Dicen que los deportistas son gente especial. Que tienen algo. Que ese espíritu de sacrificio y entrega les distingue de los demás... En muchos casos es cierto. Hay muchas historias de superación y vivencias que han llegado a la gente. El malagueño Francisco Jesús Flores Ramírez es un chico normal, aunque trotamundos, amante del fútbol y buscavidas, como otros muchos deportistas. Su historia no deja de ser la de un futbolista que ha vivido durante su juventud del deporte del balón, pero es quizá su presente es el que avala esa ´creencia popular´.

Francis –como le llaman sus amigos– eligió el fútbol, como hacen la gran mayoría de los chavales, como deporte y como diversión cuando sólo era un niño. Con el paso de los años se hizo futbolista profesional y llegó a convertirse en su modo de vida. En esa época pasó por un buen número de clubes de España, entre ellos el Antequera, el Melilla, el Algeciras y el Málaga B, donde era el capitán del equipo y donde coincidió con muchos compañeros que ahora juegan en Primera División. Son muchas vivencias, muchos compañeros y muchas temporadas ligado al deporte rey. Y todavía hoy, con 32 años, Francis, mediocentro, sigue haciendo lo que más le gusta.

Esta temporada juega en el Vélez CF de Tercera División, pero su vida ha cambiado y el fútbol se ha convertido ya en un hobbie pagado. «Hace ya tiempo que el fútbol no es el trabajo con el que me gano la vida. Es lo que me gusta y se puede decir que me dan dinero por hacer lo que me gusta. Pero no da para vivir. En Tercera División y más con la crisis las cosas son complicadas», reconoce.

Ahora Francis, casado y padre de dos niños –Francisco de 7 años e Iván de 4– trabaja también fuera de los campos de fútbol para sacar adelante a su familia. Además, él y su esposa Sandra esperan un tercer hijo, que nacerá en unos meses.

Pero el trabajo de este malagueño no es un trabajo cualquiera. Tiene junto a su familia una empresa de autobuses y él trabaja desde hace un par de años como conductor de un autobús de educación especial.

«Es un trabajo con mucha responsabilidad pero que hago orgulloso cada día. A mí el fútbol y el deporte me han dado mucho y estos niños necesitan mucho también. Cada día hago una ruta por la zona de Alhaurín y los llevo al Colegio Santa Rosa de Lima. Entre las 8.30 y las 9.30 horas los recojo y los llevo al colegio. Luego los recojo a las 15.00 horas y los vuelvo a llevar a casa. Además de conducir me preocupo de ayudarlos, acomodarlos bien y de que estén a gusto en el trayecto», comenta Francis.

Al comienzo de este artículo aparecía el término ´buscavidas´. Y es que este malagueño, además de compaginar los entrenamientos con el Vélez –dos horas los lunes, miércoles, jueves y viernes– y los partidos, con su trabajo de conductor, ha encontrado el tiempo para crear una empresa de Márketing Multinivel Agel, en la que trabaja a través de Internet.

La historia de Francis es la de muchos futbolistas. Son muy pocos los que llegan a triunfar y a jugar en un equipo de Primera. Su trayectoria es un fiel reflejo de lo que vive la mayoría. Empezó en el club de su barrio, el Club Santa Justa, donde jugó desde infantiles hasta el último año de juvenil. De ahí dio el salto a Tercera. Primero, con 19 años, jugó un año en Antequera. De allí se fue al Málaga B. «La del Málaga es una de las mejores etapas de mi vida. Coincidí con Juanma, Juan Rodríguez, Nacho Pérez, Calata. Pero era la época de Peiró y era muy complicado debutar en Primera en un equipo con Gato Romero o De los Santos», recuerda.

A los 23 años fichó por el Melilla, que estaba en Segunda B. Las siguientes paradas fueron Algeciras y Antequera para terminar este año en el Vélez CF. «Los recuerdos de Algeciras también los guardo con cariño. El equipo estaba en Tercera y ascendimos a Segunda B. Me quité la espinita de que con el Málaga no conseguí ascender», dice.

Francis sólo se arrepiente de una cosa en todos estos años, y tiene gracia porque ahora trabaja llevando a niños al colegio. Si volviese atrás no dejaría de estudiar. «No llegué a terminar segundo de Bachillerato. El fútbol me tiraba mucho. Me equivoqué por dejar de estudiar». Son las palabras de la experiencia.