Paleontología / Ciencias de la Tierra

60 millones de años de ecosistemas estables nos enseñan sobre la pérdida de especies actual

Un nuevo estudio liderado por científicos españoles muestra que los ecosistemas han conseguido desarrollar una notable resiliencia en los últimos 60 millones de años: su adaptación nos brinda información sobre el presente y el futuro

Los ecosistemas herbívoros permanecieron relativamente estables durante 60 millones de años: ¿qué nos enseña eso hacia el futuro?

Los ecosistemas herbívoros permanecieron relativamente estables durante 60 millones de años: ¿qué nos enseña eso hacia el futuro? / Crédito: Juan López Cantalapiedra.

Pablo Javier Piacente / T21.

Dos cambios ambientales importantes han provocado transformaciones globales en grandes comunidades de herbívoros en los últimos 60 millones de años. Los investigadores han logrado demostrar cómo estos ecosistemas se mantuvieron notablemente resistentes a pesar de la extinción de algunas especies, la aparición de otras y las variaciones en el entorno.

En un momento en que la biodiversidad global se encuentra amenazada, un estudio internacional publicado en la revista Nature Communications arroja luz sobre cómo los ecosistemas de grandes herbívoros han mantenido su estabilidad funcional a lo largo de los últimos 60 millones de años, pese a episodios de extinción masiva y cambios climáticos drásticos. 

La investigación, impulsada por científicos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), en España, y la Universidad de Gotemburgo, en Suecia, analiza registros fósiles de más de 3.000 especies de herbívoros para entender cómo la estructura ecológica de estos sistemas se ha adaptado a perturbaciones ambientales severas.

El equipo, liderado por los especialistas Fernando Blanco (Universidad de Gotemburgo) e Ignacio A. Lazagabaster (CENIEH), empleó análisis de redes funcionales que consideran rasgos como el tamaño corporal y la morfología dental. Este enfoque permite centrarse en las funciones ecológicas de las especies, como por ejemplo su capacidad para pastar, y no solo en la presencia o ausencia de taxones. 

De esta forma, y según un comunicado y otra nota de prensa de ambas instituciones, los investigadores descubrieron que, a lo largo de 60 millones de años, los ecosistemas de herbívoros mantuvieron un “andamiaje” funcional sorprendentemente constante, aun cuando algunas especies desaparecían y otras emergían.

Dos grandes cambios y la situación actual

Sin embargo, esa estabilidad se vio interrumpida en dos momentos clave. El primero tuvo lugar hace aproximadamente 21 millones de años, cuando el cierre del mar de Tetis y la formación del Puente de Gomphotherium conectaron África y Eurasia. 

Este nexo terrestre facilitó un flujo masivo de especies, incluyendo los antecesores de los elefantes modernos, rinocerontes, ciervos gigantes y otros herbívoros, que colonizaron nuevos territorios y alteraron la dinámica local de recursos y depredación.

El segundo gran cambio ocurrió hace unos 10 millones de años, cuando un enfriamiento global y la expansión de las praderas propiciaron la desaparición de muchos herbívoros forestales y el auge de especies adaptadas a pastizales, con dientes más resistentes al desgaste. 

A pesar de la reducción en la diversidad funcional, o sea la variedad de roles ecológicos desempeñados, la organización básica de las comunidades de herbívoros se sostuvo, como si los ecosistemas conservaran su estructura aunque cambien sus integrantes.

Esta capacidad de resiliencia se mantuvo incluso durante los últimos 4,5 millones de años, sobreviviendo a glaciaciones y fluctuaciones climáticas, hasta llegar al Holoceno. Sin embargo, los autores advierten que la actual tasa de pérdida de especies, impulsada por la actividad humana y el cambio climático de raíz antropogénica, podría sobrepasar la amortiguación histórica de estos sistemas. 

En cuanto a los cambios más recientes, la extinción de grandes mamíferos, como por ejemplo los mamuts, se ha producido en una fracción ínfima del tiempo que requirieron las transformaciones pasadas, un dato que podría inducir un tercer punto de inflexión global, pero esta vez irreversible en términos de funciones ecológicas.

Los especialistas explican cómo dos grandes cambios ecológicos moldearon 60 millones de años de evolución. Créditos: CENIEH / YouTube.

Evitar un punto de no retorno

Los grandes herbívoros no solo influyen en la biomasa vegetal: también actúan como “ingenieros del ecosistema”, moldeando paisajes, dispersando semillas e impactando la composición del suelo y la frecuencia de incendios. Su desaparición compromete procesos ecológicos esenciales, como ciclos de nutrientes y la regulación de la vegetación.

Según Juan L. Cantalapiedra (MNCN-CSIC), “los ecosistemas tienen una capacidad asombrosa para adaptarse, pero existe un límite. Si seguimos perdiendo especies y funciones ecológicas, podríamos acercarnos muy pronto a un punto de no retorno”, concluyó.

Referencia

Two major ecological shifts shaped 60 million years of ungulate faunal evolution. Fernando Blanco et al. Nature Communications (2025). DOI:https://doi.org/10.1038/s41467-025-59974-x

Comprender la historia de la estabilidad ecológica a gran escala puede ayudar a diseñar estrategias de conservación más efectivas. Si los ecosistemas del pasado resistieron extinciones masivas y cambios ambientales drásticos, las estructuras funcionales subyacentes deben ser el foco principal de recuperación. 

Sin embargo, la velocidad sin precedentes de la pérdida de especies en la actualidad exige medidas urgentes: proteger corredores migratorios, restaurar hábitats degradados y fomentar la coexistencia entre seres humanos y grandes mamíferos es crucial para evitar que el equilibrio que evolucionó durante decenas de millones de años se rompa de manera irreversible.

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