Christian Jongeneel Ande?rica es un aventurero. A sus 36 años este malagueño ha vivido experiencias al alcance de muy pocos deportistas. Es ingeniero técnico forestal y trabaja en EGMASA, empresa pública de la Consejería de Medio Ambiente, y en su tiempo de ocio es nadador de aguas abiertas. Lo espectacular de este chico es su espíritu aventurero y su compromiso con la naturaleza, lo que le ha llevado a embarcarse en un proyecto junto con la UNESCO. Pero vamos por pasos. Como deportista, Christian se plantea cada verano un intrépido reto para saciar su espíritu aventurero. Este verano pasado su última gesta consistió en alcanzar la isla de Berlengas desde la localidad portuguesa de Peniche, un trayecto de 15 kilómetros que ningu?n nadador había alcanzado hasta ese momento. Es sólo un ejemplo de sus grandes aventuras, que además consigue compaginar con su vida profesional.

«Trabajo a cargo del programa de conservación del pinsapo, con el objeto de aminorar los efectos de los factores de amenaza y ejecutar las obras necesarias para preservar estas poblaciones de abetos única en el mundo. Los trabajos que realizo son de prevención de incendios, repoblaciones experimentales, restauración de zonas desaparecidas por incendios y tratamientos selvícolas en pinares para favorecer o implantar el Abies pinsapo Boiss», explica este malagueño, que además desarrolla múltiples trabajos científicos colaborando con universidades de Córdoba y Jaén.

Hasta ahora ha compaginado muy bien su vida deportiva con su vida profesional. «Con mucho esfuerzo pero sin perder nunca las ganas y la motivación por superarme en todo momento», admite. La de Peniche el pasado verano no fue ni la primera ni la última hazan?a de este valiente ingeniero técnico forestal. Además, ha completado gestas que están al alcance de pocos deportistas de elite. Uno de los retos más increíbles que ha logrado este malagueño de padre holandés es cruzar el Estrecho de Gibraltar, ida y vuelta, una auténtica osadía por las fuertes corrientes de la zona donde se unen el Mar Mediterráneo y el Océano Atlántico. Lo consiguió en 2005. Hay nadadores que han logrado completar un trayecto, pero ir y volver a la Península es algo que sólo han conseguido unos pocos. Y Christian tiene uno de los mejores tiempos certificado por la Asociación de cruce a nado del estrecho de Gibraltar con 9 horas y 59 minutos.

En 2006 hizo la travesía Al-Assad en Siria, cuando completó el trayecto de 35 kilómetros entre Jableh y Lattikia. En 2007 cruzó el Canal de la Mancha completando la travesía de 38 kilómetros entre Dover y Calais en 9 horas y 50 minutos con aguas muy frías. En 2008 atravesó el Canal de Santa Catalina (California) y en 2009 se planteó nadar desde Mallorca a Menorca (algo que al final tuvo que descartar por una cuestión de infraestructuras).

Este año Christian ya ha fijado un objetivo: «Hace muchos años pasé unas semanas en Nueva Zelanda. En aquel momento descubrí un maravilloso país y un canal, el de Cook, que sirve de frontera natural entre las islas Norte y Sur. Ahora recuerdo los momentos que dedicaba a mirar el mar de Tasmania con fascinación: lo miraba y sentía una extraña atracción que no comprendía», comenta.

La travesía comprende alrededor de 30 kilómetros –dependiendo de la deriva– entre grades corrientes frías y bravas aguas y abundante vida marina. La travesía la completan unos tres nadadores cada año, aunque son muchos más los que lo intentan y han de abandonar por motivos que comprenden desde ritmo inadecuado a hipotermia, pasando por un cambio desfavorable de las condiciones meteorológicas. Los tiburones hacen acto de presencia en el 20% de los intentos, aunque no se han producido ataques, siendo las medusas el mayor peligro para los nadadores.

Esta travesía es la cuarta de un grupo de siete, conocidas como las ´Siete del Océano´, que hasta el día de hoy no han sido conquistadas en su conjunto por ningún nadador.

Además, en estos momentos este malagueño está embarcado en un proyecto junto con la UNESCO que pretende utilizar estos eventos deportivos para difundir el mensaje de respeto hacia la Naturaleza. «Pretendemos usarlos de plataforma para concienciar sobre los problemas derivados de la falta de acceso al mínimo de agua potable que sufre un elevado porcentaje de la población mundial. Mi participación, como futuro embajador cultural de la UNESCO, consistiría en dar a conocer la situación de los afectados, así como el compromiso adquirido por unanimidad en las Naciones Unidas en el año 2000 para reducir ese número de personas a la mitad en el año 2015, entre otros Objetivos de Desarrollo del Milenio», cuenta.

«En estos momentos estamos trabajando para materializar mi nombramiento como Embajador Cultural de la UNESCO en Nueva Zelanda el 22 de marzo del 2011, día Internacional del Agua, y pocos días antes del intento de cruce del Canal de Cook (previsto entre el 26 al 31 de marzo del 2011). En caso de éxito, ello nos dejaría a tres travesías de lograr por vez primera el cruce de las ´Siete del Océano´, y en cualquier caso esperamos que estos eventos nos permitan darle la máxima proyección posible a los mensajes de respeto, sostenibilidad y trabajo para el acceso al líquido elemento», termina Christian, incansable y que afronta en 2011 uno de los mayores retos de su impresionante trayectoria.