España y Alemania con las mejores generaciones de futbolistas de su historia, reeditan dos años después la final de la Eurocopa 2008, en la semifinal del Mundial 2010, a donde la Roja llega firmando el capítulo más exitoso de su vida en la competición de mayor prestigio. Ante la selección en mejor momento del planeta, una Alemania que ha goleado en su camino a las potentes Inglaterra y Argentina.

El reencuentro de viejos «amigos» llega con numerosas caras nuevas. Principalmente en el bando germano. España no ha necesitado grandes cambios, sí retoques de Vicente Del Bosque, quien retomó el exitoso proyecto de Luis Aragonés tras tocar el cielo en la final de Viena de la Eurocopa.

Llega España a la cita con la moral por las nubes, demostrando el crecimiento que protagoniza desde que fulminase sus complejos en aquellos cuartos de final de la Eurocopa ante Italia. Sabiendo competir en eliminatorias a vida o muerte. Imponiéndose al sufrimiento en momentos de fútbol poco vistoso o mostrando poderío cuando desata su fútbol.

Sin recibir un gol desde que comenzaron los cruces del Mundial. Rescatando la cara salvadora de Íker Casillas y presumiendo de la matadora del goleador del Mundial, David Villa. El Guaje se quitará la espina que le quedó clavada en el último duelo con Alemania. Una lesión muscular le apartó de la gran final de Viena.

Nunca fue Del Bosque en su carrera un técnico de cambios. Cuando algo funciona no es partidario de retoques pero tenía uno en mente para la semifinal. Tras recuperar a Cesc Fábregas ante Paraguay para desatascar el partido, pensaba darle la titularidad en detrimento de Fernando Torres y aumentar el peso en el centro del campo. Un mal gesto del centrocampista en el entrenamiento en el peroné recién operado impedirá el cambio. En principio Torres, que aún no ha marcado en el Mundial, seguirá siendo el 9 y jugará ante la selección a la que marcó el tanto más importante de su vida.