Una figura de 175 centímetros y puro músculo, siempre adornada con largos pendientes y uñas esmaltadas, esconde un auténtico tormento llamado Serena Williams, una diseñadora que elige el color rosa y aficionada al fútbol que se proclamó ayer por cuarta vez (segunda consecutiva) campeona de Wimbledon.

A sus 28 años, la estadounidense levantó su décimo tercer título de un Gran Slam y demostró en su sexta final en el All England Club que aún puede dar mucha guerra.

La tenista norteamericana conquistó su cuarto torneo de Wimbledon tras imponerse a la rusa Vera Zvonareva en poco más de una hora y se convierte de nuevo en la reina de la hierba londinense. La número uno del mundo, ganadora en 2002, 2003 y 2009 y subcampeona en 2004 y 2008, que no cedió un sólo set en todo el torneo, se enfrentó a Zvonareva, que buscaba el primer Grand Slam de su carrera. Ambas se habían enfrentado en seis ocasiones con 5-1 para Williams.

A pesar de los nervios iniciales, Serena comenzó buscando intercambios al resto, sin arriesgar, esperando el fallo de la rusa, con mucha paciencia y asegurando los golpes. Tuvo su primera oportunidad de romper el servicio en el 3-2 pero Zvonareva, nº 21 del mundo, supo rehacerse con dos bolas de break y recuperar su servicio.

Pero ya en el octavo juego, la número uno del mundo, no desaprovechó un nuevo punto de break y con una gran derecha rompió el servicio de la rusa (5-3). Un golpe que resultaría decisivo para que la americana consiguiera el primer set del partido y a la postre la victoria.

En el segundo set del partido las cosas fueron más rápidas, pues ya el sexto juego resolvió el marcador. La superioridad de Williams se vio claro desde que en el arranque de esa manga, en el primer juego, rompió el servicio de Zvonareva. Lo volvió a hacer en el quinto, sin dejar entre medias a su contrincante beneficiarse de ninguna opción real para remontar el encuentro. Sin embargo, la rusa, estudiante de diplomacia, no se dejó vencer en ningún momento y sacó su garra siempre que tenía algo de lo que lamentarse o de lo que alegrarse, golpeando el suelo con su raqueta, como hace habitualmente.

En ese quinto juego de la segunda manga Zvonareva salvó dos puntos de rotura que podrían haber adelantado la victoria de Williams. Esto permitió a la rusa evitar una derrota más amarga.

Vera Zvonareva mejorará su posición en la clasificación de la WTA al término de este torneo, pues logrará una plaza entre las diez mejores, con el número nueve.