Ciencia y sociedad

La España de 2025 vive una peligrosa esquizofrenia climática

Mientras el marketing se tiñe de verde y las cumbres políticas anuncian ambiciosos planes de futuro, los datos de emisiones cuentan una historia muy distinta: la del "ecopostureo"

La contaminación del tráfico debería reducirse.

La contaminación del tráfico debería reducirse. / Agencias

Alejandro Sacristán.

Madrid

La dependencia de los combustibles fósiles en el transporte, el auge contaminante de la aviación y la inacción de los gigantes energéticos han creado una brecha insalvable entre las promesas y la cruda realidad de un país que se aleja, año tras año, de sus compromisos climáticos. Los datos revelan una descarbonización más lenta de lo necesario y un preocupante desfase entre el discurso oficial y la realidad industrial.

La economía española sigue enfrentándose a un reto mayúsculo en materia de descarbonización, pese a los compromisos internacionales y la urgencia climática que marcan la agenda global. Aunque las cifras oficiales muestran una reducción de emisiones del 32% desde 2005, el panorama es menos alentador cuando se compara con 1990: las emisiones han aumentado un 3%, y si se incluye el transporte marítimo, el descenso anual apenas llega al 1%. Estos datos, recogidos en el último informe del Observatorio de Sostenibilidad, ponen en entredicho la viabilidad de alcanzar el objetivo de reducir un 32% las emisiones para 2030 respecto a los niveles de 1990.

El lento avance en la reducción de gases de efecto invernadero responde, en gran medida, a la falta de presión efectiva sobre las grandes empresas y a la escasa ambición de las políticas públicas. El fenómeno del “ecopostureo” se ha instalado en el discurso empresarial: muchas compañías incorporan la sostenibilidad en su marketing y publicitan su huella de carbono, pero los cambios reales en sus cadenas de valor son insuficientes, especialmente en un contexto de emergencia climática permanente.

La aceleración del calentamiento global y la frecuencia de anomalías climáticas, como las registradas en el Mediterráneo y otras zonas oceánicas en los últimos tres años, han superado las previsiones de los modelos científicos más recientes. Incluso si se lograra estabilizar la concentración de gases de efecto invernadero y alcanzar emisiones netas cero, el equilibrio energético de la superficie terrestre seguiría alterado, lo que subraya la necesidad de una transformación profunda y urgente en todos los sectores económicos.

Contrastes notables

El análisis sectorial revela contrastes notables. Mientras que las emisiones derivadas de la quema de combustibles fósiles han caído un 14%, la industria de refino ha experimentado un incremento del 2%. Esto indica que, aunque la producción energética avanza hacia la descarbonización, el sector del petróleo y el transporte siguen siendo puntos críticos. La aviación, por ejemplo, ya representa el 10% de las emisiones del mercado y ha registrado un aumento del 18% respecto al año anterior, impulsada por el auge del turismo internacional. El sector marítimo, incluido por primera vez en el mercado de emisiones, ha sumado 3,5 millones de toneladas de CO2 equivalente.

En el ámbito empresarial, Repsol continúa liderando el ranking de emisores, seguida de Endesa, EDP, Arcelor Mittal, Cepsa y Naturgy. Las diez empresas más contaminantes concentran el 56% de las emisiones del mercado de carbono y el 18% del total nacional, lo que evidencia la concentración del problema en un reducido grupo de actores clave.

Por comunidades autónomas, Galicia encabeza la reducción de emisiones con un 24%, seguida de Navarra y La Rioja. En el extremo opuesto, Asturias, Madrid y la Comunidad Valenciana han registrado ligeros incrementos. Si se amplía la perspectiva al periodo 2008-2024, Castilla y León destaca con una reducción del 80%, mientras que Aragón, Galicia y La Rioja superan el 70%.

Crecimiento engañoso

El crecimiento económico tampoco ha ido acompañado de una reducción proporcional de emisiones. En 2024, el PIB español creció un 3,2%, pero las emisiones aumentaron un 1%, lo que pone de manifiesto la ausencia de un desacoplamiento real entre desarrollo económico y sostenibilidad ambiental.

La advertencia de los expertos es clara: según el servicio Copernicus de la Unión Europea, la temperatura media global ya ha superado el umbral de 1,5°C fijado por el Acuerdo de París. Si no se logra una descarbonización efectiva en todos los sectores, el aumento podría superar los 2°C, con consecuencias potencialmente devastadoras. Nada más que añadir, su señoría.

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