Nadal, leyenda de la raqueta a pesar de su juventud -23 años-, ha sido retratado por la pintora española Gloria Lomas a la manera del "discóbolo" del escultor Mirón de Eleuteras.

En un lienzo de hilo y lino de 80 x 130 centímetros, el tenista español aparece en blanco y negro, con su torso desnudo y en escorzo antes de golpear un "drive" mientras su rostro permanece hierático al modo helénico del "discóbolo", en el que se conjuga fuerza y serenidad.

La idea del "tenistóbolo" partió de la confirmación de Rafa Nadal como el deportista actual "más universal", según indicó Lomas en entrevista telefónica con Efe desde su estudio en la localidad de Gelves (Sevilla).

La condición del tenista "como héroe" en la sociedad es "demasiado desproporcionada" y genera "una comparativa entre el personaje público y el anónimo" que, según señaló Lomas (Sevilla, 1963), es lo que le llevó a elegir a un personaje como Nadal.

Para plasmar esa idea de la mitificación de "héroe", la artista trasladó los fundamentos a nivel compositivo de la escultura del "discóbolo", de Mirón, al "tenistóbolo" de Nadal, en el que "el gesto no acompaña a la acción" en la figura.

Lomas explicó que llevó a cabo primero un fotomontaje con dos fotos de prensa: la del rostro la sacó de una entrevista y la del cuerpo de cuando el tenista efectuó "un esfuerzo en un partido".

Tras ello, la pintora manipuló ese fotomontaje con Photoshop -programa de tratamiento de imagen- y lo trasformó en una gama amplia de tonos de grises antes de dibujar la foto editada en la tela.

Luego trabajó el lienzo con una técnica de grisalla acrílica en la que la artista investiga desde principios de 2007 para "Fotogramas", serie en la que incluye el "tenistóbolo" y que no se ha exhibido todavía, aunque la pintora dijo que espera que se muestre por vez primera en Madrid.

El "tenistóbolo" y el resto de los lienzos de "Fotogramas" guardan unas características comunes: los encuadres fotográficos de las figuras sobredimensionadas y su expresividad, así como la aguada de la pincelada.

De ahí que la artista jugase con "la sobredimensión de la figura (retratada) que recuerda a los carteles de cine" y el encuadre del cuadro, que es "como si recogiera el fragmento de una película" de su vida.

Y también con la pincelada aguada que aporta un amplio espectro de blancos y grises a la tela de hilo y lino, que se convierte prácticamente en un papel muy fino que es calado y traspasado por la pintura que se expande por ella, por lo que el cuadro se puede ver igualmente al dar la vuelta al bastidor.

De esta manera el "tenistóbolo" se puede observar por el anverso y el reverso del lienzo, aunque haya sido creado para verlo al modo tradicional, de frente.

La pintora tan sólo permite leves incursiones a otros colores como el rojo para las muñequeras de Nadal o los virados a sepia para aportar un matiz de daguerrotipo a la imagen.

El "tenistóbolo", así como "Fotogramas" -hasta ahora una docena de retratos suyos de amigos y aprendices de monjes hinduistas-, revela la fórmula alquímica de la cultivada y depurada paleta renacentista y flamenca de Gloria Lomas: "Acercar la pintura a la fotografía" y "dignificar la fotografía al llevarla a la tela".