El ciclista francés Sylvain Chavanel (Quick Step) se adjudicó en solitario la segunda etapa del Tour de Francia, discurrida en suelo belga entre Bruselas y Spa sobre 192 kilómetros, en una jornada en la que se aprovechó de una cadena de caídas masivas en el pelotón para vestirse de amarillo en sustitución del suizo Fabian Cancellara (Saxo Bank).

El corredor galo, quien se escapó en el tramo inaugural de la ruta, se benefició cuando marchaba escapado de una nueva montonera entre el grupo de favoritos tras el descenso al penúltimo puerto del día, el Côte d'Aisomont, lo que descompuso a un pelotón que prefirió elegantemente reorganizarse en vez de dar caza al fugado.

Y es que entre los más perjudicados del día estuvo el luxemburgués Andy Schleck (Saxo Bank), que con dolencias en su codo derecho tras su caída, debió recuperar una desventaja de cuatro minutos con el resto de postulantes al triunfo final en París, en un final pactado por los principales equipos tras las consecuencias de la etapa, promovido por el suizo Fabian Cancellara.

Asimismo, el español Alberto Contador (Astana) y el estadounidense Lance Armstrong (RadioShack) también pisaron el suelo en este tramo, en el que el peligro y los nervios acechaban en cada curva, puesto que la lluvia contribuyó a que los aspirantes sufrieran antes de entrar a suelo galo mañana miércoles.

En lo estrictamente deportivo, la travesía estaba marcada en el calendario de la ronda gala como homenaje para las clásicas belgas, como la Flecha Valona o la Lieja-bastoña-Lieja, con un recorrido plano que presentaba un rush final de toboganes –seis puertos de montaña, tres de tercera categoría y otros tres de cuarta–.

Este perfil de etapa, el cual descartaba a los velocistas puros, resultaba ideal para las emboscadas. Así, un grupo de ocho valientes saltó en los primeros kilómetros en pos de la aventura desde lejos, siendo el más experimentado el propio Chavanel y el más peligroso en la general el estonio Rein Taaramae (Cofidis), situado a 45 segundos del liderato.

No obstante, el pelotón siempre mantuvo a raya a la fuga, que nunca manejó ventajas superiores a los 6 minutos, hasta la llegada de las últimas cumbres de la jornada. Fue entonces cuando un nubarrón descompuso la carrera, llevando a la caída a los más osados y trasladando el miedo en contra del espectáculo. Y hoy, todo puede empeorar debido al pavés.