Después de seis años de ausencia, el Regal FC Barcelona volverá a disputar una final de la máxima competición continental, la séptima de su historia, tras derrotar al CSKA de Moscú por 64-54 en un partido muy táctico, en el que los de Xavi Pascual nunca se descompusieron.

Tras perder dos semifinales de la Euroliga ante el equipo ruso, en Praga (2006) y en Berlín (2009), el Barça sacó lo mejor de sí mismo e impulsado por la calidad de Ricky Rubio y de Erazem Lorbek se sobrepuso a un experimentado rival, que además parecía que le tenía tomada la medida, pero que pagó su falta de rotación con un banquillo corto.

El Barcelona no estaba en una final de la Euroliga desde 2003, cuando la ganó como anfitrión, tras eliminar al CSKA también en semifinales, un buen presagio para el partido del domingo.

Cimentó su ventaja en un buen segundo cuarto en el que puso tierra por en medio, pero a diferencia de la semifinal del año pasado, a los de Pascual no les tembló el pulso ni cuando el CSKA ofreció su mejor versión en el cuarto final. Once rebotes, cinco en ataque en los primeros cinco minutos, cimentaron las primeras ventajas del CSKA de Moscú. Jugó Pashutin con Planinic en el poste bajo, situación que puso en aprietos la defensa de Ricky Rubio.

Sobrevivió el Barça con la intensidad de Pete Mickeal, autor de los ocho primeros puntos de su equipo. Sufría el Barcelona bajo su canasta, se desangraba con las segundas y terceras opciones de los moscovitas, que dominaban la situación, a pesar de sus malos promedios de tiro.

El CSKA llegó a dominar por siete puntos de ventaja (4-11), hasta que el Barcelona se reactivó. Aún tuvo que soportar la fuerza en la pintura de Kaun, que equilibró el partido hasta el minuto 15´ (19-19). A partir de entonces se vio la diferencia de profundidad en los banquillos de uno y otro equipo. La defensa le dio aire a los azulgranas y Ndong puso la máxima diferencia (29-21) al término del primer tiempo, tras un parcial 10-2 en los últimos cuatro minutos.

Cambió completamente el panorama del partido en el tercer cuarto. Aparecieron sus cañoneros, el lituano Siskauskas y Holden más Trajan Langdon. Los azulgranas mantuvieron las diferencias en el inicio del cuarto final (49-41), pero un parcial 0-5 acercó a los rusos (49-46). Era el momento decisivo del partido (53-50).

A tres minutos para el final, un ´alley oop´ de Ricky para Fran Vázquez dio aire al Barcelona. Kaun no aprovechó una dudosa antideportiva y Lorbek marcó el triple que mató el partido.