Como si de un auténtico superhéroe se tratase, el nadador Michael Phelps vuelve en su tercer capítulo a unos Juegos Olímpicos. Esta vez en el continente asiático. Después de la última proeza, tras ganar ocho medallas, seis de ellas de oro, en Atenas 2004, ahora vuelve a Pekín para competir en las ocho mismas pruebas que entonces: individualmente lo hará en 100 y 200 mariposa, 200 y 400 estilos y 200 libres, además de las pruebas de equipo 4x100 libres y estilos y los 4x200 libres.

Finalmente, no participará en los 400 libres, prueba donde por sus cualidades físicas también podría partir en los Juegos Olímpicos de Pekín con más opciones que en pruebas de velocidad como los 100 mariposa, donde sí que participará por motivos tácticos de calendario.

En este episodio, el estadounidense vuelve para intentar de nuevo batir el récord de siete medallas de oro de su compatriota Mark Spitz. Por el tipo de pruebas que nada, tanto de velocidad como de resistencia, así como su dominio en todos los estilos, de conseguir la gesta se convertiría sin duda en el mejor deportista de todos los tiempos.

Sus enemigos, a priori, en las pruebas de estilos serán el húngaro Laszlo Cesh y su compatriota Ryan Lochte. En la prueba corta de mariposa el también norteamericano Ian Crocker, actual recordman de la prueba, será su principal rival a batir.

El arma secreta de Phelps radica en un extraordinario batido submarino tanto en los primeros metros de la salida, como principalmente en los virajes que le dan ese punto extra y le permite imponerse a sus adversarios en todas las carreras.

El nadador nacido en Baltimore parte como favorito en todas las pruebas, por lo que es muy probable que regrese a casa como hizo hace cuatro años: es decir con otras ocho preseas, la incógnita a despejar será el metal de las mismas.

Conseguir batir al mito de Spitz y que todas sean de oro es una hazaña sólo al alcance de Phelps. Los sueños están para realizarlos. Seamos realistas, pidamos lo imposible.