El día después del encuentro que cerraba el campeonato de Liga 2008/09, con una holgada derrota ante el Espanyol en Montjuic (3-0) amaneció en La Rosaleda con una calma tensa que no obedecía a la exitosa campaña en el terreno deportivo.

El delantero Salva Ballesta, que se ejercitaba en el gimnasio y quien acaba contrato con el club blanquiazul el próximo día 30, señaló que nadie del club se ha dirigido a él acerca de la posibilidad de continuar ligado al Málaga, como es su pretensión.

"Nadie me ha dicho nada y no tengo ninguna reunión pendiente", expresó el ariete aragonés desde su vehículo, instantes antes de dejar el estadio. Y es que Salva quiere seguir jugando en el Málaga pese a que ello suponga bajar en gran parte sus emolumentos actuales. Su deseo es concluir su carrera deportiva en el club malaguista. Fernando Sanz le ha comentado que la decisión deberá tomarla el próximo entrenador.

Antes, el guardameta Iñaki Goitia, que deberá jugar en Segunda División con el Betis –así lo confirmó ayer su representante, Luis Villasante–, pasó por delante de algunos representantes de los medios de comunicación sin responder a los saludos, ´mudo´ –no dijo ´ni mu´–, con cara de póker y pendiente tan sólo de su hija, a la que llevaba en el carrito hacia su vehículo. Ni siquiera respondió a la llamada de un empleado del club que gritaba su nombre con insistencia: "¡Iñaki, Iñaki!". Él, ni dobló la cabeza.

El brasileño Pablo Barros aseguraba que ningún dirigente del Zaragoza se ha dirigido a él para comunicarle si cuenta o no para la próxima campaña. Sólo sabe que se irá mañana miércoles de vacaciones a su país natal, si bien espera una llamada del club maño una vez que acabe la Liga en Segunda –el Zaragoza está a punto de ascender a Primera–. "Sé que están haciendo un gran equipo y que ficharán a Morientes", dijo.