Warner probó con resonancias magnéticas funcionales (fMRI) para entender patrones de activación neuronal, pero no obtuvo resultados concluyentes.
Finalmente, optó por un polígrafo para capturar datos de sudor acumulado en la piel que, en combinación con algoritmos de aprendizaje automático, permitieron inferir una “composición emocional” en tiempo real. Posteriormente, el sistema incorporó mediciones de temperatura corporal, ritmo cardíaco y fotopletismografía (control del volumen sanguíneo en la piel) para enriquecer la muestra de datos fisiológicos.
Desde su lanzamiento en septiembre de 2024, Intempus dedicó los primeros cuatro meses exclusivamente a investigación. Durante este período, comprobó en laboratorio que agregar señales fisiológicas mejoraba en un 27% la precisión de tareas robóticas frente a métodos tradicionales, obteniendo una estabilidad de integración entre los robots y el espacio en el que interactúan del 92%. Tras estos resultados, Warner inició negociaciones con posibles clientes y ya ha firmado convenios con siete empresas del sector robótico para adaptar las nuevas tecnologías a robots existentes.
Robots más cercanos y previsibles
El proyecto de Intempus se enmarca en una tendencia cada vez más presente en la investigación de modelos mundiales: crear sistemas robóticos que entiendan y simulen causa y efecto en un contexto temporal y espacial más cercano a la experiencia humana. De esta forma, la arquitectura (denominada “Marco de tres estados”) integra un “espacio de tarea” con observaciones externas, un “espacio neural” o estado interno y un “espacio conceptual” o conexión entre ambos, para dotar al robot de percepción subjetiva del tiempo y las emociones.
Además, estudios recientes como el marco EmoACT, basado en la Teoría del Control de Afectos (ACT), demuestran que dotar a los agentes artificiales de emociones sintéticas mejora significativamente la percepción de los usuarios sobre la naturalidad de la interacción, convirtiendo a los robots en “agentes sociales” más que en simples máquinas.
Esta línea de investigación subraya la importancia de la expresividad emocional para ganar confianza en entornos colaborativos y para entrenar modelos de IA con datos fisiológicos valiosos.
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