Física atmosférica

La Tierra pierde su equilibrio energético a un ritmo sin precedentes

Nuestro planeta acumula hoy el doble de energía neta que hace veinte años, acelerando el calentamiento global

Recreación artística del desequlibrio energético que afecta al planeta como consecuencia del calentamiento global.

Recreación artística del desequlibrio energético que afecta al planeta como consecuencia del calentamiento global. / ChatGPT/T21

EDUARDO MARTÍNEZ DE LA FE/T21

EDUARDO MARTÍNEZ DE LA FE/T21

Madrid

La Tierra está absorbiendo y reteniendo más energía que nunca desde que existen registros: el desequilibrio energético alcanzó en 2023 el doble que hace veinte años. Este fenómeno, que acelera el calentamiento global y agrava los extremos meteorológicos, ha sorprendido a la comunidad científica y pone en riesgo nuestra capacidad de vigilancia climática.

En las últimas décadas, la Tierra ha experimentado un creciente desequilibrio energético: la diferencia entre la energía que recibimos del Sol y la que devolvemos al espacio se ha incrementado a un ritmo mucho mayor de lo previsto.

Según un informe publicado en la revista AGU Advances, este desequilibrio energético se ha más que duplicado en apenas veinte años, alcanzando en 2023 un valor de 1,8 vatios por metro cuadrado, el doble de lo estimado previamente por los modelos climáticos más avanzados.

Este desequilibrio tiene profundas implicaciones para el sistema climático. El calentamiento global, tal como lo entendemos hoy, es consecuencia directa de este exceso de energía que queda atrapada en la atmósfera, los océanos y la superficie terrestre.

El principal responsable es la acumulación de gases de efecto invernadero, producto de la actividad humana, que impide que parte de la radiación infrarroja emitida por la Tierra escape al espacio. Así, la energía se acumula, elevando las temperaturas, derritiendo hielos, incrementando el nivel del mar y exacerbando fenómenos meteorológicos extremos en todo el mundo.

Ritmo creciente

Lo que resulta especialmente desconcertante para la comunidad científica es que el ritmo de aumento del desequilibrio energético supera ampliamente las proyecciones de los modelos climáticos actuales, incluso considerando el aumento de las emisiones y los cambios asociados en la respuesta climática.

Hasta hace poco, se pensaba que la variabilidad interna del sistema climático, junto con fenómenos como El Niño, podía explicar estas fluctuaciones. Sin embargo, la persistencia y magnitud de la tendencia observada en los últimos años sugieren que hay factores adicionales que los modelos no están captando adecuadamente.

Entre las hipótesis que se barajan para explicar este fenómeno destaca la disminución de la reflectividad solar de la Tierra, es decir, la cantidad de energía solar que el planeta refleja de vuelta al espacio. Este descenso podría estar relacionado con la reducción de superficies reflectantes como el hielo y con la disminución de aerosoles contaminantes que, al ser regulados por políticas de calidad del aire, dejan de contribuir a la reflexión de la luz solar.

Sin embargo, la causa última de este rápido aumento sigue siendo un misterio, y la comunidad científica reconoce que es necesario investigar más a fondo para desentrañar los mecanismos subyacentes.

Referencia

Earth's Energy Imbalance More Than Doubled in Recent Decades. Thorsten Mauritsen et al. AGU Advances, 10 May 2025. DOI:https://doi.org/10.1029/2024AV001636

Indicador fundamental

La importancia de monitorear este desequilibrio energético no puede subestimarse. Se trata de un indicador fundamental del estado del sistema climático y de la eficacia de las acciones de mitigación. Si el desequilibrio permanece elevado, limitar el calentamiento global a niveles seguros, como el umbral de 2°C acordado internacionalmente, será mucho más difícil de lograr, ya que la cantidad de dióxido de carbono que podríamos emitir antes de alcanzar ese límite se reduce considerablemente.

Sin embargo, la capacidad de observar y cuantificar este desequilibrio está en peligro. Los satélites que han permitido medirlo con alta resolución, como los de la misión CERES de la NASA, están llegando al final de su vida útil. Aunque se planea lanzar un nuevo satélite, Libera, en 2027, la falta de redundancia y la ausencia de un plan a largo plazo para mantener estas observaciones ponen en riesgo la continuidad de los datos. Sin estos registros, la humanidad perdería una de sus principales herramientas para vigilar en tiempo real el pulso energético del planeta, quedando “a ciegas” ante los cambios del clima.

Ojos vendados

Ante este panorama, los autores del estudio hacen un llamado urgente a la comunidad científica, a las agencias financiadoras y a los responsables políticos para asegurar la continuidad y mejora de la vigilancia del desequilibrio energético terrestre. Solo así podremos comprender, anticipar y, en última instancia, gestionar los cambios que se avecinan en el sistema climático global.

Como advierten los expertos, medir este desequilibrio es esencial para saber cuán lejos estamos de estabilizar el clima de la Tierra; ignorarlo sería como conducir nuestro futuro climático con los ojos vendados.

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